Si alguien quiere conocer en profundidad lo relacionado con el fruto cultivado de la Casa de Israel, tiene a su alcance una clase magistral dada por el profeta Zenós en Jacob 5. Este capítulo viene como respuesta a la pregunta que Jacob hace a su pueblo
«…¿Cómo será posible que estos, después de haber rechazado el fundamento seguro, puedan jamás edificar sobre él, para que sea la principal piedra angular?» (Jacob 4:17)
La dificultad en entender este capítulo está en nuestra naturaleza urbana. La alegoría del olivo cultivado usa procesos y tiempos agrícolas, alejados de nuestro vertiginoso entorno tecnológico.
Yo empleo una tarde completa en podar la parte delantera de mi jardín. En reunir y compostar las hojas a fin de preparar tierra para la siguiente primavera.
Esta actividad, realizada con acción de gracias (89:11), abona más a mi alma que al jardín. Es una maravilla ver esa tierra negra a partir de lo que parecían desechos. Pero el beneficio para el alma se recibe durante y después del trabajo.
Estimado lector, escudriñar Jacob, 5 consigue el mismo resultado, abona el alma.
Hoy le invito a que me acompañe con paciencia a un trabajo agrícola en las escrituras, al principio trabajaremos pero luego le aseguro que saldrá satisfecho y maravillado de ver cómo Dios y la raíz de la Casa de Israel «…puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras» (Mat. 3:9)
El fruto cultivado de la Casa de Israel
Casa de Israel, que poderosa palabra, y somos miembros de ella, que maravilla.
«Porque he aquí, así dice el Señor: Te compararé, oh casa de Israel, a un olivo cultivado que un hombre tomó y nutrió en su viña; y creció y envejeció y empezó a secarse.» (3)
En este momento estamos en tiempos de Sedequías. Israel está alejado de Jehová. Nefi comenta «…porque han rechazado a los profetas y han arrojado a Jeremías en una prisión.” (1 Nefi 7:14) ese rechazo impide que la savia los nutra y comienzan a secarse, no las raíces, sino las ramas, como veremos después.
Sin embargo aparecen unos brotes pequeños.
«Y sucedió que después de muchos días empezó a echar algunos retoños pequeños y tiernos, mas he aquí, la copa principal empezó a secarse.» (6)
Conocemos tres de esos brotes, Jared, Lehi y Mulek. Aunque Jared podría considerarse muy anterior a esta época, el profeta Zenós habla de él.
En el versículo 14 nos muestra la emigración de Lehi y Mulek «Y aconteció que el Señor de la viña se marchó, y escondió las ramas naturales del olivo cultivado en las partes más bajas de la viña…»
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La apostasía
Después del ministerio de Cristo, sus apóstoles predicaron el evangelio a los gentiles, las ramas silvestres. La dispersión de Israel durante el imperio romano son las ramas cortadas y echadas al fuego.
«Toma las ramas del olivo silvestre, e injértalas en lugar de ellas; y estas que he cortado, las echaré al fuego y las quemaré, a fin de que no obstruyan el terreno de mi viña.» (9)
«Y sucedió que pasó mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que podamos trabajar en ella.» (15) Éste es el largo periodo de la apostasía. La situación de Israel es descrita de forma brillante por Zenós.
«Y sucedió que el Señor de la viña y el siervo descendieron a la viña; y llegaron al árbol cuyas ramas naturales habían sido arrancadas, y se habían injertado las ramas silvestres en su lugar; y he aquí, estaba cargado de toda clase de fruto.» (30)
Nos encontramos en la época de José Smith y el mismo da una descripción de esa «toda clase de frutos».
«Durante el segundo año de nuestra residencia en Manchester, surgió en la región donde vivíamos una agitación extraordinaria sobre el tema de la religión. Empezó entre los metodistas, pero pronto se generalizó entre todas las sectas de la comarca. En verdad, parecía repercutir en toda la región, y grandes multitudes se unían a los diferentes partidos religiosos, ocasionando no poca agitación y división entre la gente; pues unos gritaban: “¡He aquí!”; y otros: “¡He allí!”. (José Smith historia 5)
El olivo cultivado estaba cargado de toda clase de frutos, pero ninguno aceptable para el Señor. Dios mismo dijo a José «…enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando el poder de ella”. (19)
Pero no todo fue negativo en esa periodo de apostasía.
«Y el siervo dijo a su amo: He aquí, a causa de que injertaste las ramas del olivo silvestre, estas han nutrido sus raíces, de modo que están vivas y no han perecido; por tanto, ves que están buenas todavía.» (34)
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Todas esas denominaciones mantuvieron la fe en Cristo durante siglos. Todos los conversos que aceptaron la restauración ya venían con una sincera fe en Jesucristo. Por lo que esas multitudes, aunque erradas en muchas cosas, mantuvieron las raíces de Israel vivas.
Sin esa conservación de la raíz de Israel José Smith no habría tenido la fe para orar en el bosque.
Sin embargo hay un detalle importante en la alegoría.
«Mas he aquí, las ramas silvestres han crecido y han sobrepujado a sus raíces; y debido a que las ramas silvestres han sobrepujado a las raíces, ha producido mucho fruto malo; y porque ha producido tanto fruto malo, ves que ya empieza a perecer; y pronto llegará a la madurez para ser echado al fuego, a menos que algo hagamos para preservarlo.» (37)
Sobrepujar según la RAE significa en relación a una persona o cosa «Exceder a otra en cualquier aspecto.»
Aplicando esto a la escritura, significa que las ramas o iglesias cristianas de entonces tomaron el lugar de las raíces y sustituyeron la humedad de la raíz original, el evangelio de Jesucristo, por su propio criterio. De esa forma desnaturalizaron el fruto, privándose de la savia del pacto de Abraham.
La restauración
La restauración del evangelio y de su Iglesia se realizó con una cualidad única. La prevalencia de la revelación sobre cualquier debate doctrinal. Para eso el Señor entregó las llaves del sacerdocio y esta dispensación al Cuórum de los doce y la dirección de la Iglesia en el Cuórum de la primera presidencia. Esa fuerte dependencia en la restauración de la revelación asegura lo que Zenós señala.
«Y empezó de nuevo a producirse el fruto natural en la viña; y las ramas naturales comenzaron a crecer y a medrar en sumo grado; y empezaron luego a arrancarse las ramas silvestres y a echarse fuera; y conservaron iguales la raíz y la copa, según su fuerza.(73)
Ese equilibrio entre raíz, la Casa de Israel y copa los miembros de la Iglesia, asegura que los frutos son cultivados y conforme a los deseos del Señor de la viña. Esto es posible por la conservación de la llaves de esta dispensación que José entrego a los doce en Nauvoo.
«…y el Señor hubo logrado para sí que los árboles volviesen nuevamente al fruto natural; y llegaron a ser como un cuerpo; y los frutos fueron iguales…» (74)
Esa igualdad de los frutos es ser un solo cuerpo. Reunir un pueblo de acorde a los convenios de Abraham. Esto se realiza en su totalidad en el templo, que es donde nos convertimos en «la descendencia de Abraham» (DyC 84:34) Podemos reconocer esta igualdad en la membresia de la Iglesia y en su grado máximo, en el interior del templo donde sus ordenanzas nos conceden a todos la misma estatura.
Todos los trabajos de la viña
¿Por qué todos estos trabajos durante los siglos en la Casa de Israel?
Para que cada uno de nosotros pueda acceder a la humedad de la raíz.
«Y dijo al siervo: He aquí, las ramas del árbol silvestre han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz ha producido mucha fuerza; y a causa de la mucha fuerza de la raíz, las ramas silvestres han dado fruto cultivado.» (18)
¿Qué es la humedad de la raíz?
Es lo que nos permite crecer y madurar hacia una naturaleza semejante a la del Señor de la viña.
Para eso hemos de entroncar con la raíz de la Casa de Israel, hemos de conectar las fibras de nuestra alma con cada tejido vascular del convenio de Abraham.
De la misma forma que esos tejidos transportan agua y sustancias orgánicas a todo el árbol, las llaves del sacerdocio permiten la circulación del poder de Dios en cada alma que se adhiere al convenio.
Ese entronque con el olivo cultivado de Israel, tuvo uno de sus momentos principales en el Templo de Kirtland, Ohio, el 3 de abril de 1836. En la visita celestial acudieron varios personajes para restaurar las llaves del sacerdocio
Pero en un instante previo, José Smith y Oliver Cowdery conversaron con el Salvador quien los ministró con su poder para salvar.
«He aquí, vuestros pecados os son perdonados; os halláis limpios delante de mí; por tanto, alzad la cabeza y regocijaos.» (DyC 110:5)
Este es el mayor reposo del alma en esta vida y el mayor conocimiento que podemos adquirir.
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Las llaves en Israel
Después de hablar con el Salvador, tres habitantes de los cielos vinieron a entregar las llaves del sacerdocio de la Casa de Israel.
La forma de cada una de estas llaves es complementaria a las cavidades del alma. De tal manera que nuestros anhelos más profundos encuentran reposo en sus formas. Realizan en el alma lo que ningún poder puede en la tierra.
Las llaves de Moisés
Moisés fue elegido para rescatar a Israel del poder de Faraón, pero además formar una nación para Jehová. Estas llaves rescatan en la actualidad al Israel disperso bajo el poder del mundo a fin de formar un reino que lo reciba de nuevo.
«…se apareció Moisés ante nosotros y nos entregó las llaves del recogimiento de Israel de las cuatro partes de la tierra, y de la conducción de las diez tribus desde el país del norte.» (11)
El recogimiento de Israel ya se está realizando mediante la obra misional.
Pero la conducción de las diez tribus se realiza poco a poco, después del recogimiento, al recibir la bendición patriarcal. Esta bendición conduce al miembro de Israel, desde ese «país» del norte, es decir indeterminado hacia su asentamiento en la Casa común de los santos. Ese país del norte, no coincide con un lugar concreto ni con el orden del sacerdocio, ya que siempre hay un norte allá donde estemos.
El patriarca, mediante su bendición es el conductor de las diez tribus del norte hacia su auténtica orientación en Israel. Este ordenamiento que realiza la bendición patriarcal es semejante al campamento de Israel ante la presencia de Jehová. Un orden basado en el pacto con Abraham que es necesario antes de su venida.
El evangelio de Abraham
«Después de esto, apareció Elías y entregó la dispensación del evangelio de Abraham, diciendo que en nosotros y en nuestra descendencia serían bendecidas todas las generaciones después de nosotros.» (12)
Es de notar que fuese Elias quien representó a Abraham para entregar su evangelio. Quizás debido a que Abraham «… ha entrado en su exaltación y se sienta sobre su trono.» (DyC 1132:29) Esta pertenencia a su casa ya no es por sangre sino por convenio. Siendo estos quienes definen nuestro parentesco.
¿Cuándo nos convertimos en la descendencia de Abraham?
«Llegan a ser los hijos de Moisés y de Aarón, y la descendencia de Abraham, y la iglesia y reino, y los elegidos de Dios.» (DyC 84:34)
Entramos en el evangelio de Abraham cuando asistimos a los templos de Jesucristo. En ese lugar estamos totalmente injertados en el olivo cultivado de Israel. Toda la humedad de su raíz está allí. Pero llegar a ella requiere cambiar nuestra naturaleza silvestre por otra cultivada. Esto implica no crecer conforme a las influencias naturales sino respondiendo a los cuidados del Señor de la viña.
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Unir los filamentos del alma a la Casa de Israel, requiere tomar ordenanzas y convenios ante ángeles y testigos. Un acto legal reconocido por las naciones de los cielos.
Es una elección de cada ramita del olivo.
Las llaves de la obra vicaria
Estas son las que trajo Elias el profeta, el que fue llevado al cielo sin probar la muerte.
Cuando estamos en la pila bautismal del templo para hacer la obra por personas fallecidas, ocurre algo inusual.
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Quien dirige la ordenanza lee el nombre completo de la persona fallecida y supervisa la ceremonia. Hay dos testigos que comprueban que el nombre y la ordenanza se efectúan correctamente. Hay una persona que efectúa el bautismo y otra que es bautizada de forma vicaria. Otra persona ayuda a salir de la pila al representante vicario y le ofrece una toalla seca y limpia.
El nombre es proporcionado por un descendiente que ha investigado los registros hasta obtener esos datos.
Siete personas se han desplazado cientos de kilómetros en favor de alguien que murió hace cien o doscientos años.
No hay lugar en el mundo donde se haga algo semejante.
Por primera vez en décadas o siglos se pronuncia en labios vivos el nombre de alguien sin memoria que ha muerto en esta tierra. El aire vibra con los sonidos del nombre de una persona que fue amada, que tuvo padres felices de su existencia, que tuvo esperanzas en su futuro, que amó, sufrió y participo en los anhelos que nos son comunes.
Esas siete personas, vencen al tiempo y a la desmemoria. Por la fe y el poder de la raíz de ese olivo cultivado, la ordenanza, trasciende el velo gracias a que «se entregan en vuestras manos las llaves de esta dispensación» (16)
«para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición.» (15)
El que decía «¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin saberlo vuestro Padre.» (Mt. 10:29) nos da la oportunidad en estos días para que ni uno de esos nombres se pierda en la arena del tiempo. Ahora vuelve el corazón de los hijos a los padres y podemos decirles con nuestros hechos «…no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.» (31) no os olvidaremos.
Esta es el milagro del Padre «Pues aun vuestros cabellos están todos contados.» (30) Esas llaves de Elias, entregadas a los santos, produce el fruto cultivado de los que nombran y cuentan a los olvidados del mundo.
Es un fruto, no silvestre sino cultivado, de gran calidad, porque nada en el mundo natural favorece el crecimiento de tales especies. Son de gran valor para aquellos que ya no tienen cuerpos, que no pueden realizar los convenios que pertenecen a los cuerpos celestiales.
La humedad de la raíz
La humedad de la raíz de la Casa de Israel, es el poder de crear la vida a partir de lo inerte. Esa raíz que se hunde en lo hostil del mundo, vence su naturaleza pedregosa y extrae agua de la peña. Refresca el alma reseca, alienta al cansado, orienta al perdido, vivifica al de agotadas fuerzas, alumbra en las tinieblas y provee de las tiernas misericordias al que las busca.
Frente al fatalismo del presente cuya esperanza desfallece en un mundo plano. Que ofrece a sus habitantes unas fronteras vitales que limitan con la nada en ambos extremos. Sí, un mundo que pretende explicar el Universo infinito, pero enjaula nuestra conciencia en una cáscara de nuez.
Un mundo de horizontes calculados, cuya falta de fe en la curvatura del alma, ralentiza la esperanza y de nada sirve la caridad. Por lo tanto, se confunden aplicando el cálculo de superficies planas a la profunda constitución de nuestra alma, es la geometría que unce como yugo de hierro a los creyentes en la nada.
En este lugar inhóspito, la Casa de Israel «…puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras» (Mat. 3:9)
«Entonces serán dioses, porque no tendrán fin; por consiguiente, existirán de eternidad en eternidad, porque continuarán…» (132:20)
Sí, continuar más allá del horizonte, ver más allá de una simple raíz. El Padre celestial busca el fruto cultivado de la Casa de Israel porque estos continuarán. Por eso nuestra geometría es inconcebible para alguien que desconoce la curvatura escondida de la fe en el giro eterno del plan de Dios.
Éste conocimiento se comenzó a recibir desde el principio de la restauración con la primera visión. Más adelante aumenta progresivamente porque la iglesia tenía el sacerdocio, y por lo tanto «la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios» (DyC 84:19)
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Las llaves de conocimiento, anteriores a las recibidas en Kirtland, no eran suficientes para la misión principal de esta dispensación. El mundo religioso entiende que el conocimiento de la Biblia da autoridad para actuar en nombre de Dios, pero ese no es el orden de su casa, se necesita el conocimiento y el poder delegado.
El recogimiento de Israel, el poder del sellamiento y la obra vicaria. Eran necesarias, las últimas, para poder actuar en espacios nuevos…«porque esta ordenanza pertenece a [su] casa» (DyC 124:30)
La Casa de Israel provee a todos los que se cobijan en sus ramas la humedad de la raíz, la que nos convierte en frutos cultivados.
Hola David ayer comence a leer tus articulos, me parecen muy interesantes; es consono con mis puntos de vista del evangelio es sentirse identificado, es volver a seminario e impresionarnos con la doctrina y principios.
Bien me gustaria ver temas de las diez tribus perdidas, no se si tienes mas estoy buscando de ese tipo dearticulo… saludos
Hola David. En la cabecera veras un menú de navegación. Hay diez categorías, espero que encuentres temas de tu interés. En teáncum abordamos las escrituras desde enfoques nuevos, perspectivas novedosas. No comentamos otras publicaciones u opiniones, todo lo publicado es original
Miguel amigo, eres parte de teáncum, eres de la casa.
Maravilloso este artículo como todo los demás hno David, muchas gracias