Uno de los impulsos más claros que he tenido en mi vida ha sido la invitación del Pte. Nelson de ministrar a aquellos que han sido confiados a nuestro cuidado como hermanos ministrantes.
Todos recordamos aquellas palabras del Pte. Nelson
«Hemos tomado la decisión de jubilar la orientación familiar y el programa de maestras visitantes tal como los conocíamos. En su lugar, implementaremos un enfoque más nuevo y santo de cuidar y ministrar a los demás. Nos referiremos a estos esfuerzos simplemente como “ministrar”.
Pte. Nelson Abril 2018
Todos estábamos asombrados, circulaba la idea de que ya no era indispensable hacer visitas sino solo cuidar a las familias. No había informes a final de mes ni estadísticas. El ultimo domingo del mes iba a ser más tranquilo. Entonces las visitas cayeron y cuando vino la pandemia la tendencia se agravó. Esa es la realidad en la que yo estaba.
Sin embargo, el cambio que promueve la ministración, esconde un misterio que descubrí después (siempre después). Sí, estimado lector, tuve un periodo de descanso y como siempre, aprendí más tarde, por eso la salud es importante para mí, la necesito sobre todo para dar tiempo a mi alma.
Juan Salvador Gaviota
Leí este libro con quince años y me afectó profundamente.
Narra la vida de una gaviota, Juan Salvador Gaviota, que se separa de su bandada para dedicarse a volar y aprender técnicas desconocidas de vuelo. Al final su bandada lo destierra por alterar el orden y el buen sentido de la comunidad. Sin embargo él se dedica con más ahínco a aprender cosas imposibles.
Hacia picados desde trescientos metros y aprendió a hacerlos desde tres mil, aprendió a plegar sus alas y a efectuar parábolas a ras del mar a 300 km por hora usando una sola pluma en su maniobra. Aprendió el vuelo lento a solo 1 Km por hora, a pescar peces a tres metros de profundidad. Aprendió a dormir volando fijando un rumbo junto a la costa, de esa forma exploró lugares inaccesibles para otras gaviotas. Para Juan Salvador volar lo era todo en su vida porque tenía alas y plumas.
Mientras tanto la bandada usaba el vuelo que la costumbre fijaba en los vertederos o detrás de los pesqueros para su alimento diario. Volar era una actividad para buscar alimento, una rutina mecánica e inerte.
«…a medida que la obra de la Iglesia madura institucionalmente, se desprende que nosotros debiéramos madurar de manera personal, también, elevándonos individualmente por encima de cualquier rutina mecánica e inerte…»
Elder Holland
Una APP para la orientación
En el barrio de Almería diseñamos una app móvil para la orientación familiar. Organizaba las parejas en comités de orientación (5), recogía las visitas realizadas para los Pte. de comité, y enviaba informes al obispado y Cuórum. Reflejaba las visitas realizadas a tiempo real, las metas y conservaba la confidencialidad de los datos e informes. Generaba gráficas mensuales y anuales. Nos movíamos entre el 90 y el 100% de visitas. El resultado era una mayor asistencia a la reunión sacramental. Éramos el barrio del 100%
Como líder de grupo yo amaba esa aplicación, fue una gran ayuda y encajaba perfectamente con el modelo de trabajo en la orientación familiar. Sin embargo, ahora, si se me pidiera volver a implementarla no tendría el entusiasmo anterior, simplemente porque el Pte. Nelson nos ha mostrado un camino más elevado.
Si lee cuidadosamente lo que voy a expresar, verá son ideas de poca densidad y se vuelan con cualquier brisa, pero son significativas.
Estábamos fácilmente seducidos por los números, identificábamos él éxito en lo mensurable, visitas, porcentajes, asistencia etc. porque, sobre todo, daba buenos resultados contables. Esa capa sigue siendo necesaria, pero por sí sola, produce una visión limitada para la mayoría.
La disminución de conversos contada sin los dedos de la mano
La visión que ofrece la ministración, despega históricamente, desde la orientación familiar, pero agita unas alas que pueden ayudarnos a ascender a otro nivel de vuelo y dejar las antiguas rutinas, como nos enseña Elder Holland… o como hacia Juan Salvador Gaviota.
La ministración una oportunidad de ascender
La ministración es un vuelo de altura en relación a la orientación familiar, por lo tanto requiere ascender desde cualquiera que sea el nivel donde estemos.
Necesitamos estudiar DyC 50. Ahí tenemos una perla de conocimiento.
«Por tanto, yo, el Señor, os hago esta pregunta: ¿A qué se os ordenó?
A predicar mi evangelio por el Espíritu, sí, el Consolador que fue enviado para enseñar la verdad»
DyC 50:13
A lo largo de mi vida como santo de los últimos días, he atravesado distintas etapas de comprensión del evangelio. Una de ellas fue el periodo de la preeminencia de la ley y las reglas. En ese tiempo, cualquier asunto recibía el enfoque de las normas. Y realmente es una proceder seguro y protegido. Ante cualquier problema siempre estas a cubierto por un manual. Era la época cuando no podías bendecir si tenias el pelo largo. De joven tuve muchos desencuentros con mi presidente de rama, ahora no existe ese problema, tengo alopecia.
Es difícil hablar de esto porque sugiere que en la siguiente etapa de mi aprendizaje, dejé atrás la ley, reglas y los manuales. Pero no es así.
Cuando era líder de grupo (ahora no existe ese llamamiento) para mi era muy fácil identificar a los miembros del grupo que cumplían su cometido. Hacían sus visitas o no las hacían, informaban o no informaban. Las normas eran muy claras y todo estaba en la APP.
Ahora la entrevista del líder con los hermanos o hermanas ministrantes no es tan simple como aquello.
«Por tanto, ¿Cómo es que no podéis comprender y saber que el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad?
De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente.»
DyC 50:21
Aplicado esto a una entrevista de ministración, coloca al líder en la necesidad de ser ministrado antes en el espíritu de verdad.
La ministración nos sitúa a todos ante un dilema donde solo hay dos opciones. Seguir con la tradición, que el Pte. Nelson «ha jubilado» o enfrentar el reto de subir a los tres mil metros y abandonar la antigua rutina que con frecuencia era mecánica e inerte.
La ministración no consiste en una forma distinta de orientar a las familias, sino en una elevación personal, en una conversión al vuelo de altura. Esto nos posibilita «edificarnos y regocijarnos juntamente»
Pero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
De manera que la ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo,
porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Gal. 3:24-27
No de forma literal, pero esta escritura nos sugiere un avance «encerrado» en la orientación familiar. Esta podía justificarnos al realizar nuestras visitas, pero ahora ha venido un llamamiento a santificarnos (DyC 20:30-31) con una visión más completa. Ya no estamos bajo el «ayo» anterior, sin embargo muchos de nosotros entendimos que no había ninguno y dejamos de hacerlo todo.
Es un buen momento para practicar la mejor técnica de progreso, el arrepentimiento.
La orientación familiar no estaba equivocada, pero ahora la ministración incide en el espíritu con más énfasis que antes.
La aventura de volar
Yo acepté el desafío de ministrar, o de volar, después de escuchar a mi obispo hablar sobre ello. Al principio me ofendí, pero inmediatamente comprendí. No crean que esa transición inmediata entre mi orgullo y la verdad la tuve siempre. Me ha costado mucho tiempo creer a Benjamín y comprender esa famosa pregunta
«…así pues, ¿de qué tenéis que jactaros?»
Mosíah 2:24
Lo primero
Lo primero que hay que entender es que la ministración no es una cambio de rutina sino una oportunidad de crecimiento personal. Por tanto requiere tal como hizo Nefi…
…mientras estaba sentado y reflexionando sobre esto… 1 Nefi 11:1
…tomar una decisión de escapar de la rutina, de no depender de la estela de otros, sino encontrar la nuestra propia. Esto no es separarse de la hermandad del Cuórum o del barrio, sino encontrar nuestro propio vuelo. Podemos visitar a nuestras familias sin el espíritu pero no podemos ministrarlas si él.
La ministración es un cambio profundo en nuestra relación con el Señor, por lo tanto hay que pararse a reflexionar cuál es nuestra altura de vuelo espiritual. Bien sea que cojeemos de una pata, que nos arrastremos por la arena de la playa, que volemos a cien o trescientos metros, el acto de reflexionar sobre esto es el primer paso para ser arrebatados a una nueva visión del evangelio y de nosotros mismos.
Lo segundo
Le aseguro al lector que mi situación no es mejor que la de cualquiera, pero he aceptado el desafío, por lo tanto estoy mucho mejor que antes de escuchar a mi obispo, ahora hasta me alegra verlo.
Siguiendo en la sección 50, encontramos una maravilla que pasé muchas veces por alto.
«El que es ordenado por Dios y enviado, este es nombrado para ser el mayor, a pesar de ser el menor y el siervo de todos.
Por tanto, es poseedor de todas las cosas; porque todas las cosas le están sujetas, tanto en los cielos como en la tierra, la vida y la luz, el Espíritu y el poder, enviados por la voluntad del Padre mediante Jesucristo su Hijo.» 26-27
Enfocados en la ministración y no en ser superhéroes, nos está diciendo que con la inercia del versículo 21, obtendremos la luz, el Espíritu y el poder para [ser edificados y regocijarnos juntamente]
Estos son requisitos para ministrar, pero no condiciones previas para hacer algo, aunque sea poco. Entiendo que es difícil estar en la situación optima de luz, Espíritu y poder. Quizás lo consigamos en momentos puntuales y no necesariamente sincronizados con nuestra acción de ministrar. Pero al menos, conocer donde queremos estar y perseguirlo, seguro que nos elevará de donde estemos. Él sabe calibrar mejor que nosotros el esfuerzo que hagamos porque «descendió debajo de todo» DyC 122:8 y conoce la dificultad de cada metro hacia arriba.
Lo fundamental
Siguiendo en la sección 50 encontramos la llave de todo esto, la que favorece nuestra voluntad espontánea y no una reglamentada, la que nos trae la luz, el Espíritu y el poder
«Pero ningún hombre posee todas las cosas, a menos que sea purificado y limpiado de todo pecado.»
DyC 50:28
Por eso la ministración requiere primero un acicalado de nuestras alas. Las aves del cielo lo saben y dedican tiempo diario al cuidado de sus plumas. Saben que dependen de ellas para ser lo que son.
La ministración requiere detenernos y meditar, dejar la rutina asimilada por muchos años. Eso no es fácil, aunque lo parezca, ya que dejamos de escuchar el run run que nos ha acunado y nos enfrentamos a un silencio desconocido. Nos pitarán los oídos.
Si se va a producir algún cambio al aceptar el cometido del Pte. Nelson de ministrar, primero se va a originar en nuestro pecho, una especie de ¡Dum! llamo Dum a la perspectiva de algo nuevo, un empellón de emoción y desafío. Pera esa emoción está precedida de lo primero y lo segundo.
Yo diría que el inicio de la ministración, primero está en no hacerla sino en comenzar el proceso interior de revisión del que hemos hablado. El acicalado de nuestro plumaje está en la limpieza y ordenamiento de nuestra alma. Cada uno debe ser «purificado y limpiado de todo pecado» (28)
Tal como yo lo entiendo el versículo 28, no nos sitúa en un estado estacionario de pureza sino en una órbita donde el centro es Cristo guardando el equilibrio entre nuestra naturaleza y la remisión de nuestros pecados.
La consolidación de nuestra decisión será sobre nuestras rodillas.
Si no aceptamos este desafío siempre podemos seguir visitando a nuestras familias y preguntar si podemos ayudarles en algo en lugar de sentir al espíritu indicando cómo ayudarles.
Atesora para sí
Relacionarnos con la ministración requiere abandonar el concepto de visitas. Eso es difícil porque lo tenemos muy interiorizado con la orientación familiar. Por eso hablar de ministrar provoca un rechazo inicial, establecer cita, el mensaje, quedar con el compañero, apartar tiempo, el coche, aparcar… ¿es eso atesorar para sí?
«…y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma;»
DyC 4:4
A la bandada, el vuelo a tres mil de Juan Salvador Gaviota, no les parecía práctico sino una molestia. A esa altura no ves ni los pesqueros y menos aun los vertederos. Pero a tres mil eres capaz de atravesar el agua tres metros y a esa profundidad está el pescado grande y sabroso que nunca se conseguirá en un vuelo rasante.
La ministración nos ofrece la oportunidad de ascender y atesorar para nosotros un mayor conocimiento y oportunidad de servicio.
«Y el que da semilla al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia;
para que estéis enriquecidos en todo para toda generosidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.
En Gálatas encontramos esta maravilla. Si ministramos daremos semilla para pan. El que da semilla aumenta su sementera, nos enriquecemos, «Atesora para si»
Porque la ministración de este servicio, no solamente suple lo que a los santos les falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;
La ministración, no solo consigue lo visible sino que se multiplica en aspectos que no conocemos, pues participamos en su naturaleza extraña ya que «El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu» Juan 3:8
pues por la experiencia de esta ministración de ayuda glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;
asimismo por la oración de ellos a favor vuestro, los que os aman de corazón a causa de la sobreabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable!»
2 Corintios 9:10–15
Multiplicar la sementera
El efecto que tendrá nuestra labor en ministrar, no solo «suple lo que a los santos les falta» sino que «abunda en muchas acciones de gracias a Dios»
Imaginen a los jóvenes que salen a ministrar con los adultos, bajo estas condiciones. Estas muchas acciones desconocidas que «sopla por donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va» serán originadas por aquellos que baten sus alas lejos del interés antiguo y cerca de las nubes. Al principio torpes y desangelados, pero poco a poco
«…la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.» DyC 121:45
Extraordinaria forma de sentir la ministración. Cómo que las visitas se tornan más humanas y más serias.
Ya no son solo estadísticas; si no enseñanzas de la doctrina del evangelio, donde los ministrantes y magistrados se edifican mutuamente.
Gracias Carlos, espero que mejoremos en cada barrio
Si creo que muchos ya estaban haciendo lo que se pide ahora. Pero si el pte. Nelson estableció el cambio es que la mayoría lo necesitábamos. Gracias Javier por comentar en teancum
Sí, sí que lo necesitábamos. Creo que todos en mayor o menor medida porque a veces, sin querer, se nos olvidaba lo que siempre nos decía nuestro querido amigo, José Miguel Cruz, entre susurros: el amor.
Que podamos emular el vuelo de Juan Salvador Gaviota y descubrir lugares tan inesperados como necesarios.
¡Gracias a usted, hermano Moraza, mi querido maestro y amigo! ¡Un abrazo muy grande!
A mi humilde modo de ver el hecho de cuidar a las familias siempre fue desde el prisma de la ministración actual, sólo que en muchas ocasiones no lo entendimos en su plenitud. De hecho para mí hacer todas las visitas nunca lo interpreté como un 100%, si en realidad no había hecho más que visitar y no había influido para bien en dichas familias o no había sido capaz de ayudarles o aportarles algo más que un sencillo mensaje en su necesidad.
Visitar sigue siendo importante y nos proporciona una cercanía que la tecnología no puede equiparar, pero como sabemos no es la única manera. De hecho, incluso en el mundo, hay amigos y familias que se preocupan sinceramente unos por otros y se guían más por el sentir que por el saber. La caridad siempre será el camino.
Gracias, nuestro amigo, David Moraza, por tomarte el tiempo de revelarnos algo tan íntimo y personal como tu experiencia, que nunca nos deja indiferentes. Yo siempre me llevo algo valioso de tus clases y mensajes y los atesoro en mi corazón, en mis notas y en mi memoria ¡Un abrazo muy grande!