sábado, febrero 1, 2025
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3 tentaciones para el Mesías

El Salvador nos muestra cómo asignar papeles y dar un guion legible a la lucha intraducible del alma ante los embates del tentador allí abajo, en nuestra mente

Antes de comenzar su ministerio, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, allí recibiría tentaciones para el Mesías.
El Salvador se preparó para iniciar su ministerio público mediante el bautismo. Juan no entendía la necesidad de esta ordenanza para el cordero de Dios sin mancha, pero Jesus le dijo.

«Permítelo ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces se lo permitió.» (Mt. 3:15)

Al decir a Juan «permítelo», muestra el reconocimiento debido al que detentaba las llaves del evangelio de arrepentimiento. Cuando dice «nos conviene» se deduce «nos conviene a tí y a mí, porque tú y yo estamos juntos en esto.»
Además del afecto hacia su primo, el Salvador le muestra espíritu de equipo en todo su ministerio. Juan permitió a Jehova, el creador del mundo y Dios de Israel, bautizarse en el Jordán, mostrando así hacerse el más pequeño de todos, siendo el más grande.

Después del Jordán

Después de su bautismo, Jesucristo recibió la confirmación del Padre de que Él era su Hijo.

«Y he aquí, una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.» (Mt. 3:17)

 3 tentaciones para el mesíasHay que tener esto en cuenta porque Él subió del Jordán al desierto con un conocimiento claro de su naturaleza. Por lo tanto las tentaciones para el Mesías, que vamos a escudriñar, son diseñadas para alguien que se sabe Hijo de Dios y no alguien que va a buscar ese conocimiento al desierto. La pregunta es ¿Cómo son las tentaciones para alguien de esa naturaleza y conocimiento? ¿Por qué fueron de esa forma? ¿Por qué en ese orden? ¿Por Jesus contó lo sucedido a sus discípulos?
Eso es lo que vamos a intentar contestar en este espacio de lectura.

Mateo nos dice que «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.» (Mt. 4:1) Sin embargo Lucas dice «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto» (Lc, 4:1) Me parece más exacta la versión de Lucas que coincide con la versión inspirada del profeta José Smith.

Si a la edad de treinta años y después de estudio y oración, si con un testimonio como el recibido en su bautismo de boca del Padre, necesita orar y ayunar por cuarenta días es que el asunto no está cerrado.
Jesús necesitaba prepararse para ser el Cristo, el redentor. Un llamamiento desconocido, sin referencias pasadas, con dificultades inexploradas y en el que pivotaba para bien o para mal, todo el plan de salvación y como consecuencia la honra del Padre.
Un fracaso en su misión habría tenido consecuencias incalculables, de hecho, las que puedo imaginar no las puedo creer.

Lo imponente de las expectativas de toda la creación convergían en su persona. Llevar el peso de esa responsabilidad no es cuestión solo de saber si era el unigénito del Padre sino si iba a ser capaz de realizar su misión.
Ese es el enfoque de las tentaciones de Satanás.

Tentaciones para el Mesías

Las tentaciones para el Mesías de Satanás van in crescendo. Después de cuarenta días de ayuno es normal que tenga hambre. Es lo más básico y por ahí comienza.

«Entonces el diablo le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan..» (Lc. 4:3)

3 tentaciones para el mesíasMateo dice «estas piedras» pero Lucas señala «esta piedra», lo que hace más concreta la tentación. Las nuestras tampoco son genéricas sino tan particulares como aquella piedra.
Satanás está enfocando la atención en un objeto y no a un lugar.
Satanás apela al orgullo, demuéstralo, dice. Si el Salvador hubiese convertido en pan esa piedra, ¿Qué sería lo siguiente que habría dicho el tentador?
«Ahora come»
Igual que dijo a Eva, en este caso no en un jardín sino en un desierto. Al comer, se habría  producido su caída como redentor.

Su respuesta es con las escrituras.

«Y Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.» (Lc. 4:4)

El Salvador extrae su respuesta de Deuteronomio 8:2-3,
«…te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para humillarte, para ponerte a prueba, para saber lo que estaba en tu corazón…»
Y en esa misma intención, Jesús decidió ayunar cuarenta días para comprobar y mostrar al Padre lo que había en su corazón.
Por eso «fue llevado por el Espíritu al desierto» tal como fue llevado Israel, para ser sustentado durante cuarenta días con maná, esto es, la palabra de su Padre.

«…y te sustentó con maná…para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.»

Al término de las tentaciones recibe el alimento que necesitaba sin necesidad de usar su poder. El Padre se lo proporcionó.

«El diablo entonces le dejó, y he aquí, los ángeles vinieron y le servían.» (Mt. 4:11)

Por eso enseñó que «…vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.» (Mt 6:32)
Así como el Salvador no uso su poder para beneficio propio, ninguna ordenanza o bendición del sacerdocio se ejecuta por el interesado hacia sí mismo. El poder de los cielos se usa para ministrar a otros.

La potestad y la gloria del mundo

Mateo y Lucas difieren en el orden de las tentaciones para el Mesías. En mi opinión es más lógico la tentación sobre los reinos del mundo tal como la presenta Lucas. Siguiendo a Lucas, invito al lector a leer estos versículos, aun cuando crea que los conoce.

Y le llevó el diablo a un alto monte y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.
Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy;
pues si tú me adorares, todos serán tuyos. 
(Lc. 4:5-7)

Una primera reflexión sobre esta propuesta de Satanás al Salvador despierta la pregunta ¿Cómo puede sentirse tentado Jesús de aceptar si todos esos reinos y aun el Universo son del Padre y por lo tanto suyos?
¿Podemos decir que Satanás es torpe en su tentación?

3 tentaciones para el MesíasLa clave está en la palabra potestad que viene del latín potestas y significa poder, dominio, poder legal. En realidad Satanás le ofrece el dominio sobre los reinos de la tierra que ha conseguido a través de su influencia. ¿Qué quiere decir esto?

Satanás, en términos del plan de salvación, tiene un poder legal para actuar sobre la tierra y está sustentado en las condiciones declaradas en el del plan de salvación, estas son:

«Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.»
(Gen. 3:15)

Legalmente no puede ser despojado de ese poder hasta que la ley se cumpla en el fin de los tiempos. Pero mientras, las condiciones contemplan el respeto a ciertas reglas. Lo vemos claramente en el discurso de Wilford Woodruff anexo al manifiesto. Ahí vemos atacar al calcañar de su obra, pero la estrategia del Señor previene el daño y espera el momento futuro para aplastar la cabeza.

La oferta del adversario

En esta segunda tentación, lo que está ofreciendo Satanás es la suspensión de toda actividad de su parte contra el hombre, «A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos» le ofrece, no ser atado como lo será en el milenio, sino llegar a un acuerdo de no agresión que cambiará el curso de la historia.

Las consecuencias serían la aceptación de facto de su propuesta primera «redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma,» (Moisés 4:1). Le mostró no solo los reinos de la tierra, sino una tierra sin la existencia del mal, donde todos harían lo justo, donde Jesús no tendría que ser el redentor por sangre y expiación sino por la eliminación del mal en el mundo mediante un pacto.

Jesús sería el legislador justo, aceptado por todos los reinos de la tierra y los conduciría como su rey hacia el bien. Y sobre todo no tendría que padecer por los pecados del mundo porque no habría pecado en el mundo.
La contraparte es que tendría que aceptar ese dominio según las condiciones de Satanás y en eso consistiría la adoración solicitada.

La respuesta del Salvador es conocida.

«Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solamente servirás.» (Lc. 4:8)

El Salvador desecha la propuesta, tomando sobre si el peso del redentor. No va a aceptar soluciones fáciles, ni que afecten al plan del Padre para la humanidad.  Su respuesta nace de la enseñanza de Moisés al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida. «A Jehová tu Dios temerás, y a él servirás y por su nombre jurarás.» (Deut. 6:13)

El pináculo del templo

Satanás se dio cuenta que el Salvador no iba a romper su compromiso con el plan de salvación, traicionando al Padre. Jesús estaba dispuesto a ser el Mesías, el redentor del género humano. Ahora usará las escrituras para presentar su propuesta, al igual que Jesus respondía con ellas.

Entonces le llevó a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, lánzate de aquí abajo, porque escrito está:
A sus ángeles mandará para que te guarden;
y en las manos te llevarán
para que no tropiece tu pie en piedra.
(Lc. 4:9)

Satanás usa el Salmo 91, que es mesiánico. Este salmo comienza con las palabras «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.»(Sal. 91:1) Refiriéndose a su hijo, quien habitó en el seno del Padre y ahora en ese desierto bajo su sombra o lo que es lo mismo su influencia.

3 tentaciones para el mesías
Pináculo del templo

Satanás admite ya la determinación del Salvador en realizar su misión como Redentor del mundo y pasa a mostrarle una mejor manera de conseguir el éxito.
Estando el templo en medio de Jerusalen, el pináculo del templo esta en posición opuesta al Gólgota, desde el pináculo no se ve el lugar del calvario. Satanás le presenta una forma más sencilla de resolver su misión sin terminar en el Gólgota.
Habia una leyenda donde el Mesías se presentaría en el pináculo para declarar  “Pobres, el tiempo de vuestra libertad ha llegado”[8].

Imaginen por un momento, la explanada bajo el pináculo donde se reunían los doctores de la ley trataban su interpretación. Bajar desde arriba en medio de ellos, confirmaría la leyenda y daría a los doctores y a muchos testigos una prueba clara de que él Jesús de Nazareth era el Mesías.
Ese uso social de su poder para su propio beneficio, que no ministra a nadie excepto a él mismo, es contrario al orden del sacerdocio.
Pero la tentación es clara y bien pensada. Ya que eres el Mesías, haz más fácil que te reconozcan y ahórrate las dificultades. Serás famoso fácilmente.

«Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.»

Su respuesta acude a Deuteronomio 6:16 «No tentaréis a Jehová vuestro Dios como lo tentasteis en Masah.»
La respuesta del Salvador corresponde al mandamiento de Moisés al recordar lo que ocurrió en Masah o las aguas de Meriba. El Espíritu hace decir a David en el Salmo 95:8-9

«no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, cuando me tentaron vuestros padres; me pusieron a prueba, aunque habían visto mi obra.» 

Si el Salvador uso Deuteronomio o Salmos no lo sé. Sin embargo sitúa a Satanás entre aquellos que se quejaban a Moisés y tentaban a Dios.

Las tentaciones de nuestros días

El Salvador solía retirarse a lugares apartados y solitarios para hablar con su Padre, para encontrar respuestas. Pero el tentador le ofrecía los reinos del mundo o un lugar bullicioso bajo el pináculo, donde la exhibición de sí mismo, sería el pan para saciar el hambre. De esa forma, a su espalda, ocultar el precio del Gólgota.

En nuestros días, las exhibición publica de aspectos escogidos de la vida en redes sociales de todo tipo, conforma el pináculo del templo mundano. Se muestran a los escribas de allá abajo una imagen tallada por dedos en la que destaca el éxito de la misión. Sin embargo a la espalda está el dolor y la prueba de la vida, fuera de la vista.

Cuando el domingo pasado preguntaba a los jóvenes adultos en mi clase ¿Qué son las piedras de nuestra tentación? Les animé a pensar qué cosas nos ofrece el mundo para calmar el hambre que no es de pan.
Para sentirla, hemos de buscar el recogimiento del desierto, donde no alcanza el ruido del mundo. En el ayuno, el Salvador redujo el protagonismo de su cuerpo a lo elemental. Entonces su espíritu, que no ayuna, descolla en el paisaje. El ayuno supone una decisión mantenida en el tiempo que, aun sin orar, es la oración permanente del cuerpo en su necesidad. Muestra una espera vigorosa en el afán del alma por las cosas de su naturaleza.

Por qué compartió el Salvador esta experiencia

Lo sucedido en el desierto solo tiene como testigo a Jesús. Conocemos esta escena de su vida porque la compartió con sus discípulos. Pero ¿por qué lo hizo?
Tal como observamos, la tentación se produce en el desierto, un lugar de recogimiento y reflexión. En el mundo y sus reinos, nuestra vida pública y en el templo un lugar de revelación. Podemos ser probados en cualquier lugar y momento por eso nos aconseja.

«sí, y cuídense aun los que son santificados.» (DyC 20:34)

El Salvador nos relata las tentaciones incluyendo una segunda persona, es decir hay un sujeto externo, Satanás, que viene y que habla y se presenta como tentador. De esa forma podemos separar fácilmente dónde empiezan y terminan sus propuestas y donde empiezan las respuestas de Jesús. Lo que vemos es una escenificación de las tentaciones.

Pero supongamos que no había nadie externo, sino que las tentaciones se produjeron en el interior de Jesus, donde también surgían sus pensamientos, ¿Cómo distinguir lo que nace de su intelecto, de la tentación que proviene del adversario? Ya no es tan fácil.
Así son las nuestras y sospecho que fueron las suyas, cuando decidimos aceptar la misión encomendada desde antes de nacer.

Cuando leemos Lucas 4 acude a nuestra mente una escena clara, que ha sido pintada por numerosos artistas a través de los siglos. Que vuelve a tomar vida cada vez que leemos esa escritura.
El Salvador compartió ese momento para que reconstruyéramos en nuestra mente esa lucha del alma de forma plástica, escenificada. Creo que el Salvador nos invita a escrutar nuestro interior y a discernir, en la ocasión, la influencia directa del adversario, y eso es tan real como si viniese en persona a tentarnos en un desierto

Analizar nuestro interior y escenificar las tentaciones del alma hacia la gloria del mundo, o cómo vuela hacia el pináculo de su exhibición, nos ayuda a desenmascarar la naturaleza de los deseos. Historiar con orden y detalle la batalla de nuestra alma contra el adversario o la adversidad, nos conduce a identificar los escenarios de guerra y los peligros del alma.

El Salvador nos muestra cómo asignar papeles y dar un guion legible a la lucha intraducible del alma allí abajo, ante los embates del tentador, en nuestra mente, donde todo se confunde. De esa forma Jesús, al igual que separó «las grandes aguas debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento» (Moisés 2:7) trilla y avienta a Satanás en la maraña confusa donde se oculta, separa las tentaciones de debajo del pensamiento de los simples pensamientos que están sobre ellas.

La cuarta tentación

Siguiendo su ejemplo, quizás un día la tentación de adquirir gloria o protagonismo, pueda visitarnos en nuestro desierto personal. Si no tenemos cuidado, si el ruido nos impide identificarla, comienza a medrar confundiéndose en el paisaje y en el bullicio de los pensamientos. Adquiere consistencia y al final, sin que nos demos cuenta, se instala sin que tengamos constancia y nos moldea sin aviso para tallar nuestra forma de ser.

3 tentaciones para el MesíasEl Salvador nos invita a que sigamos su ejemplo en la cuarta tentación, la del orgullo que nos visita a todos en alguna medida.
En nuestra meditación personal, en las soledades que buscamos para escuchar al Padre quizás podamos emular a su Hijo.
Vino hoy el tentador diciendo.

Esa hermosa estatua tuya de oro que tienes en el jardín, es tu viva imagen. Crece cada día en su tamaño y belleza. Ve con este paño de tela fina y dale brillo. Esfuérzate en que reluzca, que todos vean tu mérito y admiren la obra que has hecho. Que reconozcan tu talento y la alaben ante el mundo por mucho tiempo.

La escena que usted, estimado lector, ha construido en su mente al leer la cuarta tentación, revela claramente la visita del orgullo, separándola nítidamente del resto de afanes de la vida. De esta manera damos cuerpo al que no lo tiene y desenmascaramos al que está oculto.
Creamos así un género artístico privado, donde se reproduce en el lienzo del lenguaje las inarticuladas voces del alma en sus desiertos, creo que esa fue una de las intenciones del Maestro al compartir de esa forma las 3 tentaciones para el Mesías.

Convertir la batalla del alma en la escenificación de una investidura de conocimiento.

4 COMENTARIOS

  1. Me ha encantado, gracias por compartir tu estudio personal y reflexiones, además he reparado en cosas que yo no había visto y he aprendido otras nuevas que desconocía.
    Gracias siempre😊

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