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Caronte y la luz de Cristo

Caronte y la luz de Cristo
La luz de Cristo inspira el mito de Caronte. Clase adultos solteros, domingo 28 Mayo 2017

La luz de Cristo ilumina a todo hombre que viene al mundo, también alumbró a los griegos. En su mitología encontramos a Caronte y en su historia una semblanza de algo más que lo se ve. Un hilo conductor que nos lleva al otro lado del velo.

A menudo la simbología esconde verdades profundas. Los santos de los últimos días tratamos con este lenguaje casi sin darnos cuenta, por ejemplo en  la Santa Cena, en el bautismo o en el Templo. Decidí hacer un ejercicio de aprendizaje con el «plan de salvación» tal como lo entendían los griegos. Lo hice por dos motivos, primero para apreciar cómo la luz de Cristo nos ilumina a todos en toda época y segundo para ejercitarnos en el lenguaje simbólico de cara a entender mejor las ordenanzas y el templo.

El Hades

En la antigüedad, antes de Cristo, se  creía en que el destino de los muertos era decidido por un tribunal residente en el Hades, compuesto por tres jueces, Minos  rey de Creta, cuyo voto era decisivo, Radamantis rey antes de Minos y que dio un excelente código de leyes y Éaco rey de Egina.
Para presentarse ante estos jueces, el difunto debía cruzar el río Aqueronte (río de la aflicción, laguna estigia para los romanos) y para eso debía pagar un óbolo a Caronte, el barquero. Esa creencia hacia en en el entierro se colocara un óbolo bajo la lengua del difunto. Si no se llegaba con esa moneda había que estar 100 años penando por la orilla, hasta que eras transportado al palacio de la Justicia.

El paraiso
El paraíso inspirado en la luz de Cristo

Hay toda una geografía del Hades que incluye cuatro ríos, el Estige río del odio, el Aqueronte, río de la aflicción, el Lete río del olvido y el Piriflegetonte río del fuego.
Al pasar el Aqueronte, el alma del difunto se presentaba ante el tribunal. Los jueces sopesaban su comportamiento en su vida mortal y asignaban un lugar dependiendo de sus obras. La sentencia podía terminar en uno de estros tres reinos.

Reinos del Hades

  • Los prados de Asfódelos, donde iban los que habían tenido una vida moderada y correcta. Este prado estaba lleno de estas flores que son la comida favorita de los muertos. Ahí beben agua del río Lete y eso les hace perder la memoria. Han sido gente neutral y ordinaria, por lo tanto pierden su identidad.
  • El Tártaro. Para llegar había que atravesar el flamígero río Piriflegetonte. Rodeado de triple muralla, una torre y una puerta inexpugnable estaba el Tártaro. Es la residencia de los malvados, de los que se rebelan contra los dioses. Es el infierno donde sus primeros moradores fueron los cíclopes y los titanes. Estos desafiaron a la deidad.
  • Los campos Elíseos. Ahí viven los justos, los héroes guerreros, las personas virtuosas que han destacado por sus hechos.

Similitudes con el plan de salvación

Caronte lleva a un alma al otro lado

Es de destacar la idea de un mundo organizado que reflejan estas creencias. Hay un rey, Hades, jueces, palacios, regiones pobladas con habitantes asignados y leyes que rigen en el inframundo. Ellos percibían un orden después de la muerte y que ese orden reflejaba los hechos de la vida en la tierra.

La semejanza con el evangelio restaurado en 1830 y las revelaciones es pasmosa. De hecho el grado de detalle de este mito es aún mayor que el de los primeros cristianos ya que estos tenían el plan detallado, pero no la geografía del lugar.

Las fronteras entre estos reinos son ríos y murallas, Nefi nos dice referente a esa división«Y les dije que era un abismo horroroso que separaba a los inicuos del árbol de la vida, y también de los santos de Dios.» (1 Nefi 15:28)
En la parábola del hombre rico y Lázaro, el Salvador emplea la imagen del Hades para enseñar. El hombre rico ruega a Abraham que Lázaro moje la punta de su dedo en agua y refresque su lengua. Abraham entre las objeciones a esta petición, le dice:
«Y además de todo esto, hay un gran abismo entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá.» (Lucas 16:26)

Esa ley de fronteras entre reinos, tiene como primer actor a Caronte quien no dejaba pasar ni a los vivos ni a los muertos sin sepultura. Lo que sugiere la necesidad del cuidado familiar, el deber de los vivos hacia los muertos, siendo el óbolo bajo la lengua un resplandor temprano de las ordenanzas vicarias del templo. Nosotros al realizar la obra del templo por nuestros antepasados, en cierta forma ponemos esa moneda.

El deber familiar

Bautismo por los muertos
La luz de Cristo ilumina todos los mundos

Por eso el deber familiar hacia los difuntos, es tan antiguo como el hombre, ya que «…la luz que brilla, que [nos] alumbra, viene por medio de aquel que ilumina [nuestros] ojos, y es la misma luz que vivifica [nuestro] entendimiento,» (DyC 88:11) y testifica de la constitución de ese reino.

En la restauración se ha recuperado en toda su amplitud esa llama apagada por el tiempo. Y así la idea, la creencia se encarna en ordenanza, donde se manifiesta el poder de Dios. El poder que nos da cruzar ríos y estepas para salvar  los nuestros en los templos. Ya no hay sombras ni aguas oscuras, Elias el profeta nos da las llaves del Hades y el poder de Heracles para ayudar a los nuestros «para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición.» (DyC 110:15)
Nuestro es el privilegio de ahondar en las ordenanzas del templo y recoger toda la sabiduría que contienen. Conocimiento cuyas trazas podemos atisbar en el pasado.

Una de las virtudes que tenían en común los tres jueces, era la equidad y de hecho Radamantis es sinónimo de un juicio justo en la antigüedad. En una mitología plagada de caprichos entre los dioses, en el Hades impera un orden inusual. Se imparte justicia con equidad. En DyC leemos esto mismo «…de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado, para que todo hombre responda por sus propios pecados en el día del juicio.» (DyC 101:78)

La luz de Cristo llena todo el espacio
El gran plan de Salvación

La luz de Cristo

Los tres reinos de gloria de la restauración son evocados desde ese mito con las tres divisiones del Hades, siendo la condición de sus habitantes muy semejantes entre ambas. No voy a extenderme en este aspecto, solo hay que leer la sección 76 de DyC para ver detalladamente las poblaciones que viven en ellos.

Terminamos la clase, reconociendo el poder de la luz de Cristo. La luz que brilla a través de todo y que penetra todas las cosa «…a fin de que estuviese en todas las cosas y a través de todas las cosas, la luz de la verdad,» (DyC 88:6) No ha nacido ninguna persona en este mundo que no haya sido alumbrado por la luz que brilla, que no haya percibido la geografía y disposiciones de un plan, aunque fuese en la mano alzada de sus pueblos y culturas.
Por esa luz responderá el hombre al atravesar el río Aqueronte.

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