El estudio del contorno en las revelaciones de DyC nos brindan un paisaje desconocido. Las turbulencias en Doctrina y Convenios y su contemplación, nos proporcionan aspectos insospechados de las escrituras modernas
En Enero de 2016 publique un artículo acerca de la geometría fractal en las escrituras. En Mayo de 2018 escribí acerca del contorno de las secciones de Doctrina y Convenios (DyC) como si fuesen el litoral escabroso de un continente. Esta aproximación «espacial» o «geográfica» me atrae enormemente. Creo que puede aportar un enfoque nuevo. Hice una serie de seis charlas online enfocando el sueño de Lehi desde esta perspectiva, están disponibles en youtube. Ahora me referiré a las turbulencias en Doctrina y Convenios, un movimiento natural en el flujo de las escrituras en nuestra mente que nos habla del origen de la revelación.
Hoy me centro concretamente en Doctrinas y Convenios porque es el volumen de escrituras con mayor cercanía al lenguaje de los cielos. Tanto en La Biblia como en El Libro de Mormón, encontramos el lenguaje inspirado de los profetas. Es un lenguaje laminar, sin turbulencias. La secuencia de la lectura está dentro del continente humano. Sin embargo en DyC hallamos a un profeta moderno que casi escribe al dictado la revelación de los cielos, por lo tanto hay una fricción entre dos naturalezas distintas como por ejemplo la que hay en un litoral rocoso. Por un lado el acantilado y por otro el mar.
El carácter y cultura occidental de José Smith, no le alientan en el adorno de las revelaciones. Su labor con el Urim y Tumin le sitúan en el entorno de un traductor, donde el objetivo es transcribir de forma fiel el registro nefita y no a dar a luz una obra literaria.
Por lo tanto la lectura de DyC requiere de un enfoque y atención distinta a otras escrituras. Nos disponemos a observar las olas rompientes de la revelación en la misma orilla.
Voy a realizar un resumen de mis observaciones mediante tres ejemplos. No analizo el significado de las palabras ni la enseñanza, sino los bloques de mensajes. Este análisis de las formas y no del fondo nos ayuda a conocer el paisaje sin su significado.
DyC 6
Distingo en esta sección 5 bloques principales, entienda el lector por bloques algo así como accidentes naturales como promontorios, olas o también nubes en el cielo.
1º Bloque | 2º Bloque | 3º Bloque | 4º Bloque | 5º Bloque |
1-6 Dios y su obra 7 Riqueza y sabiduría 8 Concesión de deseos 9 Arrepentimiento y luz | 10-13 Tienes un don 14-17 Tienes un testimonio 18-20 Tienes un mandamiento | 21 Yo soy | 22-24 Éste es tu testimonio 25-28 Saca a luz los registros | 29-31 El mundo y los anales 32-34 Estoy con vosotros 35-37 Miradme soy yo |
Ciertamente si el lector se adentra en la tarea, podrá encontrar otros bloques de menor tamaño, «bien sea un reino mayor o menor» (DyC 88:37). El prefacio de cada sección tiene un resumen parecido al que hago. Pero su enfoque está en los asuntos tratados y yo lo hago en los contenedores usados, es decir en cómo se propagan las escrituras de DyC en nuestra mente. Es algo así, como analizar las corrientes de aire, viendo la forma de las nubes o el estado del mar observando las olas en la playa.
Esta sección se recibió cuando Oliver Cowdery era escribiente del profeta y solicita confirmar su testimonio respecto a la obra. Como podemos observar la forma en que fluyen las ideas y palabras es sinusoidal y no lineal como en las otras escrituras. A no ser que leamos los libros proféticos del antiguo testamento, donde los saltos en el tiempo y en los temas confunden al lector acostumbrado a las llanuras.
Cada bloque tendría sentido por sí mismo, sin relación con los demás. Sin embargo la alternancia en el conjunto tienen un profundo mensaje. De la misma forma que una montaña tiene su ser, pero junto a los valles y a otras, forman una cordillera.
Si representamos estos bloques gráficamente en el tiempo, podemos encontrarnos con algo así
Si aplicamos este mismo enfoque a cualquier capitulo en el Libro de Mormón o la Biblia, nos encontraremos con una representación plana con ondulaciones, como la que está abajo. La razón es que quien escribe y quien lee, están en el mismo mundo, puede haber diferencias culturales como Nefi enseñaba «Mas he aquí, yo, Nefi, no he enseñado a mis hijos conforme a la manera de los judíos» (2 Nefi 25:6) sin embargo escritor y lector pertenecen al mismo paisaje.
Las turbulencias en DyC
Una turbulencia es un movimiento desordenado en un fluido, cuando sus moléculas en lugar de seguir un movimiento rectilíneo y paralelo forman movimientos en torbellinos.
Acordemos, en el caso de las revelaciones de DyC, observar dos medios distintos en interacción. El terrestre o humano y el aéreo o divino. El profeta reconoció en diversas ocasiones la dificultad de nuestro lenguaje en expresar la corriente de la revelación.
Al coincidir el conocimiento puro y laminar de la revelación (izquierda en la imagen) en la mente del profeta o en la nuestra (montaña), se producen turbulencias, las que podemos observar en la sección 6 de DyC (derecha de la imagen) y que no observamos en El Libro de Mormón . No quiere decir esto que se pierda el flujo de revelación, sino que experimenta turbulencias en su comprensión en relación a la fuente de donde procede.
El prefacio de DyC
En 1831, a fin de mostrar al mundo las revelaciones recibidas, se acordó que William McLellin, Oliver Cowdery y Sidney Rigdon preparasen un prefacio para su publicación. Presentado éste en conferencia fue rechazado. Entonces…
“pidieron a José que consultara al Señor al respecto”. Después de arrodillarse en oración con la conferencia, José, según McLellin, “dictó el prefacio por el Espíritu”, mientras se hallaba sentado “junto a una ventana de la sala en la que se desarrollaba la conferencia”. McLellin recordó: “José pronunciaba unas frases y Sydney [Rigdon] las escribía, luego las leía en voz alta, y si eran correctas, José procedía y dictaba más”. Según McLellin, “mediante este proceso se recibió el prefacio”, lo que es actualmente la sección 1 de Doctrina y Convenios. (Las cinco preguntas de William McLellin)
El profeta comunicaba en bloques la revelación, hacia un esfuerzo de integrar en un paisaje terrestre como el nuestro, los vientos laminares de la revelación. Sin embargo la traducción del Libro de Mormón se hacia de forma lineal, todos los escribientes lo hacían al dictado del profeta.
«José las leía en voz alta y Martin Harris, tras escribir las palabras, decía: Escrito”. (La traducción del Libro de Mormón)
Al estudiar DyC, con el tiempo, perdemos sensibilidad a este detalle De forma automática rectificamos sus ondulaciones en nuestra mente y creamos la impresión de una lectura plana, pero no lo es. Recuerdo perfectamente mi perplejidad en el lenguaje de DyC en mis primeras lecturas.
DyC 9
En esta sección, vemos un ejemplo perfecto de turbulencia.
1º Bloque | 2º Bloque | 3º Bloque | 4º Bloque |
1-3 No es oportuno que traduzcas ahora | 4-6 Tu obra es escribir | 7-10 Cómo debiste traducir | 11-15 No es oportuno, pasó el momento |
Es un rotor perfecto. Me encontré alguno de ellos cuando volaba en ala delta. Están detrás de las montañas a sotavento de la corriente principal. Si tuviese la montaña a la espalda y no la viese, sabría, no obstante que hay algo detrás de mí que obstaculiza la general. Lo sabría por la clase de turbulencia que encontraría en el vuelo.
Comprendemos mejor esto si nos fijamos en el mar. Su naturaleza líquida recibe la influencia del viento, entonces se generan las olas, cuya amplitud y cadencia testifican de la fuerza del viento y de otros factores. El profeta José Smith, sentado junto a la ventana, dictaba oleadas pequeñas de revelación. Las mismas que vemos en la turbulencia de nuestra lectura si estamos atentos.
Aun pareciéndonos hermoso este lenguaje en nuestro paisaje mental, las rugosidades en el desplazamiento de las escrituras de DyC en el tiempo testifican de un origen exterior, lejano, de un medio distinto a nuestro mundo. Nosotros que por naturaleza estamos a sotavento de la revelación, ya que nuestra mente se interpone con ella. Sin embargo podemos percibir, si observamos cuidadosamente nuestra atmósfera, que lo que recibimos procede de más allá de las montañas, más allá de nuestra mente y nuestro mundo.
Curiosamente en la sección 76 no encontramos estas turbulencias, es la descripción de una visión, el profeta declara «fueron abiertos nuestros ojos e iluminados nuestros entendimientos por el poder del Espíritu, al grado de poder ver y comprender las cosas de Dios,» (DyC 76:12) Es la descripción de una visión, el flujo vuelve a ser laminar como en El Libro de Mormón.
DyC 88
En la sección 88 encontramos en su inicio un rizado de gran amplitud en la lectura. Los versículos 14, 33 y 42, son claramente de ruptura o podríamos decir de cambio en la onda de revelación que recibimos.
Como todo lo natural, las formas no se rigen por una geometría de un espacio plano, las formas son complejas. En nuestro mundo las montañas no son triángulos, ni las copas de los árboles círculos, ni los ríos son rectos, todo es complejo. Esa misma complejidad la encontramos en las revelaciones de DyC, al punto que a veces nos desconciertan en nuestro afán de «urbanizar» su lectura.
Ese perfil de los primeros 45 versículos de DyC 88, antes de llegar a la parábola de los reinos, (05/2018) pueden ser semejantes a una costa escabrosa o…
a un mar extrañamente encrespado. Pero nunca se parecerán a las enseñanzas de Alma sobre la fe en Onida (09/2016) o a la defensa de Abinadí ante el rey Noé (01/2017)
En esta defensa relatada en los capítulos 12 al 15 de Mosíah y en paralelo con Isaías 53, no se observan movimientos naturales o fractales. Vemos dos argumentaciones paralelas y sincronizadas con un extraordinaria habilidad por parte de Abinadí. No es un acantilado rocoso e impredecible como en DyC 88, sino una calzada urbanizada por donde transitamos hasta llegar a la respuesta final en Mosíah 15:10-19
Las turbulencias en Doctrina y Convenios
Recuerdo la primera vez que vi el mar. Era el mar Atlántico en la costa de Huelva, un mar serio y frío. Yo tendría diez años (?)…y fue terrible. Dejamos los coches a una distancia de 300 metros aproximadamente. Aterrado, escuché las poderosas olas romper en la playa con fuerza, como monosílabos pronunciados por un ser extraño y poderoso. La cadencia espaciada y la gravedad del sonido era lo más parecido a la voz del Dios de mi infancia. Esas olas no son como en el Mediterráneo, que se superponen en la arena como una capa de seda. Aquellas golpeaban la costa desde arriba, como un martillo de agua.
Y yo era un niño asustado, porque sentí que el mar era poderoso y yo no era nada. En lo más profundo, y ahora puedo entenderlo, noté que un vínculo que me unía a aquellas aguas, un parentesco lejano y misterioso. Aquellas olas también rompían en mi alma infantil, me mostraron el primer contacto con el infinito, Gracias a eso lo recuerdo.
Al acampar por la noche, seguía escuchando aquellas olas y poco a poco sentí esa voz como…
«la voz suave y apacible que a través de todas las cosas susurra y penetra, y a menudo hace estremecer [nuestros] huesos mientras se manifiesta…» (DyC 85:6)
Al leer Doctrinas y Convenios, es fácil acostumbrarnos a esas olas que transmiten la revelación. Pero puede que recordar sea olvidar lo que sabemos. Quisiera volver a ese momento y estremecerme ante ese poder azul. Fijar en mi memoria esa impresión sagrada.
El viento
«El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.» (Juan 3:8)
Al observar las escrituras desde una perspectiva espacial o geográfica, le adjudicamos una existencia real y podemos invertir el movimiento. Esto es mirar a barlovento para saber por qué las nubes que vemos tienen esta forma.
En este sentido podemos entender que «El que es nacido del Espíritu»…es el que oye el sonido del viento y mira su origen. Oír el sonido del viento es escuchar, mirar la corriente de revelación que el Espíritu lanza a nuestro mundo. «No sabe de dónde viene» y eso es saber mucho porque al no saber, confiesa que no viene de aquí, que atribuye su origen a los cielos y no a los hombres.
El que es nacido del Espíritu escruta con paciencia las señales tras ese velo de montañas y las lee en las escrituras, esas nubes del cielo.
En ellas cree ver aquellas olas del Atlántico golpear su alma infantil, testifican de ese mar de donde procede.
Los convenios eternos y el hombre naturalLos convenios urbanizan nuestros cuerpos y su comportamiento para un entorno celestial, al igual que el urbanismo organiza la convivencia en una ciudad para una paz civil. |
Cuando pasan semanas en donde no recibo éstos artículos tan profundos e inspirados….anhelo que lleguen nuevamente a mi.Muchas gracias por ellos!!!!!!,si es que no hay otra frase para agradecer.
Hola María. Ahora no escribo tanto como querría. Mi tiempo esta dedicado a los JAS de mi estaca. Estoy aprendiendo mucho, a entender nuestra situación actual, los desafíos, los cambios en nuestra era. Cómo el recogimiento se adapta y domina los tiempos. Es un espectáculo reservado a los santos de una era. Gracias por tus palabras y tu apoyo a teancum. Trabajo ahora en un artículo sobre los toros de Basan. Pronto lo tendrás, aquí en teancum