Los jóvenes y la modernidad líquida representan un desafío. En el artículo anterior veíamos algunas condiciones del desarrollo de la iglesia desde su inicio hasta principios del siglo XX. Ahora veremos algunas reflexiones sobre nuestro mundo actual, donde en el mundo de los jóvenes y la modernidad líquida, prima el fin de las certezas, la abolición de lo sólido, la expansión de lo liviano.Nos encontramos ahora en el tiempo de la incertidumbre. En ese entorno hemos de edificar una vida sólida en la roca del evangelio que es Cristo.
Algo de historia

En el año 1977, los jóvenes de la rama de Sevilla II, en Tomás Murube, solíamos hacer lo propio de la edad. Además de tonterías, salíamos de excursión, de meriendas, bailes, divertidas noches de hogar, noches de hallowen y tardes perdidas de charlas sin utilidad. Una vez fuimos a bailar con las chicas de la base militar en Rota (los de Cádiz y San Fernando se acordarán).
No necesitábamos ninguna reunión ni comité, ni metas, ni presupuesto ni liderismo. No sabíamos qué era eso todavía. Éramos espontáneos e irreverentes y a la vez buenos, de confianza, herbívoros e incluso ingenuos.
En la actualidad para ir a tomar una pizza, se necesita una reunion, un calendario, una meta, presupuesto y un liderazgo que expulse a los cuerpos del poder de una consola.
¿Por qué es así?
Tengo claro por qué no. No éramos mejores que los jóvenes de hoy. Nuestro mundo era cierto y el futuro el lugar de nuestra esperanza y se extendía ante nosotros compactado por el esfuerzo. En ese futuro había una familia y en ella los elementos comunes de nuestra infancia.
Ahora nuestros jóvenes, tienen bajo sus pies un mundo que cruje al paso con sonidos tumultuosos. Su orografía cambia a cada instante y no existe un paisaje cotidiano. Es un mundo en conmoción. El futuro es un lugar brumoso de incierta ruta.
Los jóvenes y la modernidad líquida son mundos en colisión, ellos lidian con un entorno incierto. Sin embargo, los santos somos irreductiblemente optimistas.
Contenidos
Los cazadores de ciervos, una parábola
Jean J. Rousseau nos cuenta una historia de cazadores de ciervos. En colaboración con otros el cazador necesita paciencia a la espera de su presa, perseverancia y colaboración. Un ciervo es un gran recurso contra el hambre para una tribu que ha descubierto el mañana.
El problema, es que el bosque esta lleno de liebres y cazar una es fácil. Si el cazador decide cazar una liebre para sí mismo, rompe la colaboración. El resultado es nefasto para su grupo y… también para él.
Si nos situamos en el lugar de los demás o de la tribu (no en el lugar del triunfador con su liebre), nos damos cuenta de la incertidumbre que se genera al romperse ese acuerdo antiguo entre generaciones, acuerdo que había preservado a la tribu del hambre durante siglos. Al extenderse el interés por la caza individual en cada nueva generación, el mañana de la tribu se hace cada vez más incierto.
La seguridad que el ciudadano recibe de los estados y naciones se va resquebrajando a favor de una libertad individual mayor, pero inculta e impotente al darse de bruces con los engranajes fríos e impersonales de la modernidad liquida.
Los cazadores de hoy
Aquellos que vienen de Sevilla II o su equivalente, que ahora tenemos más de cincuenta años, observamos extrañados a una generación dislocada de la coyuntura del pasado, que incapaz de articular un nuevo movimiento, observa inmóvil, cómo se descoyunta el cuerpo social, abultando la apariencia individual de sus participantes.
Ahora, si nos fijamos un poco en los jóvenes y la modernidad líquida, vemos detrás de la apariencia, una afectación por este cambio. Sin embargo nuestra estrategia local no se ha desarrollado lo suficiente, como para contrarrestar la disolución del terreno circundante. Urge una reacción que se base en la comprensión de qué está pasando.
Nuestro bosque
El fin de la definición del ser humano.

Cuando Moisés adquiere un conocimiento avanzado de la naturaleza de Dios, recibe la visita de Satanás, éste se presenta ante él para tentarlo diciéndole: «Moisés, hijo de hombre, adórame.» (Moisés 1:12). Al menos, en esta ocasión, recibe del adversario una definición de sí mismo: hijo de hombre.
En nuestro presente no tendría ni eso.
Bauman cita a Alan Touraine al anunciar «la muerte de la definición del ser humano como ser social, definido por su lugar en una sociedad que determinan sus acciones y comportamientos» (Pág. 27)
En una escena moderna del capítulo uno de Moisés, éste se encontraría sin ser un hijo de Dios ni tampoco un hijo de hombre. Una situación ideal para postrarse ante cualquier cosa que se presente reclamando nuestra atención. En este caso, Moisés quedaría a solas para definirse a sí mismo porque, siguiendo con Touraine «las instituciones traspasan al individuo el incordio de definirlo» (27)
Falta de percepción
El problema que tenemos como líderes y padres en la iglesia, es que la situación de los jóvenes y la modernidad líquida, nos es transparente, porque nosotros venimos de un tiempo distinto, en el que asumíamos una definición de nosotros mismos, aunque fuese «hijo de hombre». Y damos por hecho que los jóvenes parten de nuestra misma situación, solo porque tienen la edad que tuvimos, pero, a diferencia, no es el mismo mundo. Se ha producido, no un cambio, sino una fractura.
Ahora algunos de nuestros jóvenes, fuera del evangelio, no encuentran ningún relato épico ¿De que pueden disfrazarse en una fiesta? ¿lo han observado? puede que solo cuenten con un progenitor y un barrio. Fuera de eso, está internet, todo es líquido.
Como iglesia hemos de asumir que, posiblemente en algunos casos, seamos la ultima señal de guia para un ser humano que ni siquiera reconoce su identidad de «hijo de hombre»
La individualización
La gran metamorfosis de nuestro tiempo. Citando a Bauman «Consiste en transformar la «identidad» humana de algo «dado» en una «tarea» y en hacer responsables a los actores de esa tarea… con esto los humanos ya no nacen a su identidad» (Pág. 37)

Siguiendo con el ejemplo de Moisés, él fue un egipcio de la casa real, fue «algo dado» al nacer por segunda vez en el Nilo, por eso se asombró cuando descubre «ahora sé que el hombre no es nada, cosa que yo nunca me había imaginado.» (Moisés 1:10) no lo había imaginado porque era inimaginable para un egipcio príncipe de faraón, él seguía pensando como egipcio, pero al menos esa ropa la traía puesta.
Ahora, al nacer lo hacemos desnudos y no se nos viste con nada, ni aun con hojas de higuera; la tarea de construir una identidad, que antes, «nos era dada» por la cultura, ha sido licuada. Esa tarea realizada por nuestros ancestros se ha disuelto, incluso transferida por los padres a terceros, a los sabios modernos.
La disolución de cualquier rasgo ha llegado hasta el género. La ideologia de genero presenta, ya a los niños, la tarea individual de resolver cuál es su género, dando por hecho que es una decisión personal, sin conexión con su realidad biológica. Sería como nacer en Grecia sin el Partenón, sin Pericles, sin Praxíteles, sin Sócrates, sin Temístocles, sin Marathon… ¿Qué sería entonces ser griego?
La incertidumbre
Ahora para los humanos «no existen canteros previstos donde rearraigarnos». He conocido a jóvenes que no recordaban el nombre y apellidos de sus abuelos. Daba la impresión, por un momento, que eran individuos surgidos espontáneamente, sin arraigo en ninguna familia o grupo. Aún no es algo generalizado pero la tendencia a la individualización es imparable.
Bauman nos dice“La incertidumbre actual es una poderosa fuerza de individualización. Divide en vez de unir y como no es posible saber quién despertará mañana, en que facción, el concepto de interés común se vuelve cada vez más nebuloso y pierde todo valor pragmático” (Pág.150)
Una individualización de la que hemos de cuidarnos entre nosotros, aun cuando nos una el evangelio.
La condición de ciudadanos de Sión
Llegará un momento en nuestra historia como santos de los últimos días, cuando nuestra única identidad será la de de ser miembros de la casa de Israel. Porque los estados serán residuales y ya no se guiaran por los principios humanistas sino por principios económicos y tecnológicos. La tendencia a largo plazo es sustituir el concepto complejo de ciudadanos en el que vivimos todavía, por el liviano de individuo imponiéndose este progresivamente.

Por lo tanto la única ciudadanía que tendremos será la de los santos en la casa de Israel. Por eso es tan importante conservar y enseñar entre nosotros que la Iglesia de Jesucristo es un reino y no simplemente una confesión religiosa.
El relato de Sión
Para eso es necesario construir y enseñar desde temprano, el relato fundacional de ese reino, la historia de sus fundadores llena de esa épica tan necesaria para dar a los jóvenes un lugar donde sedimenten los sentimientos y potencias del alma.
Potenciar y difundir la literatura transversal de la membresía, tan abundante como desconocida entre los santos. Difundir y editar las contribuciones de valor que los particulares pueden aportar para acumular un sustrato cultural donde los jóvenes arraiguen. Ahora solo esta Deseret Books, pensada para el inglés y con un enfoque comercial. Todos los demás idiomas han de ir a blogs en la red, transparentes y sin repercusión para la mayoría para los santos.
Pero un reino como este, se ha de relatar, no sólo desde instancias oficiales, hay que dejar paso a la literatura y la cultura autóctona de la iglesia. Todos necesitamos un relato fundacional en la vida, para asociarnos a él, para sentir que formamos parte de ese grupo ganador. Para que » Así [no seamos] extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos con los santos, y miembros de la familia de Dios;» (Efesios 2:19)
Lo instantáneo y el evangelio

«Instantaneidad significa una satisfacción inmediata «en el acto» pero también significa el agotamiento y la desaparición inmediata del interés» (Pág. 127)
Zygmunt Bauman nos muestra cómo en la modernidad líquida el espacio y el tiempo han dejado de ser un obstáculo, ya que al eliminar el tiempo en la comunicación, en las compras, en la información en general, en las transacciones; todo es accesible en un instante y eso ha provocado cambios en el comportamiento.
Cuando yo era niño, necesitábamos cosas como la vivienda, comida, ropa, juguetes, un coche. Mis padres se esforzaban por cubrir esas necesidades.
En la modernidad líquida las necesidades no mueven el consumo suficientemente, porque las necesidades son pesadas, reflexivas, meditadas y se mueven lentamente. Se necesita algo que fluya más veloz: el deseo.
Pero hay una dificultad para que el deseo consiga la perfecta liquidez del individuo, leemos «En tanto la facilitación del deseo se basaba en la comparación, la vanidad, la envidia...» y añado, eso requiere observar, pensar, sentir… concluyendo, que el deseo no es lo suficientemente rápido. Bauman nos desvela la causa última de la pasión por lo instantáneo «…no hay fundamento detrás de la inmediatez del anhelo. La compra es casual, inesperada y espontánea.» (Pág. 82 citando a Ferguson.)
El anhelo

Es el anhelo la emoción última que mueve a la gente con rapidez en una sola dirección hacia un consumo que es un síntoma.
Citando a T. Marsahll leemos «cuando mucha gente corre simultáneamente en la misma dirección, hay que formularse dos preguntas: detrás de qué corre y de qué huye» (Pág. 83)
Por eso la tendencia de comprar, persigue en los objetos la promesa de la certeza y huimos de lo contrario, de la incertidumbre que nos rodea. Esa es la causa, lo enfatizo ¡La incertidumbre! y los santos no son inmunes a estas sensaciones.
Aun cuando no somos del mundo, los santos y más aún los jóvenes, están en él. Muchos no han conocido la necesidad, no saben de la reflexión y paciencia que se necesita para lidiar con ella, los padres consideran un deber que sus hijos no la conozcan. Pero nuestros jóvenes si presienten la incertidumbre, sí experimentan el deseo y el anhelo de lo inmediato.
A muchos de ellos, los lentos e inescrutables movimientos del espíritu, que«[destila sobre el alma como rocío del cielo.]» (DyC 121:45) se le muestran tardíos, extraños e inasequibles, les cuesta permanecer en una sola página, cuando su móvil le da cuenta insistentemente de la velocidad a la que se mueve su mundo, a un palmo de sus escrituras.
Los jóvenes y la modernidad líquida.
Descubriendo las escrituras

La enseñanza en el SEI es fundamental para los jóvenes. Es un programa estructurado, secuencial, diríamos que sigue las pautas de una enseñanza secular en un entorno espiritual. Pero creo que es necesario, conservando lo existente, proponer un acercamiento más abierto e imaginativo a las escrituras, sin un calendario definido. N
ecesitamos excursiones contemplativas, debates, recreaciones de sus escenas, empatizar con sus personajes, dar rienda a la imaginación sin miedo, despertar de esa forma una amistad con las escrituras basada en el mutuo conocimiento, es decir conocernos a través de ellas. Dejar espacios creativos en los supersábados donde se expresen los hallazgos personales, dejar aflorar el lento crecimiento de la estatura del joven.
¿Realmente conocemos a José el hermano de Nefi? maltratado en su infancia, algún joven que sufre bullying, ¿podría identificarse con él? Pero ¿hay un espacio y tiempo donde sugerir a ese joven a contemplar esto?
Un programa de estudio estructurado es una elección previa de los contenidos, pero al añadir un día a la semana, un antiprograma dejamos a la imaginación y a la espontaneidad su espacio. Solamente con memorizar las escrituras de dominio, hoy día, no será suficiente para arraigarnos en el evangelio, es necesario crear la emoción, el sentimiento y la convicción.
La contaminación líquida.
Nos dice Bauman «Quedarse con las cosas largo tiempo, más allá de su «fecha de vencimiento» y más allá del momento en que se ofrecen reemplazos «nuevos y mejores», «superiores», es en realidad un síntoma de carencia.» (Pág. 133)
Me pregunto¿Nos afecta esto?, vuélvalo a leer.
Pensando en ellos, nuestros jóvenes, ¿Qué les impide considerar a los mandamientos o a la doctrina como algo que no se pueda reemplazar por «nuevas y mejores» prácticas? No digo considerarlo a nivel doctrinal, porque sinceramente, les falta vocabulario y conocimiento para construir eso. Sino a nivel de facto.
Existe el riesgo para ellos, en renunciar a sus posibilidades como miembros a cambio de transformarse en un híbrido entre el mundo y el evangelio; y lo más importante: sin renunciar a ese aspecto formal de su membresía que tanto nos tranquiliza a todos.
Los tiempos necesarios para la nueva maduración se acortan extraordinariamente, en los invernaderos de la modernidad líquida. Pero en la maduración espiritual, así como en la corporal, los tiempos no han cambiado. Para una conversión duradera al evangelio, ellos necesitan experimentar el espacio y el tiempo tal como fueron diseñados en el plan de salvación. Pero en cambio ese espacio y tiempo han sido casi anulados por lo instantáneo.
Las escrituras líquidas

Ahora nos encontramos con que en el lugar por excelencia de esa maduración, las escrituras, se filtran las rutinas y modos del mundo líquido. Observo que se generaliza el llevar las escrituras en el móvil, no ya entre jóvenes, sino también entre adultos. Sin embargo, el espacio y el tiempo se modifican en su lectura sin que lo percibamos. Observemos atentamente estos hechos.
Para recordar una escritura en un libro, la situamos en cierta posición en su corte, (Moroni abajo, Nefi arriba), luego en la hoja, a derecha o a izquierda, después primera o segunda columna, arriba o abajo. Hay tres dimensiones y usamos la memoria, la vista y el tacto. Es una experiencia espacial que transita en el tiempo, perteneciente a la clase «plan.salvación».
En una pantalla de 5′, solo hay dos dimensiones, ninguna ubicación espacial, no es necesario el tiempo. Los versículos están indexados y accedemos a ellos velozmente a través del buscador. Por lo tanto la memoria es cada vez menos útil. Sin quererlo, de esta forma y paulatinamente, la escritura pasa de ser un pensamiento complejo y espacial a ser un dato plano.
Cuando se convierte en un dato, es incapaz de generar preguntas, la base de la reflexión y la oración. Y se pierde la habilidad de relacionarla con otras escrituras, porque el patrón de trabajo que se introduce es demasiado rápido para los lentos procesos del alma. Digamos que corremos el riesgo de convertir la cocina donde el alma se transforma, en un recetario.

La transparencia del problema
El verdadero problema está, en que los de 1976, aquellos de Tomás Murube, venimos de la tipografía, de los libros. Para nosotros las pantallas LCD son un soporte más, las leemos con un libro en nuestro interior. Estamos constituidos en la imprenta, pero no somos conscientes de que nuestros jóvenes, sólo conocen lo instantáneo, el deseo, el anhelo y necesitan dominar los tiempos y el espacio, para eso vinieron a la tierra.
A menudo veo a adultos, que con la intención de empatizar con ellos, adoptan sus formas, incluso su lenguaje, cuando en realidad ellos necesitan el arraigo en las palabras antiguas y el tranquilo discernimiento que dieron forma al mundo.
Pequeños detalles como este, van componiendo el paisaje de un mundo líquido. Bauman insiste al decir (corchetes añadidos)
«Déjenme repetirlo: existe una enorme y creciente brecha entre nuestra condición de individuos de jure [la persona que Cristo nos invita a ser] y nuestras posibilidades de transformarnos en individuos de facto [lo que aceptamos ser al final] … Es de las profundidades de ese abismo que emanan los efluvios venenosos que empozoñan la vida de los individuos contemporáneos» (Pág 45.)
Insisto, es de ese abismo de donde procede la lucha para unos y el dilema para otros. Veo a jóvenes de la iglesia, desde la adolescencia, enfrentar a ese océano líquido de disolución. Ellos enfrentan su identidad de santos de los últimos días, a la identidad que se les ofrece desde fuera, que es ninguna. Muchos quedan en el camino.
El plan «social» de salvación.
En ese gran edificio que se eleva de la tierra, donde viven muchos (1 Nefi 8) se distinguen individuos ya que está «lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina» (1 Nefi 8:27), el éxito de cada cual es privado. Bauman nos aclara en cuanto a esto:
«El progreso está privatizado porque el mejoramiento ya no es una empresa colectiva sino individual: se espera que los hombres y mujeres individuales, usen por si mismos e individualmente, su propio ingenio, recursos y laboriosidad para elevar su condición a otra más satisfactoria.» (Pág.144) Dicho así no cabría objeciones, pues básicamente es correcto, sin embargo para nosotros, los santos de los últimos días, no es completa esta verdad a medias. Progresamos como familia, como barrio, como Cuórum, como presidencia en definitiva como cazadores que cazan en equipo.

Sin embargo, hemos de cuidar los flancos mientras edificamos en esta modernidad.
Elevar el factor de calidad, como miembros, hasta coincidir con el ideal perfecto puede que sea bueno en nuestra privacidad, pero también puede agrandar una brecha creciente, para muchos que no llegan al estándar.
Un ejemplo
Por ejemplo enseñar la autosuficiencia, es necesario para poder ayudar a otros. Pero llevada más allá de ese marco culpabiliza al ser humano de todos sus fracasos y de esa forma se fomenta la individualidad. La separación de clases por motivos de riqueza que asolaba a los nefitas se manifestaba principalmente en la ostentación de sus ropajes.
Si no estamos atentos, puede ser igual de dañina que la provocada por la ostentación de niveles de rectitud a manera de ropajes. Por eso «La asunción de una individualidad sin arraigo, apareja toda la responsabilidad. Si enfermas es porque no te cuidas… si no consigues trabajo es porque no te esfuerzas…si te sientes inseguro es porque no te has buscado una red de apoyos» y añado, si tu hijo se inactiva es porque algo no has hecho bien, y si en realidad lo has hecho bien es porque no lo has hecho lo suficientemente bien.
Aquel que consigue el estándar de éxito en la iglesia puede ser tentado a tener «la cabeza en alto por causa de [sus]ropas costosas, y [que se aparte de sus hermanos hermanos] porque [suponga que es] mejor que ellos.» (Jacob 2:13)
De tal forma que en el plan «social» de salvación híbrido con el mundo líquido, podemos padecer la equivalencia de éxito=bendiciones.
La exaltación del éxito
Referente a la persona de éxito en la modernidad líquida, Bauman nos comenta «Ser moderno significa estar un paso más adelante de uno mismo, en estado de constante transgresión, también significa tener una identidad que solo existe en tanto proyecto inacabado» (Pág. 34) Cuando leí esto, no pude menos que sonreirme. Somos nosotros los mormones, un pueblo en permanente desafío de lo que está por hacer. He tenido momentos de decir: lo conseguí, pero han sido breves, etapas en una larga marcha. Sin embargo a cambio, tengo fe, una esperanza y un destino. Palabras absolutamente excluidas en la modernidad líquida, porque son antagónicas a su construcción del mundo.
Los jóvenes en la modernidad líquida, propuestas sencillas
La historia familiar es un punto de unión entre los jóvenes y el evangelio. En un entorno tecnológico se realiza una obra espiritual. Pero hay un peligro: esperar resultados inmediatos. Sin embargo en la indexación, estando también en el mismo entorno, se consigue una gratificación casi instantánea, muy cercana a la experiencia de los jóvenes. Pero enviar un lote se experimenta normalmente solo.

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- A fin de «educar» las emociones en el largo plazo
- En incluir el tiempo en la experiencia de los jóvenes, el tiempo necesario para su solidificación.
- En conseguir que «la virtud engalane [sus] pensamientos incesantemente; [para que] entonces [su] confianza se [fortalezca] en la presencia de Dios» (DyC 121:45) y por extensión se fortalezca ante el mundo.
- En experimentar una gratificación espaciada en el tiempo
Como digo, con ese fin, serían buenos los grupos de indexación, con proyectos a medio-largo plazo, con reuniones para trabajar y compartir, para ser uno. Ahí tendríamos el espacio la identidad personal y como grupo, la solidez y no lo líquido, la solidaridad entre nuestro éxito y el de los demás.
Algunas ideas

- Bajo este prisma los consejos de barrio estoy seguro que tendrían muchas más ideas.
- Necesitamos Cuórumes que sigan siendo un grupo de hermandad, que representen la garantía de supervivencia de la congregación de los santos. Una garantía que se basa en la disciplina individual de los deseos y opiniones a favor de la aceptación de los mandatos recibidos en la sección 110 en Kirtland.
- Incluir en el estudio reglado de las escrituras, la contemplación en grupo no reglada «mientras [estábamos todos sentados] reflexionando sobre esto» (1 Nefi 11:1) y de esa forma conseguir sumando a la enseñanza reglada en el SEI un arraigo emocional y sentimental en grupo. De esta forma crecerá una identidad de ciudadano de Sión.
- Introducir en los Consejos de Barrio los proyectos a largo plazo, para asemejar los tiempos de nuestra tarea a los de la dispensación y de esa forma efectuar un «recogimiento» primeramente de nuestra emociones y deseos.
El mundo de Sevilla II en Tomas Murube no volverá nunca más. Ese tiempo no regresará, no se repetirá. No hay vuelta atrás en la modernidad líquida. La familia en el futuro no volverá a tener el papel que antes tuvo.
Pero los santos ofreceremos un refugio «a fin de que el recogimiento en la tierra de Sion y sus estacas sea para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra.» (DyC 115:6)