A medida que avanza la restauración se manifiesta con más claridad el amor del Padre y del Hijo por todos sus hijos y criaturas. El lenguaje de máximos en las escrituras no empañan la misericordia y benevolencia que muestra en privado hacia todos nosotros.
Establecer un equilibrio entre la justicia y la misericordia en nuestro propio pensamiento nos hace ser cada vez menos proclives a la acusación y la condena. Poco a poco brillamos tal como su Sol, desechando nuestro juicio sobre quiénes creemos justos e injustos.
No es que no apliquemos la rectitud como norma a nuestras vidas, y la exigencia personal como hábito adquirido. Lo que sucede es que no la exigimos ni la esperamos en los demás, siendo la contemplación de lo verdadero el único deleite que nos alienta. La adoración diaria a lo que no se corrompe, aquello que los «ladrones [no] minan y hurtan» (Mt. 6:19) en eso reside el contentamiento de los santos.
La condensación de la caridad
El relacionarnos diariamente con un evangelio coherente, transmite por conducción, ese mismo orden a nuestros pensamientos y aspiraciones. La condición autoestable y consistente de la doctrina de la restauración, se sostiene «independiente de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial» (DyC 78:14)
Por eso, la teología de la restauración no es un tratado extenso escrito por una persona. No es una construcción teológica, diseñada a partir de un cisma o la redacción de creencias de un grupo disidente. No se origina en la disconformidad con una matriz religiosa anterior.
La construcción de la restauración obedece al principio de condensación presentado en la sección 121.
«Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe, y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios; y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.»
(DyC 121:45)
Este versículo muestra la geometría fractal de la naturaleza que existe en las escrituras. Nos enseña el ciclo del conocimiento obrando en el alma de los santos a semejanza del ciclo del agua en la atmosfera, siendo su fuente «como el estruendo de muchas aguas» (DyC 110:3)
El rocío se produce cuando el aire ascendente toma la temperatura adecuada para que el vapor de agua, que hay en la atmósfera, se condense y forme la escarcha, conocida como rocío del cielo.
Hay un punto de rocío en esta escritura que se produce con el adverbio entonces.
El movimiento ascendente
El adverbio de tiempo entonces es un conector; indica cuándo se realizarán las acciones que le siguen, fortalecer y destilar. En este caso es el punto de rocío el que divide a este versículo en dos partes principales que corresponden a dos movimientos de la naturaleza. El primero es el ascenso.
1º Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe.
Las entrañas es donde se origina la caridad, el mar hirviente alumbrado por la luz que brilla, la caldera de las emociones. Todo nuestro cuerpo es un alma viviente, y su sentir no radica solo en una parte. Nuestro cuerpo está vivificado por una «porción de la gloria terrestre, [recibimos por tanto de ella] sí, una plenitud.» (DyC 88:30) El Salvador mismo ubicó la fuente de su misericordia.
«Y les dijo: He aquí, mis entrañas rebosan de compasión por vosotros.» (3 Nefi 17:6)
Al decir «Deja» nos está diciendo: permite, no te resistas. Cuando notamos ese temblor que rebosa nuestro yo natural, y tal como Nefi describe: «se debilitan todas mis coyunturas, por los que se hallan en Jerusalén» (1 Nefi 19:20) es que la caridad se infiltra en nosotros como el agua en la tierra. Ese debilitamiento es premonitorio de la conversión, de la tierra dura y seca al barro moldeable que el Señor busca.
2º y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente
Al permitir esto, se produce un movimiento ascendente, desde las entrañas, hacia los pensamientos. Esa virtud vaporosa, sin vocabulario que asciende, adorna, embellece y ornamenta de forma continua los pensamientos. Así, coronamos la cabeza tal como lo hacen la nubes a las montañas. Esta palabra, incesantemente, nos sugiere la acumulación de la virtud que nace del mar de la caridad de nuestras entrañas a la espera de su condensación o de su «entonces».
Las nubes engalanan los cielos con el vapor de agua que es la virtud ascendente de la tierra y los mares. Éstas lo acumulan «incesantemente» y lo hacen visible en las alturas, mostrando en las nubes su caridad hacia las criaturas del mundo bajo él. Esa es la virtud de la atmósfera, que nace de las entrañas del mar y la tierra.
El movimiento descendente
Cuando leemos «entonces» nos muestra el momento crítico en que, al ascender y acumularse los pensamientos engalanados de virtud, estos se condensan, se hacen presentes.
3º tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios
O lo que es lo mismo, no sentiremos vértigo o desorientación en las alturas. Tendremos confianza de tratar con un elemento, el espiritual, denostado en las llanuras del mundo. No tendremos temor de plantar nuestro pie en ese elemento extraño del que el hombre natural desconfía, tal como aquellos que decían «No es razonable que venga tal ser como un Cristo» (Helamán 16:18)
Entonces, confiando, formaremos parte del ciclo de conocimiento del sacerdocio. Comprenderemos que, aunque no sea visible, así como no lo es el vapor de agua, la doctrina del sacerdocio está presente en la atmósfera del mundo y llegamos a ella cuando formamos parte del giro eterno de su ecosistema.
4º y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.
Esta bellísimo movimiento de la sección 121, termina descendiendo, con un movimiento lento de destilación. No escoge el Señor una fuerte precipitación sino la destilación del rocío. Para observar la lluvia no necesitamos tiempo, pero para notar el rocío sí, ya que su presencia se detecta poco a poco.
«Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí» (2 Nefi 28:30)
DyC 121:45 es un versículo equilibrado 33-1-22 palabras y 3-2 verbos en sus extremos. Transmite un movimiento circular permanente. El final de la escritura, retroalimenta el principio porque al estar poco a poco empapados de la doctrina del sacerdocio, sin darnos cuenta por la lentitud del proceso, esa humedad desemboca en el mar de nuestras entrañas.
Alimentadas de ese agua del cielo, volverá a subir a engalanar nuestros pensamientos. Y lo hará porque vamos formando parte del paisaje, de las montañas, valles y prados del mundo verdadero.
De esa forma, no solo ascendemos nosotros en ese ciclo de conocimiento, sino que aportamos nuestra humedad al clima del mundo que nos rodea.
Esta es la maravilla del lenguaje del evangelio en la restauración. Este lenguaje es una extensión de su creación, por lo que comparte cualidades con la vida como el movimiento y el volumen, no son planas.
Este versículo, expuesto de forma lineal, sin embargo adquiere un volumen espacial y a continuación un movimiento circular. Gracias al poderoso lenguaje del Salvador, continua en una suave sugerencia de cómo la atmósfera transforma el agua en vida o la caridad se condensa en conocimiento.
Estas delicadezas del lenguaje son propias de Doctrina y Convenios. No hay otro libro de escrituras que sume aspectos espaciales y de movimiento como en estas revelaciones. Atribuyo esta virtud a la cercanía entre las palabras del Salvador y un solo intérprete como fue el profeta Jose Smith.
Las escrituras de la restauración
El cuerpo doctrinal de la restauración del evangelio no se formó repentinamente. Ha sido un proceso de destilación. Las escrituras han permanecido sin nuevas revelaciones añadidas desde Septiembre de 1978. Ha habido cambios desde la extensión del sacerdocio a todos los habitantes de la tierra hasta las ordenanzas del templo, horarios de reuniones, mayor entendimiento sobre realidades nuevas. Nuevas soluciones ante nuevas situaciones.
Ese aspecto exterior, que se viste para los cambios acelerados del mundo, no altera la esencia de la vida interior que se nutre del proceso visto antes.
Sin embargo el alcance de la doctrina del evangelio restaurado, llega más lejos de lo enseñado en las clases y cursos en la iglesia. Igualmente el evangelio es mucho más amplio que su doctrina. Ajena a las perturbaciones de la superficie, a los debates en muchos casos estériles, brinda al discipulado un campo blanco y listo para la siega.
No tenemos tras nuestro hombro una ortodoxia doctrinal que vigile opiniones o puntos de vista. Hay una extraordinaria libertad para los miembros de la iglesia en profundizar, proponer, imaginar todo lo que la restauración ofrece, que es mucho. La sabiduría de la restauración, en no acotar el pensamiento y la creatividad de sus miembros, obedece a la voluntad del Salvador
«Tan inútil le sería al hombre extender su débil brazo para contener el río Misuri en su curso decretado, o volverlo hacia atrás, como evitar que el Todopoderoso derrame conocimiento desde el cielo sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días.» (DyC 121:33)
Esta generosidad del Señor, favorece el estudio y el descubrimiento personal y no solo la adopción de la corriente general de pensamiento dentro de la Iglesia. La relación es directa entre Dios y la persona, no hay intermediarios.
Sin embargo, todos conocemos cómo se recibe ese conocimiento, en qué orden y con qué límites y condiciones. Una vez que estas en el engranaje de la restauración se te es muy fácil entender esos límites y condiciones, de tal forma que no te desvías ni desvías a nadie.
La cohesión del evangelio para dos estados
Leemos en DyC
«Escuchad, oh Élderes de mi iglesia, y dad oído a mi palabra, y de mí aprended mi voluntad en cuanto a vosotros, y también concerniente a esta tierra a la cual os he mandado.
Porque de cierto os digo, bienaventurado es el que guarda mis mandamientos, sea en vida o muerte; y el que es fiel en la tribulación tendrá mayor galardón en el reino de los cielos.» (DyC 58:1-2)
¿Es aplicable esta escritura a los muertos? lo pregunto de otra forma ¿Puede alguien que ha muerto leer esta escritura y ser válida en su estado? Si usted, estimado lector, lee Doctrina y Convenios, considerándose a sí mismo fallecido, se dará cuenta que ese libro también está escrito para usted, conserva su elegancia y consistencia.
Porque por el poder de mi Espíritu las he creado; sí, todas las cosas, tanto espirituales como temporales:
primero espirituales, enseguida temporales, que es el principio de mi obra; y además, primero temporales y enseguida espirituales, que es el fin de mi obra (DyC 29:31-32)
Por lo que la restauración nos muestra que la muerte es una convención, es un cambio de estado. Igual que el invisible vapor de agua se condensa en el rocío del cielo para vida de las criaturas. O las entrañas llenas de caridad ascienden y se condensan en pensamientos virtuosos para coronar nuestra mente ante Dios. Nosotros antes espirituales como el ayer, enseguida temporales como nuestro hoy y enseguida espirituales como el mañana cierto.
Este versículo nos muestra la muerte como otro «entonces» para los nuevos verbos que nos esperan. El ciclo continúa en otra atmósfera llena de conocimiento.
Ese ciclo del versículo 121:45 se repite en todas las nuevas escrituras.
Las escrituras en la restauración contienen muchos significados o dimensiones. Todos esos significados están comprimidos en dimensiones ocultas.
«Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y lleno de gozo por ello, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.» (Mt. 13:44)
El Señor lo comparó a ese tesoro escondido. Nosotros leemos las escrituras tal como vemos un terreno en 2D, conforme a las dimensiones de nuestro mundo cotidiano, pero se necesita la ayuda del espíritu para deshilar, descomprimir o acceder a esas dimensiones escondidas en las palabras de su superficie. Hay que invertir energía en el empeño porque los tesoros pueden estar enterrados o enrollados. Algún día el mayor de todos se revelará.
«se desplegará el velo del cielo, como un rollo que se desenvuelve después de haber sido arrollado» (DyC 88:95)
El cielo que nos presenta la restauración no es el inmóvil y estático de la apostasía, sino como declara su creador
«Así dice el Señor vuestro Dios, Jesucristo, el Gran Yo Soy, el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el mismo que contempló la vasta expansión de la eternidad y todas las huestes seráficas del cielo antes que el mundo fuese hecho» (DyC 38:1)
Expansión y tiempo, para cualquier físico el asunto central de su trabajo diario en despacho y observatorio. Para nosotros, la profunda meditación que nos absorbe al contemplar las perlas de la restauración.
Por eso la restauración y sus escrituras son nuestra pequeña vasta expansión que nos acerca a la eternidad y en su contemplación emulamos al que las despliega ante nosotros mostrándonos huestes escondidas de conocimiento.
Entendemos así, que la restauración engloba todas las anteriores dispensaciones sus épocas y conocimientos.
La consistencia en la restauración
La consistencia en la restauración radica en que todo aspecto de su doctrina es coherente con el resto.
Cada ordenanza que efectuamos encapsula un convenio tal como una nuez esta protegida por su cáscara. Ambas penden de una llave del sacerdocio que las vivifica, tal como el fruto se une a la rama y se nutre por su peciolo. Ese conjunto realiza a su vez un cometido en el plan de salvación. Todo ello surge de la raíz del olivo cultivado de la Casa de Israel que a su vez engloba todas las dispensaciones anteriores y posteriores, siendo Cristo la razón fractal que se halla en cada punto del evangelio
Todo ello consigue una doctrina autoestable. La doctrina de la restauración no necesita añadidos ni refuerzos. En sus circunvoluciones a través de la historia notamos la especial geometría de su giro, sorprendente, a veces, con nuestros deseos y previsiones. Los cambios, por ejemplo, en las ordenanzas del templo obedecen a su intención
«He aquí, apresuraré mi obra en su tiempo.» (DyC 88:73)
El prefijo A (hacia) nos indica la aproximación a un lugar y pressura, indica presión o el uso de una prensa que exprime. Esto sugiere el uso de nuestra tecnologia hacia el recogimiento de Israel tal como lo facilita familysearch. Todo ello acelera la obra sin apresurar a los santos.
Estos cambios acelerados, no quitan cohesión en la piedra que rueda desde el monte sino que confirman que estamos en el tiempo del apresuramiento.
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Cada vocal en la restauración se pronuncia en una frase con sentido y cada frase es parte de un gran relato coherente que se escribe desde la primera visión hasta el presente. Esa consistencia mantenida durante 203 años es superior al ingenio de cada profeta o apóstol que haya tenido la Iglesia. Obedece a una sabiduría y dirección externa, hay un redactor divino que crea esa coherencia sin necesidad de concilios o reformas que busquen la unidad en la doctrina. Esa cohesión es gracias a que
«…la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo» (45)
Y por lo tanto es creada «no con mano» (Dan 2:45) Por eso la consistencia y elegancia de la restauración es semejante a las aves del cielo
«que no siembran, ni siegan ni juntan en alfolíes; y vuestro Padre Celestial las alimenta.» (Mt. 6:26)
Así que no hemos de suponer que su prosperidad depende de la siembra de nuestro brazo o la siega de nuestro ingenio. En cuanto a la seguridad y futuro de la restauración del evangelio haremos bien en seguir el consejo
«No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos o con qué nos cubriremos?» (31)
¿Quién de nosotros afanándose podrá añadir un codo a su doctrina? por eso confiemos en su despliegue pues [nuestro Padre sabe de qué cosas tenemos necesidad antes que nosotros le pidamos] (Mt. 6:8)
La elegancia en la restauración
La elegancia es una percepción de la belleza. La elegancia es una de las cualidades que se espera de una teoría para ser aceptada en física, aunque eso no quita que deba ante todo, predecir resultados en las observaciones.
Un templo de Jesucristo ante todo pertenece a la ciencia de la salvación y sus resultados garantizan el recogimiento de Israel tras el velo. Pero lo hace de manera elegante y hermosa. La naturaleza realiza su tarea de crear y mantener la vida sobre la tierra, haciéndolo de forma bella y elegante. En este sentido hay una simetría entre naturaleza y la restauración, lo cual es un elemento más de la elegancia. Esa simetría nos induce a considerar a su Iglesia como una criatura bajo los cielos.
La estética de la restauración puede observarse en sus miembros al asistir a las capillas y a los templos de Jesucristo. La cohesión en la elegancia de la doctrina se sigue hasta la apariencia elegante de su gente.
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Pero, considere el lector, que todo ello nace, no de una costumbre o imposición sino de la elegancia y cohesión de su doctrina que nace en sus escrituras, éstas lo permean todo y de ahí la reconocida unidad de la familia de los santos de los últimos días en todo el mundo.
Considere el lector, para finalizar la elegancia de la que hablamos en este versículo.
«Y la luz que brilla, que os alumbra, viene por medio de aquel que ilumina vuestros ojos, y es la misma luz que vivifica vuestro entendimiento
la cual procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio»
(DyC 88:11)
Un rayo de luz
Si pudiésemos pintar un cuadro basado en estas palabras, sería la imagen perfecta de un rayo de luz desde que se emite hasta que llega a nuestra retina. Fijémonos en los verbos.
Brilla—alumbra—viene—ilumina—vivifica—procede—llena.
Es la descripción de la trayectoria de un rayo de luz en el espacio. El brillo es la intensidad de la luz, la luz que brilla es Cristo, lo vemos en DyC 88:7
«…la cual verdad brilla. Esta es la luz de Cristo» (7)
Alumbra es la cualidad de ver la luz, porque hay luces que no vemos, porque no alumbran nuestros ojos, tal como las microondas de nuestro horno, brillan pero no alumbran.
«Y la luz que brilla, que os alumbra»(11)
Al decir viene, nos sugiere que la recibimos en nuestra vida y nos ilumina.
«y que yo soy la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo» (DyC 93:2)
Vivifica todas las cosas, así como la luz da vida a las planta y animales, su luz vivifica las escrituras más allá de su significado aparente.
«las Santas Escrituras de mí proceden para vuestra instrucción; y el poder de mi Espíritu vivifica todas las cosas.» (DyC 33:16)
Termina indicando dónde esta el foco de su luz y hasta donde llega.
«la cual procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio» (DyC 88:12)
Lo más importante de este modelo consistente y elegante de conocimiento, es que cada palabra y su simbolismo se encuentra disperso por todas las escrituras, creando una imagen consistente de todo el conjunto. Nos muestra la imposibilidad de organizar esa imagen por un diseño intencionado.
Notamos como las escrituras [destilan sobre nuestra alma como rocío del cielo]
La restauración su consistencia y elegancia
Frente a la ventana de mi despacho tengo un jardín elevado de pinos, álamos, pimenteros, cipreses y plantas de romero. No es un jardín frondoso porque en Almería tenemos un clima Mediterráneo muy seco.
Cada una de esas plantas ha prosperado en condiciones difíciles. Han conservado su elegancia y belleza a pesar de las dificultades. De la misma forma la restauración ha atravesado muchas etapas y dificultades en su historia, pero conserva la humedad de la raíz de la Casa de Israel.
«He aquí, las ramas del árbol silvestre han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz ha producido mucha fuerza; y a causa de la mucha fuerza de la raíz, las ramas silvestres han dado fruto cultivado.»
(Jacob 5:18)
Estimado lector hemos visto hoy algo de la consistencia y elegancia de la restauración. Si contemplamos sus escrituras tal como una vasta expansión, con la expectación del que nada sabe, comprenderemos a Abraham
«Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar.» (Gen. 15:5)
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Gracias por esta bella presentacion de la revelacion personal
Un saludo
Gracias a ti Nati por acompañar a Teancum
Gracias a tí Miguel, siempre animando. En esta actividad de escribir en un blog a veces se recoge silencio. Sin embargo da mucho gozo seguir encontrando cosas nuevas en las playas de la restauración.
Gracias David por este artículo, maravilloso igual que los anteriores, siempre espero con expectación su nuevo artículo.