Este asunto me preocupaba en extremo. Yo no tenía más ambición que tener un día un trabajo. En 1980, en Sevilla era algo tan difícil que parecía imposible conseguir uno. Ya ve estimado lector, que no apuntaba hacia grandes ambiciones, sin embargo el devenir de las cosas me embarcó en actividades apasionantes que nunca imaginé.
Después de terminar mis estudios de electrónica me fui a la misión con 19 años.
Elder Calvert
Mi primer compañero fue Elder Rey L Calvert. El primer día de trabajo comencé a decirle lo que había que hacer y cuánto había que trabajar. Si yo hubiese estado en su lugar, no lo habría consentido, habría usado muchos infinitivos para explicarle cuál era su posición y cuál la mía.
Pero Elder Calvert tuvo mucha paciencia conmigo y llegué a quererlo y admirar la bondad y el autocontrol que tuvo. En vez de ofenderse conmigo me regaló una bolsa de piel que su padre uso en su misión. No quise aceptar ese recuerdo familiar ¡era de su padre! pero él con mirada brillante me lo ofreció. Cuanta bondad y humildad mostraba, lo recuerdo con gratitud y admiración. Tenía un sentido del humor que compensaba mi actitud algo estirada de principiante. Elder Calvert recibía cualquier crítica como una playa las olas, iban perdiendo fuerza hasta que te dabas cuenta que su bondad y humor era superior a tus razones.
Estos aspectos de nuestra personalidad afloran claramente en un ambiente protegido de exabruptos gracias a las normas misionales y perfilan claramente quiénes somos. Pero entonces yo no lo veía en aquella Universidad del Señor en la que, recién llegado, me creía ya un maestro.
Elder Durrant
El fue mi segundo compañero mayor. Dos metros cero cinco y jugador exitoso de baloncesto en Utah pero persona humilde sin necesidad de serlo. Hombre afectuoso y equilibrado, de mente exacta en sus deberes, correcto y medido en todo. Nunca tuve un reproche contra él y lo miraba como a mi superior natural.
La mañana de mi cumpleaños me despertó con una pequeña tarta y me dijo: «Elder Moraza, tengo un regalo para usted.»
Descorrió las cortinas y por primera vez vi la nieve.
En Alcobendas, cuando Jose Luis y Margarita aceptaron bautizarse, Elder Durrant y yo nos despedimos de su casa y salimos del piso. Saltábamos escaleras abajo. Era de noche y hacia frio, corrimos por un campo desierto y oscuro y comenzamos a gritar. Fuerte, gritamos con todas nuestras fuerzas, nadie nos escuchaba, solo el cielo. Corríamos, saltábamos, dábamos volteretas, gritar y gritar de júbilo. No podíamos contenernos. Era fuego en una noche de invierno oscura de Alcobendas.
Me quite la chaqueta y dije ¡No tengo frio! el se quito la suya ¡Yo tampoco compañero tengo calor! Reíamos y no sabíamos que se podía sentir tanto gozo. No he vuelto a vivir algo así, una clase de felicidad que solo nace en los parajes misionales.
En ese momento Jose Luis no tenia trabajo, Elder Durrant y yo comenzamos a buscarlo en anuncios de prensa y en la oficina regional, porque era nuestro problema también.
Conocí con Elder Durrant la posibilidad de tener un carácter dulce y fuerte. Ese tono nunca lo había conocido o nunca pude percibirlo a mi alrededor.
En la misión puedes discernir los espíritus, siendo este un don recibido para ese campo. Pero no lo sabes hasta que te das cuenta más tarde.
También puedes discernir la forma de ser de las ciudades y distinguir una de otra por la sensación que impregna tu alma, lo sentí de forma extraordinaria en Leon y Burgos. No me ha vuelto a pasar desde entonces
Elder Rodriguez
En ese mismo tiempo Elder Cristobal Rodriguez, fue nuestro líder de distrito en Alcobendas. Cada mañana se levantaba y se hacia un vaso de leche con azúcar y migas de pan. Decía que era el desayuno de los profetas, convertía el comedor del piso en una casa familiar. Todos lo hicimos igual y estaba delicioso.
Este hombre es admirable, yo lo tenia en gran estima. Su carácter estable y la coherencia de sus actos me mostró una faceta de la vida que pasé por alto en la etapa anterior de mi juventud. Seguro que conocí a personas así pero no lo percibí porque no vivía a la profundidad que se está en la misión.
Era hombre de frases impactantes, no sabia de donde las sacaba, algunas las apuntaba y otras las memorizaba. Ante los problemas o situaciones difíciles proponía soluciones que no estaban de acorde a nuestra edad, Elder Rodriguez era más maduro que el resto de nosotros o al menos que yo.
Una vez me contó que en una entrevista con Elder Sandholtz. Al repasar las reglas de la misión le dijo que él no se acostaba a las 22:30 porque no tenía sueño, entonces Elder Sandholtz le respondió «en la misión uno se acuesta las 22:30 aunque no tenga sueño»
Elder Rodriguez me relataba este hecho como una verdad profunda, y lo es. Es un principio eterno dibujado con pinceladas sencillas. Esa era una de sus habilidades extraer de lo cotidiano pensamientos profundos.
Todas esas cualidades surgen de esos jóvenes, que antes parecían normales y nada extraordinarios, pero la misión saca de ellos tesoros ocultos.
Mi afecto y admiración por él no ha menguado con el tiempo.
Su lema era «No paremos ni un momento» frase que pertenece al ecosistema de la misión España-Madrid en 1981, quien haya estado allí sabe de lo que hablo.
Elder Parkinson
También fue mi líder de distrito en Alcobendas.
Una noche antes de acostarnos nos sentamos en el suelo, hacia calor. Nos contó cosas de su vida sin proteger su ego. Me asombro tanta sinceridad de alguien que era nuestro líder, que debería mostrar un perfil contenido pero él hablaba de sus errores sin contrapesarlos con virtud alguna, exponiéndose al juicio que quisiéramos hacer.
Pero esa noche, tengo como grabado a fuego su testimonio de la oración. Fue la primera vez que escuché a alguien, que sabía orar, hablar al respecto. Quedé tan impresionado que me propuse seguir su ejemplo y consejos.
Yo no sabia que existían personas así, me sentía tocado por la fortuna. Cómo olvidar esos momentos, donde un grupo de jóvenes de distintas naciones, sentados en el suelo, escuchábamos cosas nuevas y maravillosas de labios de alguien consecuente y ejemplar, que enfrentaba sus errores gracias a la oración.
Elder Taylor
Elder Taylor y yo fuimos compañeros en Torrejón. Yo era líder de Distrito y me sentía muy presionado por mis responsabilidades. Sabía lo que era la presión en los exigentes estudios que realicé antes de salir, pero aquello era distinto. Nunca he vuelto a sentir aquella carga.
Él y yo no congeniamos mucho, yo cometía muchos errores, olvidaba las llaves del piso con frecuencia, el se sentaba resignado en los escalones mientras llamaba a los otros misioneros para que nos abrieran…otra vez.
Mi sentido del humor era extraño para él. A veces discutíamos, Elder Taylor, que había sido jugador de futbol americano, tenia miradas difíciles de mantener.
Realmente yo era difícil para convivir y muy exigente con los que me rodeaban, de eso me doy cuenta ahora. Fui un buen misionero para desarrollar la paciencia en otros. Sin embargo Elder Taylor y yo tuvimos mucho éxito, nuestro tiempo fue muy fructífero. El se ganaba el afecto de las familias fácilmente.
Parece increíble que personas tan diferentes tuviesen tanto éxito juntos.
Elder Barborka
Elder Barborka y yo fuimos lideres de zona en Valladolid. El trabajó antes como periodista de deportes en Chicago. Tenia un aura natural de autoridad, de fuerza. Era todo un carácter y no tenia reparo en decirte las cosas a ti o a cualquiera muy claras con su mano derecha fileteando el aire. Yo admiraba eso de él.
Una vez el Pte Tucker en una visita de capacitación nos entrevistó a los dos, primero a mí y luego a él. El Pte. me pregunto en que podíamos mejorar y yo le dije que podríamos trabajar más.
Después de terminar las entrevistas, Elder Barborka me miró fijamente y me dijo palabra por palabra lo que dije al Pte Tucker. Me sentí fatal, al descubierto. Esperaba de él resentimiento y conociendo su carácter, una guerra entre nosotros.
Sin embargo noté un afecto creciente desde ese momento. Me quedé sorprendido, no lo entendía. Me habló de su vida, sus padres, sus sentimientos. Aquel hombre de carácter fuerte reacciono a mi comentario de una forma tan cariñosa que no lo olvidaré. Incrementamos nuestros esfuerzos y me consultaba a menudo haciendo sentirme muy honrado.
¿Qué paso en el alma de este hombre? más tarde lo supe, porque me lo dijo. Solo puedo decir que cuando metemos nuestra hoz con nuestra fuerza, atesoramos para nosotros mismos. Nuestra alma cambia.
Elder Diaz
Yo conocía a Elder Antonio Diaz antes de la misión, era de mi rama en Sevilla. Nos encontramos en Valladolid. No fui compañero de Elder Diaz, pero estaba en mi distrito. Me sentía orgulloso de conocerle y del trabajo que hacia. Era una persona de total confianza en la misión, de carácter franco tal como Barborka pero con un estilo sevillano que conseguía una risa en cualquier asunto.
Esa rara habilidad que tenía, conseguía plantear cosas espinosas desde el humor sin que lleguen a herir a nadie. En Valladolid el tuvo que lidiar con misioneros con dificultades, porque era muy difícil estar a la altura que nos planteó el Pte. Tucker.
En una ocasión el Pte. Tucker me preguntó mi opinión sobre él, le dije que Elder Diaz era como un tanque, no había obstáculos que lo parasen en su misión y era constante en su trabajo. Me salieron esas palabras. Elder Diaz sería en el futuro Pte. de la estaca de Sevilla
En la misión conoces a jóvenes de 19 años, que más tarde en tu vida siguen siendo referentes para ti. La misión es un reservorio de inspiración.
Sigo viendo a muchos de ellos como mis líderes naturales. No me siento menor por eso, me siento agradecido de haberlos conocido.
Elder Lunt
Fue mi compañero como líderes de zona en Valladolid antes de terminar mi misión. Trabajamos mucho, muchas horas, poco descanso, creo que le pedí demasiado. Si lo viese ahora le pediría perdón por algunas cosas.
Pero también vimos milagros.
Un día regresábamos al piso exhaustos, no teníamos nada para comer y de pronto nos llamaron de un primer piso donde vivía la hermana Agüero. Nos enseñó una bolsa y nos dijo «Cogedla» y la tiró desde su ventana. Era un conejo, al llegar a casa lo hice al ajillo. Caído literalmente del cielo.
En otra ocasión oramos cada uno por separado para saber que calle de nuestra zona íbamos a tocar. Al reunirnos teníamos anotada en el papel el nombre de la misma calle. Pasamos todo el día tocando puertas y no conseguimos nada. Eran las 21:20 de la noche y deberíamos irnos a casa. Solo quedaba un portal y decidimos intentarlo. En la última puerta conocimos a Ana Romera y sus dos hijos. Todos ellos se bautizaron.
Con Elder Lunt descubrí aspectos de mi personalidad que no conocía y supongo que representé para el una prueba para su carácter. Yo siempre primaba los objetivos y eso me producía una especie de inmunidad hacia los sentimientos de los demás. Siento decir esto, no habla bien de mí, pero el conocimiento de tu alma que consigues en la misión es revelador y a veces somos la prueba y otras la bendición para otros.
Elder Lunt, persona trabajadora, humilde y paciente que supo estar a la altura que teníamos en la misión de Madrid y del plus añadido de nuestra zona en Valladolid.
Elder Killpack
Terminare con Elder Killpack quien fue mi líder de zona en Torrejón de Ardoz.
Solo lo vi en persona dos veces pero el impacto que recibí ha perdurado hasta hoy. Hicimos un cambio en Torrejón y pasé una tarde haciendo contactos con él. Ese hombre emanaba poder y no se cómo explicarlo, es difícil. Yo lo discernía perfectamente.
Cuando estuve en León, los miembros me decían que antes de que Elder Killpack llamara a la puerta ya presentían su visita. Sus impresiones coincidían con la que experimenté esa tarde. El me contó sus metas bautismales antes de venir a la misión, tenía como meta 27 bautismos mensuales y no había bajado esa perspectiva.
Encontré en su piso en Leon algunas agendas antiguas con 65 horas de trabajo a veces con pocas charlas en relación al esfuerzo. Pero eso solo lo magnificó más a mi vista, porque sabía lo que era enfrentar esa situación tan dura. Insistir, perseverar día tras día siendo «NO» tu compañía constante. Sabía como era liderar una zona teniendo una carga tan fuerte en una ciudad difícil como Leon. Me traje esas agendas y las conservo como muestra de que no debemos desfallecer.
Usted dirá, estimado lector, que alguien con esas metas es poco realista, de hecho no lo consiguió. Pero ese hombre vivía, trabajaba y tenía una fe al nivel de sus deseos. Cuando estabas con él notabas esa fuerza, transmitía un «es posible hacerlo»
Han pasado 42 años desde entonces y su impacto en mi vida es el mismo. Como los cráteres de la Luna, no se erosionan con el tiempo. Ahora puedo traducir aquella impresión como algo así «Hay que tener un alma grande»
Solo conocí a alguien parecido a él y fue Elder Sandholtz cuyo impacto en mí fue de similar naturaleza.
Lo que aprendí de mis compañeros en la misión España Madrid
Una breve semblanza de las experiencias vividas, puede darnos una muestra de aquellos días para mí pasados y para nuestros jóvenes futuros misioneros presentes.
Cuando era misionero solo podíamos escuchar música del coro del tabernáculo. Pero nos aconsejaban no hacerlo demasiado para no buscar consuelo en la música sino en la oración. Si no orabas no aguantabas, caías.
Escribíamos cada semana a nuestra familia pero solo podíamos contactar por teléfono en Navidad.
El día de preparación era el martes. Había que limpiar, cocinar, comprar etc. y vestíamos la ropa de misionero. En Valladolid si queríamos hacer alguna comida especial para todo el día de preparación nos reuníamos a las 6:00 de la mañana para desayunar y así no trastocar el horario.
La jornada de proselitismo semanal era de 60 horas, pero Elder Lunt y yo hacíamos entre 67 y 72. Solo podíamos visitar a los miembros para charlas o para pedir referencias. Si comíamos en casa de miembros, después de comer salíamos inmediatamente. Si eras líder de zona o distrito y no bautizabas, tenías entrevistas para ver por qué. Tu marcabas el camino con tus resultados. Era tal la presión que en Valladolid, como líder de zona, tuve erupciones en la piel a causa del stress.
Nunca en mi vida he estado bajo tanta presión. Nunca en mi vida volví a trabajar con tanta intensidad.
Después de la misión hice el servicio militar en un barco de la armada española. Literalmente me sentía de vacaciones en un crucero, observaba perplejo cómo mis compañeros se quejaban de todo. Yo estaba flotando de placer en un buque militar.
De forma literal, en Valladolid nuestro distrito tocó las puertas de cada habitante de la ciudad y en mi zona no solo una vez, por lo tanto «no hubo ojo que no vio, ni oído que no escuchó» (DyC 1:2) nuestra invitación a conocer el evangelio. Elder Lunt y yo subíamos las escaleras corriendo y bajábamos llamado a las puertas. A veces almorzábamos manzana y en la noche no dormías, caías en coma.
El próximo año cumpliré 62. No he tenido en mi vida un tiempo tan duro ni tan exigente como aquel de la misión con el Pte. Robert A. Tucker, a quien seguíamos por pura admiración. Ese hombre duro y amoroso.
Y les digo una cosa, aquello fue maravilloso porque estuve rodeado de gigantes, solo he nombrado a algunos, pero no podré olvidar a Elder Bean, Nelson, Cawlley, Tolly, Campbell, Christoferson, quien me encamino a obtener un testimonio cierto, no voy a nombrarlos a todos. Pero no cambiaría ese tiempo por nada, sacó lo mejor de mí.
Esa gente me cambió. Yo cambié. Conseguimos, junto a los miembros, la estaca de Madrid.
En los momentos más difíciles, cuando no podía más, cuando sentía que fracasaba, cuando todo se oscurecía, abría la ventana de mi habitación para oír el ruido de la calle, los coches, los viandantes, y oraba con ese ruido para recibir fortaleza en medio ese mundo que no quería escucharnos. Recuerdo ese ruido urbano como olas rugientes, dispuestas a erosionar un día más mi permanencia en la misión. Más de un día recibí un manto descendente que me fortalecía.
Solo tenía a mis rodillas y eso me lo enseño mi líder de distrito Elder Parkinson en Alcobendas, Madrid y nunca le olvidaré.
Querido amigo David:
En primer lugar, gracias por la amabilidad de tus palabras.
Fue un placer trabajar contigo en Valladolid.
Cuando hablamos de nuestras experiencias misionales creo que debemos tener en cuenta a nuestra audiencia. Podemos tener la tendencia de exagerar algunos recuerdos, y si son negativos podemos dejar la falsa impresión de que toda la misión fue así, con anécdotas u ocurrencias negativas.
Al relatar tus recuerdos has dejado ver tu generosidad: todos tus compañeros fueron buenos.
Tengo recuerdos agradables de todos mis compañeros y sitios donde me asignaron. Han venido a mi mente casi a diario en mi vida. Considero que fue un campo de prueba excepcional para el resto de nuestras vidas. Nunca me he arrepentido de mi decisión de salir junto a Paco Turrillo y Cristóbal Rodríguez. Bueno, amenacé a mi compañero, Elder Lyons, el primer sábado en Santiago de Compostela a volverme a mi casa si me daba otra vez para desayunar gachas de avena.
Mantengo un sentimiento de gratitud hacia todos los que han servido en nuestro país. Ellos y ellas nos han ayudado a establecer la Iglesia en nuestra tierra. Fueron asignados a una tierra extraña (difícil de localizar para algunos en el mapa buscando al sur de México), con un idioma difícil de conjugar y una comida algunas veces complicada de tragar. ¡Cuánto sacrificio, sudor y lágrimas han dejado en nuestras calles!
Te aprecio y respeto por muchas razones.
Te he visto siempre intentando hacer compatibles tus inquietudes intelectuales con las verdades del Evangelio y veo que has tenido éxito en conseguirlo.
Apreciamos tu elocuencia y dedicación en tus publicaciones.
Un abrazo.
Un abrazo Antonio siempre serás un referente en mi vida
Hola David Brito:
He visto que ha cancelado mis comentarios.
Pero igual insistiré en escribir. En el caso de la obra misional. Usted podrá conocer, si busca mi nombre en la Misión Buenos Aires Norte, de Argentina, que serví entre los años 1977/1979. Era el tiempo que los argentinos comenzábamos a servir en el campo misional. Pero teníamos una característica… No habíamos recibido las investiduras. No había templos en el Cono Sur de Sudamérica. El que podía (Casi ninguno, debía ir a Lago Salado). Usted cuenta sus relaciones con sus compañeros. Yo tuve bueno y malos. Como algunos otros me han considerado lo mismo. Pero esto le puedo comentar (espero que no lo borre o me bloquee):
En la década del sesenta, para la iglesia, que dice ser universal, en Lago Salado y según un libro aprobado por la 1ª Presidencia de la época, “éramos considerados Lamanitas”. Decía: “LA OBRA ENTRE LOS LAMANITAS EN SUDAMERICA, ESTÁ CRECIENDO”.
Fue con ese concepto, y sin investiduras, que los argentinos éramos “misioneros de segunda”. Dicho por ex misioneros y compañeros en éstos tiempos. He tenido el gusto de recibir en mi hogar, ex misioneros yanquis, por varias veces, y ellos abrieron sus recuerdos de esa época, y así nos veían. Era triste ser tratados de esa manera cuando se habla de una iglesia que cobija a todos por igual. Bueno, no fue así, aquí. Lo que digo que me superé, y llegué a conquistar almas para enseñar.
Pero, aquí es lo que quiero referir: Fui un misionero exitoso, digo así, porque el éxito en ésta misión era igual a “bautismo”. Y si a eso se refiere, es el día de hoy (24/01/23) que no se ha superado el número de almas, que llevé al bautismo (junto con mis compañeros) Pero cuando fui llamado a ser “asistente viajante” del presidente J. Bishop, los egos de los norteamericanos, fue elevándose. Era mi misión viajar (en un auto o carro, dispuesto por el presidente) por toda la misión, solo supervisando los programas, y mini¬ entrevistas en las zonas. Hasta que un buen día, faltando dos meses para finalizar mi misión, un grupo de misioneros yanquis, y antes de comenzar una mini conferencia, me dijeron: “No lo reconocemos como nuestro líder misional” ¿Qué opina usted, el actuar del sacerdocio, envestidos con un mismo llamamiento?
Regresé a la casa de la misión, y pedí un traslado, abriendo una nueva área, que el año 2017, visité y quedaban hijos y nietos de aquellos bautismos, y una capilla levantada.
El crisol de razas, no unifica las culturas y creencias. La religión, solo cubre con un manto transparente.
Hola David.
Nunca he bloqueado a nadie, aunque haga comentarios negativos. Tu no los has hecho y si los hicieras no te bloquearía.
Tu experiencia me parece muy instructiva, más que nada por haberte superado a una situación donde podrías haber renunciado u ofendido. Sin embargo lo superaste con mucha elegancia. La verdad es que me he reído un poco ¿Cómo que no te reconocían como líder misional? Ellos solo pueden aceptar y seguir lo que se les ha mandado, aunque no les guste. Bueno, me rio ahora pero debió ser duro para ti en ese momento.
Bueno David un placer leerte y no se, por que dices que te bloquee. Quizás ha habido algún error en el envió de alguno de tus comentarios, te aseguro que no ha sido por mi parte.
Escribeme si quieres mi correo esta en el pie de la web
Saludos
Hola David Brito:
La misión para mí, y en el tiempo que lo hice, no fue para nada fácil. Estaba la Argentina monopolizada por misioneros/as norteamericanos. Entrar me costó, y casi en mi primera entrevista con el presidente, me regresaba a mi hogar. Fue duro para los argentinos, porque se les exigía el sistema de charlas palabras por palabras. El formato de libro que contenía las 6 o siete charlas de presentación. Al manifestar al presidente que “no las había aprendido de esa forma”, me amenazó de ser un misionero menor, durante toda la misión. Primera amenaza, y decir que no recibiría la influencia del Espíritu Santo para enseñar. ¡Qué ironía! Negar un poder que viene de lo alto, y no de los hombres. La segunda situación fue: ¿Cuál es su meta de bautismo, para la misión? Me preguntó… ¡No sé!, le dije. Fue como si se levantara del sillón el presidente, y ahí tuve las ganas de volver a mi casa. Tenía las maletas delante de mí. Pero me dije… “respira y tomate un segundo tiempo”
Así que tuve la persecución del líder de distrito, en aprender las charlas de memoria. Perooo, mi relación con el Señor aumentó muy rápido. A los 45 días de estar entre nebulosa, una noche salí al patio de la misión, e hice convenio de obediencia con el Señor, a cambio de que soltara mi lengua en enseñar. La consecuencia sería el bautismo.
Así fue como en mis dos años superé la meta de la misión, (¿notable no? A pesar del primer presidente que auguró espinas por todos lados. Y sin contar los otros bautismos que tuvieron otros misioneros, que siendo líder ayudaba a encontrar y enseñar.
Y cuando fui llamado como asistente del presidente, se desató esa lucha de descontento con mi llamamiento. Sí, suena a broma, pero fue real. No me aceptaban como su líder.
Fue entonces que desde la misión, me comencé a cuestionar lo “que es el liderísimo”. Si no está dentro de ámbito, no eres bien visto. Aún más: “La iglesia, por medio de unos líderes, me daban una beca en BYU…. “Lideres locales me trataron de acomodado. Entonces me preguntaba: ¿Dónde está la hermandad que tanto se enseñan? ¿No es el sacerdocio de Melquisedec, una autoridad igualitaria, excepto por los llamamientos? ¿Cuál es el ensañamiento de discriminar?
Y una cosa tuvo razón el primer presidente: “Cuando faltaban dos meses para finalizar, pido traslado, y me asigna un compañero argentino, que ya habíamos sido compañeros, y me llaman como líder de distrito con 6 élderes. Y le dije al presidente: Ya fui su compañero mayor: “él necesita ser el líder y yo su compañero menor”. El presidente no comprendía cómo aceptaba terminar mi misión como compañero menor.
Los lideres no entienden, que el sacerdocio no es para diferenciar, o poner a otros por sobre los demás. Sino que es la investidura del servicio.
Pero bueno, espero que se diviertan un poco más. Y saber que en la misión hay desafíos, reglas que cumplir, y trabajo por hacer. Eso entendí, y fui bendecido.
Pero me encendió alarmas sobre la doctrina, y del verticalismo de la iglesia.
(tu tienes mi correo, si quieres intercambiamos )
Mi amado amigo gracias por tus palabras me has hecho revivir una de las etapas más bonitas de mi vida.
Bueno pues también eso es bueno, recordar y mirar hacia delante. Un saludo excelencia siempre a su disposición
Querido David, he leido con gusto tus experiencias como misionero. Me han hecho recordar las mias y por las diferentes etapas que vivi en mi mision.La vida de un misionero puede significar toda la vida de un mortal vivida en tan solo dos años.Ademas, en general, creo que jamas en nuestra vida compartiremos 24 horas al dia con la misma persona. Lo que significa tener que adaptarnos mutuamente como personas. Saludos, Marco de Chile.
Hola Marcos. Sí es verdad la misión exige mucho de nosotros y especialmente en la convivencia. Un tiempo muy intenso y maravilloso. Gracias por visitar teancum, sin vosotros no existiríamos
Buenísimos testimonios de la misión ex Elder David Moraza, le felicito por todas esas experiencias adquiridas y quiero aprovechar estas fechas para felicitarle las Navidades que junto a su familia pases estos días muy felices
Con mucho cariño su admirador Miguel
Gracias Miguel por seguir a teáncum, eres una fuente de ánimo. Espero que tengas feliz Navidad
Jorge siempre tu amigo. Nunca olvidare la juventud que compartimos. Un abrazo y cuidate mucho. Feliz navidad a ti y a tu familia
Por unos momentos, me has hecho revivir muchos sentimientos y experiencias maravillosas de la misión. Siempre te he admirado y querido profundamente. Te mando un abrazo de agradecimiento por tu ejemplo. Os deseo a ti y a Nati y a vuestros hijos, una muy Feliz Navidad.