Escogí la palabra «inactivo» en el título de este artículo para despertar al lector de un posible sopor frente a la pantalla de su dispositivo. Ahora llamamos inasistentes a todo el que no acude a las reuniones regularmente o de alguna manera se desvincula de la actividad eclesiástica de los santos de los últimos días.
Hoy hablaremos de Los inactivos en la Casa de Israel. Inactivo no es una palabra actualizada ni técnica sino emocional. Intento evocar en usted el recuerdo de aquellos que se fueron pero que pertenecen a la Casa de Israel. Todos ellos nos acompañan en el plan de salvación, donde todo el mundo es activo al 100% compartiendo experiencias similares y retos parecidos. Aquellos que no son activos en ese plan, es porque asisten a una clase avanzada en el mundo espiritual.
El nombre de la iglesia
En mi juventud todo el nombre de «La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días» era una misma cosa; se leía y entendía de corrido. Cuando alguien se inactivaba perdía cada una de sus once palabras, incluidos artículos, preposiciones y «los últimos días» aunque estos pertenezcan a todos.
Con el tiempo ves que, aunque emparentadas, esas once palabras mencionan cosas distintas en tiempos distintos. Nótese que, siendo el primer término «La Iglesia de Jesucristo» una afirmación absoluta y estable, los siguientes términos son fluidos y sin determinar. ¿Consideramos santos a todos los inscritos? ¿Los últimos días desde dónde hasta dónde? ¿Qué nos enseña el Señor con su especial forma de hablar?
Si escudriñamos las escrituras en DyC, vemos que la longitud de sus frases y tiempos desconciertan el ritmo de nuestro lenguaje, ya que nosotros estamos acompasados a los tiempos del Cesar. Lo primero que desconcierta de la Iglesia es su nombre, no pertenece a una construcción normal de nuestro lenguaje, excede en longitud y tiempo de lo adecuado para nuestro reloj comunicativo. La razón es que leemos palabras que salen del velo, tienen otro ritmo, no pertenecen a esta parte.
Enfrentando el abandono
Cuando era joven el abandono de la iglesia por parte de un amigo lo sentía como ofensivo, ¿pueden creerlo? de hecho recuerdo sentirme enfadado por eso. A menudo me pregunto ¿por qué lo tomaba de esa manera?
La conclusión a la que he llegado es que lo percibía como un desprecio, algo como «¿acaso no es bueno lo que hago?» «¿me estas diciendo que estoy equivocado?»
Entonces no era consciente de la forma de ese pensamiento pero ahora sí puedo ver su contorno. No me avergüenza reconocerlo porque al iluminar esas escenas pasadas, se desactiva el pataleo que perdura allá en el fondo del alma.
Con el tiempo, aquellas emociones, se aclaran y se despojan del pudor con que el pasado cubre la memoria. Escudriñar esas planchas grabadas en el alma y tratar de comprender, aclara el presente y nos ayuda a entender las voces del alma, aquellas pendientes de ser escuchadas.
Por eso aconsejo a todo el mundo que no se apresure en morir porque con los años aprendemos la sabiduría que enseña el cuerpo. Éste no es solo la morada del espíritu sino una compañero de conocimiento. Nuestro cuerpo nos enseña mejor en la madurez que en la juventud. La juventud es incorpórea, su sustancia física es transparente y se asemeja más a un plasma acelerado por los campos eléctricos de las emociones.
A medida que maduramos el cuerpo se hace más sólido y manifiesto y se mueve en función de las economías ajustadas de la razón y el análisis. Si la juventud es un divino tesoro, una madurez prudente es su mejor inversión. Por eso cuando me dicen lo bien que me conservo, yo creo escuchar: «no has aprendido nada». Y es cierto, a veces en las reuniones del consejo, aun asoman los coletazos de ese joven que me hacen sentir fuera de lugar.
Comprender nuestra travesía por la vida, requiere que ésta pase.
La Iglesia circunscrita
Meditar en el nombre de la Iglesia, nos lleva a situarla como un subconjunto de la Casa de Israel. Por lo tanto, aunque algunos estén separados de la actividad, todos estamos en la misma Casa, en sus convenios y ordenanzas y eso es independiente del grado de actividad de cada cual. Al igual que, en cualquier casa, todos los hijos pertenecen a la familia, aunque sus profesiones, elecciones, vestimenta o tatuajes no nos gusten.
Si la idea de que nuestra Iglesia, en esta dispensación, esta circunscrita en la Casa de Israel no resulta evidente, es porque representamos las dispensaciones linealmente en el eje X y esa no es su geometría.
Desde que conocí el evangelio, he visto esa recta (eje X) que representa el tiempo con la lista de dispensaciones, Adán, Enoc, Noe…una tras otra. En cada una de ellas había un aumento de conocimiento (línea roja) eje (Y) respecto a la anterior en el tiempo (X)
Considerar a La casa de Israel, que nació en la dispensación de Abraham, como un punto en ese camino sugiere una dimensión lineal. Esa línea recta, produce una pérdida de sustancia al enseñar sobre Abraham y la Casa de Israel, crea en nuestra mente una posición incorrecta de nuestra dispensación y por lo tanto un comienzo desenfocado de la condición de Santos de los Últimos Días dentro de Israel.
Para tener una ubicación correcta, hemos de abandonar ese eje X que representa el tiempo como función principal. Asumimos el tiempo (t) como el cociente que razona todas nuestras actividades en la vida, estudios, trabajo, deudas…pero no lo es en este asunto.
La casa de Israel es ajena al tiempo y todo lo incluido en ella también. Por eso la imprecisión del término «los Últimos Días» nos ayuda a desbancar al tiempo (X) como obsesión principal de una época, la nuestra, que esta subyugada por éste.
La Casa de Israel nace cuando su plan para la humanidad empieza a curvarse a semejanza de los movimientos celestes. Un círculo o esfera es atemporal. Ese círculo engloba las dispensaciones anteriores y futuras, a todos los que tomaron sus convenios y ordenanzas en el pasado y en el futuro.
Sin una representación correcta de las cosas, todo lo que sigue estará dificultado en su comprensión.
Por eso la ley de Moisés era muy escrupulosa en la representación del Salvador en los sacrificios del tabernáculo. Las ordenanzas dibujaban en la mente una forma exacta de la salvación. Las representaciones mentales del plan de salvación son importantes porque crean arquetipos.
Suponer que los inactivos no computan en las estadísticas o lo hacen negativamente, nos lleva a considerarlos como datos. Pensar que son ajenos a la Iglesia, que se han «desenganchado» del eje del tiempo (X) de la restauración, es no entender qué es la Casa de Israel.
Durante este artículo relatare mi experiencia con cinco amigos que dejaron la iglesia, sus nombres están cambiados. No lo hare en orden cronológico ni los ubicare geográficamente, pertenecen en gran parte de la geografía de mi país y a través de mis años en la iglesia.
Jared
Yo tendría 17 años cuando conocí a Jared, un joven converso de 19. Él necesitaba atención y yo se la daba. Nunca lo escuché hablar del evangelio o de su conversión, su tema central era él y sus tormentas interiores. Era huérfano, vivía con su madre y un gato.
En todo grupo están los que se compadecen y los que son pragmáticos en sus relaciones. Ambas actitudes son justas en sus posiciones y ninguna prevalece sobre otra porque ambas son necesarias para el equilibrio del grupo. Yo siempre estuve entre dos aguas.El asunto diario de Jared eran los desplantes, críticas, ofensas y agravios recibidos por los jóvenes de la rama y los líderes. Éstas situaciones eran innumerables y se sucedían sin pausa.
Yo lo escuchaba y creía que llevaba razón en todo. Porque para mí, el sufrimiento siempre estaba justificado y su causa coincidía siempre con una injusticia. Su sufrimiento era una causa justa por sí misma, pero yo no escrutaba los hechos, por lo tanto era fácilmente manipulable. Yo estaba envuelto en sus emociones.
Después de una tarde en su compañía me sentía como una esponja totalmente exprimida, una especie de agotamiento me impedía concebir cualquier motivo para alegrarme.
Ahora entiendo, que a veces no es suficiente con la compasión, ésta conviene que vaya acompañada por una propuesta diferente, como decir: «míralo de esta otra forma, con esta luz.»
Ese bucle emocional dañino en el que estaba Jared, le impedía conocer la sanación del alma que ofrecía el evangelio. Pero yo no podía verlo, tenía 17 años y le seguía en aquellas amargas espirales sin fin.
El atribulado debe ser compadecido por su compañero, aunque haya abandonado el temor del Omnipotente. (Job 6:14)
Jared formó a su alrededor un pequeño grupo de cuatro personas. De alguna forma nos sentíamos mejores porque escuchábamos y le comprendíamos. Pero ahora entiendo que sólo teníamos su relato, una versión de su vida como santo de los últimos días y eso desligado de lo demás puede ser muchas cosas.
Jared al final dejo la Iglesia, yo no supe ayudarle mejor y desde la distancia presiento ahora el origen del conflicto interior que se manifestaba en esa actitud de naufrago resentido.
De todos aquellos que pasaron por su vida, ninguno supo o pudo ayudarlo. Quizás porque no sabíamos hacerlo mejor.
Ignacio
Conocí a Ignacio en mi edad adulta. Un miembro ejemplar en todos los sentidos. Elija, estimado lector, un aspecto del evangelio o de la vida y sin dudarlo le diré: Ignacio era ejemplar en eso.
Una tarde pasó por casa, al llamar el timbre no funcionaba. Después de tratar el asunto que le traía se fue. Al día siguiente al llegar del trabajo el timbre funcionaba, Ignacio estuvo allí y lo arregló. Así era él en todo.
Después de unos años comenzó a trabajar en varios negocios. Yo vi preocupado cómo la filosofía de esos negocios pasajeros, comenzó a impregnar su lenguaje. Trasladaba esa visión a las reuniones de comité y comenzó a considerar la restauración del evangelio como una opción más junto a otras religiones (que lo es) y del mismo valor y contenido (que no lo es). Yo estaba perplejo, pero ya no tenia 17 años.
Ignacio era estable emocionalmente y basó su decisión en motivos intelectuales. Intenté razonar con él, pero su escudo estaba ya forjado. De manera inteligente, todo su relato había sido meticulosamente construido antes de hacer pública su decisión.
Su discurso era un constructo para fundamentar su decisión de abandonar la iglesia. Créanme, todos podemos hacerlo, no nos faltarán elementos, siempre encontraremos ofensas, dudas, publicaciones, contradicciones, sospechas, injusticias. Pero a ninguno de mis amigos escuché hablar sobre Jesucristo y su redención. Ninguno me habló de sus rodillas dobladas ante Él.
Es un refugio obligado del que se aleja, el ceñirse a la parte central «de los Santos» y obviar tanto a Jesucristo como a los últimos días.
“Nadie da gracias, al cauce seco del río por su pasado”. R. Tagore.
Pero cómo olvidar a Ignacio. Las acampadas con los jóvenes, sus historias y aventuras. Su entrega servicial a cualquiera que lo necesitara, siempre quedarán en mi memoria.
Pero creo que el Señor no permite que su recuerdo desaparezca en la memoria de nadie, o quema o alienta. El pastor de Israel no olvida a nadie y todos seremos siempre sus ovejas.
Alicia
Yo era joven cuando conocí a Alicia. Ella estudiaba en el instituto y yo electrónica en formación profesional (FP).
En una ocasión me pidió ayuda con unos problemas de física donde había que usar la ley de Gay-Lussac. Me sentí honrado que alguien de bachiller pidiera ayuda a alguien de FP. Cómo le iba a decir que no dominaba del todo este tema, ¿lo haría usted estimado lector?
Así que repasé, me preparé lo mejor que pude y fui a su casa.
Después de unos días nos encontramos en la capilla. Me dijo que ningún ejercicio de los que hicimos juntos estaba bien, falló en todos.
Desee que la tierra me tragara, quedé muy mal y la FP también.
Alicia era espiritual y emotiva. En una ocasión me dijo que en la Santa Cena había ocasiones en que lloraba de emoción al recordar el sacrificio del Salvador. Eso a mí me impresionó en gran manera. Yo no podía sentir tal cosa ni aunque me esforzara. Me preguntaba cómo debería ser esa cercanía con el Salvador para vivirlo de esa manera, ojalá yo pudiese.
El tiempo transcurrió para ambos y Alicia tuvo algunas situaciones muy difíciles en su vida que no voy a relatar. Me enteré que dejó la Iglesia y se dedicaba con gran éxito a su vida familiar y profesional.
«sí, y cuídense aun los que son santificados.» (DyC 20:34)
Me pregunté qué gran prueba o circunstancias pudieron opacar esos momentos que ella vivía en la Santa Cena. Sin embargo cada vida es intraducible, cada persona es una urna sagrada de cuyo interior no sabemos nada. Más que juzgarlo, solo podemos guardar reverencia ante ese misterio.
Pero me preguntaba por qué, mi pregunta era casi infantil, y deseo seguir con palabras infantiles la estela de este recuerdo.
«El Señor no es como yo Alicia. Él sabe la solución a todos los problemas. El no va a equivocarte como hice yo. Por muy difíciles que sean los problemas, como los de Gay-Lussac, Él los conoce todos, confía en el Salvador.»
Pero nunca tuve la oportunidad de decírselo.
Además ¿Iba a confiar por segunda vez en mí?
Germán
Conocí a Germán con su inseparable vespino, una moto de 49 CC.
Cuando recuerdo a Germán lo percibo como un alegre pajarillo que viene a nuestra ventana. Porque fue él quien escogió nuestra compañía. Venía con su moto siempre sonriendo, nunca lo vi serio.
Ahora me doy cuenta que se sentía feliz solo por estar con nosotros. Entonces no lo sabía, pero ahora sé que aspiraba a nuestra condición, se miraba en nosotros y quería ser igual. Vidas encaminadas, ordenadas y legibles.
Pero Germán vendía lotería.
Nosotros no compramos lotería, no creemos en los juegos de azar. Si Germán nos regalara un cupón lo devolveríamos. Cuando lo veía llegar guardaba los cupones para que no se vieran, aunque en alguna ocasión los vi enganchados a la solapa de su chaqueta.
No piense el lector que fue rechazado por eso, no fue así. Pero hay filamentos que parten de nuestra alma hacia los demás, no son visibles pero llegan al corazón del prójimo, aunque él no lo note. Sin sonido ni tacto, sin verlos pero penetran poco a poco en su sentir, como un susurro.
Ahora sé, entonces no lo sabia, que al verlo llegar en su moto, no lo imaginaba más allá de a donde ésta lo llevara. Era un pensamiento silencioso, yo no lo escuchaba entonces pero ahora lo oigo claramente.
«¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.» (Sal. 19:12)
Yo no podía verlo en nuestro futuro de santos de los últimos días, no lo veía en una misión o yendo al templo…porque el vendía lotería. Tan ciego estaba yo y no lo sabía, esa parte de mí que urdía oscuridades sin informar de ellas, sin decírmelo. Tan débil era mi vista que he tenido que esperar años hasta que se va aclarando.
Cuan tierno y doloroso es recordar a Germán, ahora que ya no sé nada de él, cuanto para arrepentirme.
Ahora que veo menos, ahora veo más.
La conferencia de Salou.
Tendría unos 18 años cuando los jóvenes de la rama fuimos a la conferencia de la juventud en Salou a 692 Km. El viaje se hizo infernal, el autobús no tenia aire acondicionado, el motor era antiguo y no pasaba de 70-80. Llegamos tarde, después del almuerzo cansados y hambrientos. Al llegar se nos dijo que había que subir un cerro donde el Pte Catrón iba a dar una charla.
Se formaron dos grupos, el liderado por Jared se quejó con razón del cansancio, el hambre la deshora de llegada, el error de organización, el dinero pagado etc. Yo por supuesto estaba con los dolientes, los comprendía y cómo no darles la razón.
El otro grupo era liderado por Antonio. Recuerdo como si lo viese, que Antonio empezó a dar saltitos frente a todos nosotros y decía «vamos chicos, animo vamos arriba»
Nos separamos, ellos se fueron a la cima del cerro y nosotros a la habitación del hotel.
Al llegar se echaron en las camas y yo de pie en la ventana me pregunte ¿A qué he venido aquí? Tuve, gracias a Dios, esa claridad mental que se sobrepuso a las quejas todas justas y a las razones, todas correctas. ¿Qué hago en esta habitación?
Les dije a mis amigos, casi en tono de disculpa, que me iba a la charla. Cuando lo recuerdo me veo a mi mismo desesperante, ¡Que muchacho más tonto!
Corrí monte arriba como una exhalación, no notaba cansancio ni tenía quejas. Solo quería llegar cuanto antes.
Ninguno de los que se quedaron en la habitación del hotel permaneció en la Iglesia. Pero ese día yo decidí hacer una misión, Antonio fue mi líder de zona.
Los inactivos en la Casa de Israel
A todos mis amigos, mis hermanos, aquellos que fuimos recogidos en la red del evangelio. Nuestras vidas están entrelazadas en sus mayas, nuestras decisiones hiladas en el tapiz del destino. Todos nos hemos influido unos a otros y el resultado es lo que somos. Que privilegio haberos conocido a cada uno, por lo sufrido y por lo disfrutado. Todos nosotros, los unos, los otros, aquellos, estos, los que se fueron los que no, todos estamos grabados en sus palmas.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tiene el mandato en esta dispensación, de administrar las ordenanzas y convenios de la Casa de Israel a la que pertenece. Pero ni la Iglesia ni los santos administran la relación entre Jesucristo con cada uno de nosotros, eso pertenece al peciolo personal.
…porque así se llamará mi iglesia… (DyC 115:4)
El nombre de la Iglesia no solo tiene significado lingüístico sino espacial.
Si lo expresamos en vertical, el lector pensará que es incorrecto, ya que nuestra escritura es lineal, de izquierda a derecha, en el sentido del paso del tiempo. Sin embargo, la sintaxis del Señor no es lineal sino espacio/temporal en su comprensión…«el mismo que contempló la vasta expansión de la eternidad…»(DyC 38:1) no se expresa solo en la forma lineal que escribimos y escuchamos. Hemos tratado eso bastante en Teáncum.
Al elevar así el enunciado «La iglesia de Jesucristo», se asemeja a un tronco de árbol. De hecho Cristo es el cordero de Israel, quien unifica a Israel a su derredor. El fundamento seguro, el árbol en el sueño de Lehi, el tronco de Isaí.
«¿Quién es el tronco de Isaí, del cual se habla en los versículos 1, 2, 3, 4 y 5 del capítulo 11 de Isaías?
De cierto, así dice el Señor, es Cristo.» (DyC 113:1-2)
La raíz de ese tronco, es la Casa de Israel, fruto del pacto. Lo vemos claramente en Jacob, en la alegoría del olivo cultivado
«…han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz ha producido mucha fuerza;» (Jacob 5:18)
Aquellos que alcanzan la humedad, son los que reciben el poder de la Casa de Israel para recibir conocimiento y salvación, es decir la humedad de la raíz. Las ordenanzas necesarias son las que administra nuestra Iglesia.
Igual que fue alzado Cristo en la cruz para dar su vida por nosotros, alzando el nombre de su iglesia se asemeja a ese olivo cuyo tronco es el Salvador y sus ramas los santos.
El último término «los Últimos Días» no es concreto, está fuera y pertenece al Padre, quien es el dueño de los tiempos de la viña.
Vemos que, al girar en el espacio 90º el nombre de su Iglesia, «los Santos» no van a continuación de «La Iglesia de Jesucristo» sino que son los frutos del Cordero de Israel y como tales no tiene la suficiente perspectiva para juzgar si éste o aquel es bueno o malo, solo puede crecer en su salvación con temor y temblor.
Ahora veo
Desde el día de nuestro bautismo, pertenecemos por nacimiento a la Casa de Israel. No hay listas de activos o inactivos, la percepción de esas categorías en las escrituras es difusa. La relación del Señor con los miembros de esa Casa es permanente aunque no lo sea la actividad de éstos en su Iglesia. Jehová nunca abandonará a Israel.
Yo seré a Israel como el rocío; él florecerá como lirio y extenderá sus raíces como el Líbano.
Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo y su fragancia como la del Líbano.
Volverán los que moran bajo su sombra; serán vivificados como trigo y florecerán como la vid; su fama será como la del vino del Líbano.(Oseas 14:5-7)
El nunca nos olvida, puede enojarse, castigarnos, bendecirnos. Pero Israel siempre está delante de sus ojos. Israel es mucho más extenso que nuestra Iglesia porque abarca todas las dispensaciones y a todos los nacidos en sus aguas. Sin condiciones.
Si nos viésemos de nuevo nos estrecharíamos en una abrazo, ya no vería quejas, ni cupones, pediría disculpas, comprendería más porque ahora veo mejor.
Conmovedor, desde el día de nuestro bautismo pertenecemos por nacimiento a la casa de Israel.
Lo cierto es que lo que parece ser un tema simple, activos-inactivos, es bastante complejo, el corazón de las personas a veces es insondable.
Muy buen artículo, felicidades y gracias.
Si asi es, la condicion de miembro de la Casa de Israel es por nacimiento de las aguas del bautismo. Disfrutar de su hacienda es el privilegio de cada uno