A partir del capítulo once de primer Nefi, recibimos una de las revelaciones más importantes para entender nuestro presente y el sentido de los acontecimientos que nos rodean. Declara algo sorprendente, israel combate a los doce apóstoles del cordero.
En estos capítulos se relata la restauración y recogimiento de Israel, pero también el entorno donde opera el adversario en su propio recogimiento, el uso de sus fuerzas y cómo su influencia serpentea en la grande y abominable de una forma a otra a través de los siglos.
La casa de Israel en los tiempos actuales no esta localizada en una nación o en un grupo concreto, sino que se extiende por toda la tierra. La sal de la parábola fue echada fuera, recogerla es imposible, por lo tanto el señor levanta a hijos de Abraham de las piedras y otorga su ciudadanía a todos aquellos que se arrepientan y bauticen por aquellos que son ordenados.
El Israel disperso y confuso
Por lo tanto la causa de Sión abarca toda la tierra y no solo a una ciudad o a unas tribus como en la antigüedad. Podemos leer en 1 Nefi 10:12 «…la casa de Israel, que se les compararía a un olivo, cuyas ramas serían desgajadas y esparcidas sobre toda la faz de la tierra.» Este nuevo Israel pedregoso y sin tallar, está siendo llamado de las multitudes de la tierra, esas que los judíos menospreciaban y de las que el salvador dijo «…porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.» (Mateo 3:9). Es el poder del convenio con Abraham que produce ese milagro cuando dice «serán bendecidas todas las familias de la tierra, sí, con las bendiciones del evangelio, que son las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna.» (Abraham 2:11) y eso a través de su sacerdocio, no solo de su sangre.
Es importante leer estos capítulos teniendo esta idea del Israel universal en mente, de esa forma se comprende mucho mejor lo siguiente que vamos a leer, un versículo que durante mucho tiempo me desconcertaba.
La casa de Israel se ha reunido para combatir contra los doce apóstoles del Cordero, ¿acaso no es esto un oxímoron, una contradicción en el mismo enunciado de la frase? Parece… pero no lo es. No lo es porque Israel está confundida y reside en el gran y espacioso edificio «Y el vasto y espacioso edificio que tu padre vio representa las vanas ilusiones y el orgullo de los hijos de los hombres.» (1 Nefi 12:18) Ésta es la situación de Israel, confundida, reunida en ese edificio que simboliza el mundo y compartiendo gustos, conductas y lo que es más peligroso el lenguaje que domina a los que habitan en ese edificio. Es importante analizar esas multitudes porque eso nos dará una idea de cómo combate el Israel disperso a los apóstoles en la actualidad.
En 1 Nefi 8, Lehi describe a las multitudes de ese edificio, o al Israel confundido que combate al Cordero y los describe resaltando varios detalles.
«Y estaba lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina; y se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él.» (1 Nefi 8:27)
- Las generaciones de Israel estaban en el mismo lugar, compartían la misma indumentaria y el mismo lenguaje, corroborando estos detalles, la fusión de diversas generaciones de personas. Los tramos entre generaciones, lejos de ser negativos, perfilan las edades y sus aspectos y los asocian a las edades del hombre. En el edificio hay personas de todas las edades y sexo, pero despojadas de sus tiempos y de la condición esperada en ellos por su edad, porque todos visten, piensan y se expresan igual. Es el lugar del pensamiento único.
- El gran edificio no es un hogar, no
está pensado para familias. No habla de
padres, ni madres ni hijos. Se distinguen sus habitantes por su edad y sexo, pero son individuos aislados, no familias. Sin embargo, bajo el árbol de la vida padres e hijos se llaman entre sí. - Sugieren estas ropas excesivamente finas una falta de pudor, una indumentaria, una sumisión a las normas del grande y espacioso edificio.
- Señalaban con dedo de escarnio. Un lenguaje basto, agresivo y pobre; común a todos los del edificio. Lenguaje limitado y carente de recursos. Lenguaje que solo subraya lo que ocurre en la mínima porción del paisaje que abarca el índice de la mano, un vocabulario incapaz de abarcar su totalidad. Un lenguaje no entrenado en sutilezas sino en lo grosero de los gestos amplios y generales.
- La acción desde el edificio es ofensiva y se dirigía exclusivamente a los que participaban del fruto.
En todas las épocas el adversario ha ejecutado su plan de formas distintas con un mismo objetivo «…la más abominable de todas las demás iglesias, que mata a los santos de Dios, sí, y los atormenta y los oprime, y los unce con un yugo de hierro, y los reduce al cautiverio.» (1 Nefi 13:5) La misma batalla de los cielos, la destrucción del albedrío del hombre o su asfixia mediante estrangulación de la libertad.
Al analizar quién ejecuta su plan identificaba siempre el término iglesias en su sentido literal, y ciertamente lo es en el periodo de tiempo en que Nefi habla del descubrimiento de América, de la introducción de la Biblia en América o de los gentiles que atraviesan las aguas.
Pero el periodo que abarcan estos capítulos trasciende esa época y hemos de extenderlos hasta nuestro presente. Por lo tanto el término iglesia o iglesias ha de extenderse también. La Iglesia imperante en 1 Nefi 11, era un estado, un reino; el sentido extendido que creo hemos de darle ahora es al de poderes, movimientos culturales, filosofías, políticas y sobre todo a la manipulación del lenguaje.
Son esas corrientes de ideas, la erosión del pudor, los bastos modos lingüísticos, las corrompidas filosofías políticas las que han conducido al Israel disperso y confuso hasta el espacioso edificio a fin de adquirir las formas del lugar y combatir, por cierto de manera no muy elegante, a los apóstoles del Cordero.
Algunos clavos del yugo de hierro
Cuando era joven, vivía en el extrarradio de Sevilla, era en el 1976, y yo llevaba mis pantalones de campana. Todos eran de campana y yo los odiaba, se me enredaban al andar rápido y yo siempre iba deprisa, pero no había otros.
El comunismo, entonces, tenia buena prensa. Cuba era un baluarte de resistencia contra el poderío de los americanos. Las camisetas del Che Guevara decían mucho del carácter vitalista e inconformista de quien las llevaba, no como ahora que no dicen nada. Era creencia general que todos los soviéticos tenían una carrera y un trabajo. Ser comunista daba empaque y prestigio.
Detrás estaba el materialismo dialéctico y una visión científica de la sociedad. Sin embargo el discurso circulante nos hablaba de nuestro decadente presente, el desempleo, la explotación del hombre por el hombre, el capitalismo y la burguesía.
En ese año, yo era miembro de la iglesia y llegó a mis manos unas declaraciones de pasada, de una autoridad general de la iglesia sobre el comunismo, no recuerdo exactamente las palabras, pero venia a decir que era una ideología diabólica. Mi enfado fue mayúsculo, me quejé a los jóvenes de mi rama, despotriqué y exclamé cómo podía alguien así, ser tan superficial, equivocado y desconsiderado en sus declaraciones, estaba indignado y puse en entredicho la inspiración de alguien que declaraba algo tan absurdo.
Ahora en el 2016 y después de cuarenta años me doy cuenta que esa autoridad general se quedó muy, muy corto en su apreciación, fue muy moderado. Esa ideología que ha causado en sus distintos regímenes la muerte a más de cien millones de los santos de Dios, que ha uncido con su yugo de hierro a cientos de millones de almas, se merece algo más que un adjetivo. Pero no voy a hacerlo aquí. Solo quiero llamar la atención sobre algo peculiar de ese edificio en el que no entré, al menos por esa puerta.
Lo políticamente correcto
Hoy, por increíble que parezca, después de publicados los horrores que esta ideología provocó, es casi incorrecto decir esto que escribo. Y es por esa forma de vestir al pensamiento del hombre, con esa falta de modestia hija de la tosquedad, con prendas excesivamente finas de argumentos y sin embargo de grandes gestos y ampulosas poses, que no se perdona (con razón) al nazismo su más quince millones de muertos y sí se olvida al comunismo con sus más de cien millones. Estas deformaciones impuestas generan una falta de proporción en lo demás, y un agravio hacia millones de santos olvidados. Pero hay que pensar así, si no te sales del tiesto.
Sí estos fueron un yugo de hierro para los santos de Dios.
La descomposición lenta de esta ideología, debido al error en su propia concepción, ha desembocado en una proliferación de doctrinas del más variopinto pelaje y que tienen como objetivo cuestionar y socavar los pilares de las sociedades libres y los santos necesitan esos pilares para llevar a cabo la misión encomendada.
Y esa labor de destrucción la realizan mediante la fundación de una iglesia. La Iglesia de lo políticamente correcto. Esta iglesia nos obliga a adoptar un lenguaje gestual, es decir usar expresiones y frases que transmiten posturas no razonamientos ni argumentos. La comunicación se convierte en un intercambio de poses. Las mismas que tenían aquellos del edificio con su dedo de escarnio. Las doctrinas sutiles, profundas y refinadas del evangelio, no pueden expresarse con el alfabeto primitivo de esa iglesia.
La labor de zapa de aquellos, despojados del aura de científicos sociales, de aquellos salvadores de la eterna clase proletaria, deviene ahora en salvarnos del heteropatriarcado, del valor del esfuerzo, de nuestras creencias, de decidir qué es lo correcto, de tener que educar a nuestros hijos, equiparando la vida fetal a la celular, proscribiendo palabras como caridad por solidaridad, esposa por pareja, padre por tutor, nacion por estado, primando el sentimiento sobre la ley y es tanto su fervor que también nos salvan de los toros.
Tocqueville en La democracia en América habla de ese poder que él asociaba a las democracias y yo lo veo también
en estas nuevas especies
«…Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único árbitro de ella, provee a su seguridad y a sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el trabajo de pensar y la pena de vivir»
Quitar el yugo
En el Libro de Mormón se relata que en el año 72 A.C. llegó a Zarahemla un personaje llamado Amalickíah. Pretendía instaurar una monarquía y derogar las leyes de Mosíah que habían conseguido que el pueblo detentase el uso de su riqueza y la soberanía de sus leyes, eran un pueblo libre constituido sobre un contrato social que el rey Benjamín se encargo de plasmar por escrito. Amalickíah se ganó parte del pueblo y lanzó un órdago a la nación nefita.
La iglesia en Zarahemla tomó partido por la libertad de sus leyes y su gobierno pero «…hubo muchos en la iglesia que creyeron en las lisonjeras palabras de Amalickíah; por tanto, se separaron de la iglesia;» (Alma 46:7) Por tanto los asuntos del pueblo se volvieron en un estado crítico al sumarse la amenaza de guerra con los lamanitas.
El ejemplo de Moroni
Hubo un hombre llamado Moroni que tenía claro sobre qué se fundamentaba el bienestar de su pueblo, su paz, sus leyes, su prosperidad y libertad. Ante la emergencia de una amenaza de tal calibre rasgó su capa y usándola como estandarte, escribió «En memoria de nuestro Dios, nuestra religión, y libertad, y nuestra paz, nuestras esposas y nuestros hijos» (Alma 46:12) y agrupó en torno a sí a aquellos que también lo entendían. Y antes de emprender la defensa de su pueblo «…se inclinó hasta el suelo y rogó fervorosamente a su Dios, que las bendiciones de libertad descansaran sobre sus hermanos mientras permaneciese un grupo de cristianos para poseer la tierra,» (13)
Junto a Moroni.
Los delicados y extensos propósitos del evangelio restaurado son complejos de realización. requieren de avanzada tecnología, de una organización extensa, de leyes que amparen la propiedad, de garantía de libertades, de separación de poderes.
Aquellos que vengan, como Amalickíah o Korihor, a deponer el orden libre de las naciones destacando sus carencias y defectos sobre sus ventajas, a fomentar el conflicto entre generaciones, a proclamar la falta de pudor en cuerpo y alma, a exigir sutilmente un pensamiento único.