Nos encontramos en un momento clave de la historia nefita. Benjamín, ya anciano, cede el reinado a su hijo Mosíah. No obstante tiene un reto antes de abdicar, dar un nombre a su pueblo, como paso previo para el logro de Mosíah II una nación de ciudadanos libres e iguales.
Los anales vértebras de una nación
En los ocho primeros versículos de Mosíah 1 observamos que la vertebración de la sociedad nefita y mulekita son los registros sobre planchas, su historia y su religión.
Benjamín reconoce:
«…si no fuera por estas planchas, que contienen estos anales y estos mandamientos, habríamos padecido en la ignorancia» (1:3)
Por lo tanto su historia no es oral como la lamanita. Al tener un registro escrito y en crecimiento, se favorece a una clase de ciudadano historiador. Personas estudiosas o familiarizadas con el conocimiento, que no se mencionan de forma directa y que son los que dan consistencia al sentir nefita. Esta conciencia de tener un pasado certero les provee de conocimiento.
«…las planchas de Nefi, que contienen los anales y las palabras de nuestros padres…son verdaderas; y podemos saber de su certeza porque las tenemos ante nuestros ojos.» (1:6)
Aprendemos de ellos, que el primer paso para construir una nación, es la conservación y difusión de su memoria. De no tenerla, la incapacita para orientarse en su futuro, porque esa historia representa una investidura de conocimiento, por eso los registros se conservan «para que prosperéis en la tierra, de acuerdo con las promesas que el Señor hizo a nuestros padres.» (1:7)
En este momento el rey Benjamín detenta todos los poderes del estado, gobierna, dicta las leyes y las ejecuta “…ni he permitido que…cometáis adulterio ni tampoco he permitido que cometáis iniquidad” (Mosíah 2:13) es el rey padre que tutela a su pueblo. Sin embargo hay un plan que comenzó con su padre y continuará con su hijo.
La convocatoria de Benjamín
En la convocatoria que realiza Benjamín al pueblo de Zarahemla y al de Mosíah, podemos comprobar que en ese momento se habían superado las «…contiendas entre su propio pueblo.” (12) aquellas que ocurrieron durante su reinado y que Mormón confirma. Todos ellos estaban en un momento óptimo, reconociendo que se «les había designado hombres justos como maestros, y también a un hombre justo para ser su rey, el cual había establecido la paz en la tierra de Zarahemla…» (2:4)
Cuando el pueblo convocado llegó al templo, «plantaron sus tiendas en los alrededores, cada hombre según su familia, que se componía de su esposa, y sus hijos y sus hijas, y los hijos e hijas de estos…» (2:5) Comprobamos sin embargo, que al llegar «hubo un número muy crecido, sí, tantos así que no los contaron…» (2:2)
¿Qué vemos en este detalle? Que al no poder contarlos tampoco podían organizarlos en la explanada. Vemos que la familia era la única estructura consistente de la nación. Aquella sesión de la conferencia no estaba numerada, no se menciona ni siquiera a la iglesia como institución que provea una idea del tamaño de la población, anotando los nombres de sus miembros. No tenían capacidad de contar a su propio pueblo, no porque no supieran, sino porque el estado nefita y su funcionariado, no existían como tal. Por eso entre el rey y su pueblo solo se menciona a la familia.
Los tributos
El rey Benjamín gobierna un pueblo que no puede contar, no es de extrañar que
«…yo mismo he trabajado con mis propias manos a fin de poder serviros, y que no fueseis abrumados con tributos, ni que cayera sobre vosotros cosa alguna que fuese pesada de llevar» (2:14)
La casi inexistente carga fiscal, hace que el estado ni siquiera se plantee una asignación a su monarca. Esto no sólo se aplica a su persona sino al peso del estado sobre el ciudadano nefita. Cuando en España la presión fiscal es del 37% con el rey Noé era de 1/5 es decir un 20% (11:3) No obstante nuestro 37% es sobre un mayor PIB que un ciudadano del pueblo de Noé, éste rey grababa a sus ciudadanos hasta exprimirlos sin dar nada a cambio.
¿A qué obedece esta casi nula presión fiscal? El pueblo es próspero, administra su propia riqueza. Está convencido de la honradez y del ejemplo de su monarca y tiene oídos prestos para escuchar lo que tiene que decir. Para aceptar ese proyecto avanzado que terminará Mosíah II, el pueblo debe empezar desde el control de su riqueza, esa libertad económica lo predispone a entender otras libertades de orden político que aún no concibe.
Cuando en los anales de Zeniff se adjudica las construcciones al rey Noé financiadas con los impuestos, en el gobierno de los jueces se atribuye la construcción y crecimiento al pueblo con su iniciativa.
«Y así aconteció que el pueblo de Nefi empezó a prosperar de nuevo en la tierra, y comenzaron a edificar sus lugares desiertos, y empezaron a multiplicarse y a extenderse hasta que cubrieron toda la superficie de la tierra» (Helamán 11:20)
Esa es la clave de la prosperidad nefita y su resilencia frente a los embates de la guerra.
El sistema de bienestar nefita
Ante un sistema fiscal tan liviano como el de Benjamín, la iniciativa de ayuda al necesitado parte de lo privado.
Al igual que la distancia entre el rey y el ciudadano es corta, lo es también entre la necesidad y la ayuda. De esta forma hay una mayor transparencia, una mayor claridad y sinceridad entre necesitado y ayudador. Quien otorga de sus bienes ve el resultado directo y quien lo recibe adquiere un compromiso conociendo su fuente.
La gran distancia actual entre un impuesto y el receptor de la ayuda, desconecta de significado a ambas partes. El contribuyente, ajeno a su destino, la considera una carga y el receptor, que la ve brotar de la nada, la considera un derecho.
Benjamín renuncia a esa gestión y la entrega en manos de su pueblo y consigue edificar a ambas partes.
«Y además, vosotros mismos socorreréis a los que necesiten vuestro socorro; impartiréis de vuestros bienes al necesitado; y no permitiréis que el mendigo os haga su petición en vano, y sea echado fuera para perecer.» (4:16)
En los barrios de La Iglesia de Jesucristo, la ayuda que se presta desde el fondo de ayuno proviene de los propios miembros de ese barrio. Hay un contacto codo con codo entre ellos y en esa cercanía se desarrolla el carácter auténtico cristiano.
Observaremos poco a poco que la intención del estado propuesto por Benjamín es la de no intervenir o hacerlo lo justo en la sociedad nefita. Sin embargo sería ingenuo esperar que ese compromiso surgiera de la nada, se necesitaba un contrato social.
El contrato social nefita
Una vez hubo terminado Benjamín de hablar, el pueblo nefita experimentó un cambio de corazón. El estudio de este aspecto merece un capítulo aparte. pero centrándonos en su vertiente política, esa conversión espiritual se manifestó en un deseo común de ser uno en Cristo y esa unidad se trasladó a lo político. A partir de ahora ya no serían dos pueblos el de Zarahemla y el de Mosíah sino el pueblo de Nefi y se llamarían a sí mismo nefitas.
«Y estamos dispuestos a concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días» (5:5)
Pero para garantizar que esto se realice en las siguientes generaciones, Benjamín necesita que su pueblo acepte un pacto social, que no será posible hasta que adquieran un nombre, por eso «daré a los de este pueblo un nombre, para que de ese modo se destaquen sobre todos los pueblos» (1:11)
Después de esto registrará por primera vez los nombres de sus ciudadanos que aceptarán con júbilo ese contrato social como hombres y mujeres libres.
«Y ahora bien, el rey Benjamín consideró prudente, después de haber acabado de hablar al pueblo, tomar los nombres de todos los que habían hecho convenio con Dios de guardar sus mandamientos.» (6:1)
Al principio eran «un número muy crecido, sí, tantos así que no los contaron» (2:2) pero ahora se disponen no solo a contarlos sino a escribir sus nombres. ¿Cómo es que hace unas horas no podían y ahora sí? Está claro que antes no tenía sentido hacerlo, no había un motivo, no iban a inscribirse para recaudar impuestos. Ahora lo van a hacer para iniciar el lento proceso de formar una sola nación, bajo un documento fundacional, donde se comprometen a vivir de acuerdo a los principios de Cristo, tomando su nombre sobre sí.
Benjamín preparo los recursos para tomar ese primer censo con antelación no lo improvisó.
Mosíah II el recogimiento
El rey Mosíah II recibe el testigo de su padre Benjamín y continúa de forma brillante. El sigue su ejemplo de no cargar con tributos » Y también él mismo labraba la tierra para que así no fuese oneroso a su pueblo» (6:7)
Mosíah indaga por aquellos que salieron de su pueblo en tiempos de su abuelo Mosíah I para la tierra de Lehi-Nefi bajo el liderazgo de Zeniff.
Junto a dieciséis hombres fuertes, está Ammmón, un caudillo mulekita. Es notorio cómo Ammón hace suya la causa de esos nefitas que salieron antes que él naciera, una muestra de como se van uniendo poco a poco ambos pueblos y sus querencias.
Un recogimiento de conocimiento
Fruto de esa expedición, Ammón trae de vuelta al pueblo de Limhi, descendientes de Zeniff, y en breve se uniría el pueblo de Alma, aquellos que escaparon al desierto perseguidos por el rey Noé.
En ese momento se produce una refundación de esa nación incipiente. Mosíah aprovecha la vuelta del pueblo de Limhi para leer los anales de Zeniff. Resumo a continuación el efecto de su lectura
25:8 …cuando vieron…se sintieron llenos de gozo…
25:9…cuando pensaron…se llenaron de tristeza…
25:10…cuando pensaron…alzaron la voz y dieron gracias a Dios
25:11…cuando pensaron…se llenaron de dolor y angustia…
25:12…se disgustaron con la conducta de sus padres…
25:12…adoptaron el nombre de Nefi para ser llamados
Más tarde Mosíah traduce las planchas que el rey Limhi encontró del pueblo jaredita, su lectura produce un efecto especial.
28:18 Y esta narración hizo que el pueblo de Mosíah se afligiera en extremo, sí, se llenaron de tristeza; no obstante, les proporcionó mucho conocimiento, y en esto se regocijaron.
Cuando alguien a pesar de la tristeza se regocija en el conocimiento es que está en proceso de despertar ese mundo interior de las ideas avanzadas. Es un gozo refinado en el saber que se sobrepone a los avatares comunes de la vida.
Estas experiencias tan emotivas a través de la lectura, crea lazos comunes entre ellos y dan a luz las primeras decisiones de mutuo acuerdo como adoptar el nombre de Nefi.
Este aprendizaje sobre su historia, les procura un conocimiento profundo de la naturaleza de los pueblos y sus decisiones. No son ignorantes, valoran, piensan, se afligen, se gozan en interpretar lo que leen. Su pensamiento abstracto aumenta a medida que conocen sus registros, son capaces de recrear en su mente el pasado intangible y aplicarlo de forma útil en el presente. En definitiva están preparados para el siguiente paso.
Lo conseguido
Hasta ahora el linaje Mosíah I, Benjamín y Mosíah II ha conseguido lo siguiente
- Pacificar las contiendas mediante la predicación
- Unificar el idioma del pueblo
- Organizar los registros y su crecimiento de forma sistemática
- Gestión de la riqueza en manos del pueblo favorecido con bajos tributos
- Gestión de las necesidades en manos del pueblo
- Contrato social que fija compromisos de acuerdo a la ley de Cristo
- Recogimiento de grupos dispersos en Zarahemla
- Conocimiento de la historia de su pueblo, mediante la lectura de los registros.
- Adopción del nombre de Nefi como pueblo y el de Cristo como discípulos
- Organización de la iglesia, siete de ellas en Zarahemla
- Ley de libertad de culto, un logro extraordinario.
La completa soberanía
Llegado el momento de la sucesión Mosíah consulta a su pueblo sobre quien de sus hijos debería ser el rey. Considere el lector, que este vacío en la transmisión del poder es un defecto del gobierno nefita que se repite en el futuro y que traerá inestabilidad como en el caso del juez superior Pahorán.
Pero ahora, ni Aarón ni ninguno de los hijos de Mosíah quiere el reino. En todo caso un rey que ha de labrar la tierra no es ningún puesto deseable. Los antepasados de Mosíah, en su sabiduría, eliminaron el anzuelo de la gloria y la riqueza para pretendientes ambiciosos.
Pero tengo la certeza que la negativa de sus hijos no se originó en la desidia o la indiferencia.
Creo que la renuncia al reino de Aaron y sus hermanos, se debía a la consecuencia natural de una mente ilustrada en el evangelio y en la historia de su pueblo. Y esa decisión, asumo que previamente se consensuo entre los miembros de la familia del rey Mosíah, preparó el gran proyecto que desde Mosíah I se aspiraba, el fin de la monarquía y la constitución de una sociedad libre inspirada en Cristo.
Mosíah comunica a su pueblo la conveniencia de ser regidos por la ley y no por las leyes promulgadas por un rey. Este concepto, que para nosotros es familiar, es completamente nuevo en ese momento. Se necesitaron tres generaciones de reyes para preparar la mente del pueblo para ese cambio.
«Y aconteció que después que el rey Mosíah hubo enviado estas palabras entre los del pueblo, estos quedaron convencidos de la verdad de sus palabras.» (29:37)
El mensaje enviado figura en Mosíah 29:5-36, son en total 1.207 palabras que fueron enviadas para ser consideradas por su pueblo.
Mosíah II una nación que avanza
Benjamín hizo escribir sus palabras para ser leídas a los que no podían escucharlo en la explanada del templo. Ahora Mosíah, en esta nueva etapa, es capaz de comunicar mensajes complejos y delicados a toda la población sin convocarlos presencialmente y recabar su parecer al respecto. El mensaje de Mosíah sugiere un avance como estado en la comunicación de asuntos importantes. Confiar en este medio para algo tan trascendente requiere una organización más elaborada.
«Aconteció, por tanto, que se reunieron en grupos por toda la tierra, para dar su parecer concerniente a quiénes habrían de ser sus jueces para juzgarlos de acuerdo con la ley que les había sido dada; y se alegraron en extremo a causa de la libertad que se les había concedido.»
Aprendemos, pues, que el avance de los pueblos y del plan de Señor requiere de sociedades cada vez más dinámicas y avanzadas. Ahora son capaces de organizarse no solo por familias, sino en asambleas para tratar asuntos de gobierno. Me recuerdan las convenciones para ratificar la constitución de EEUU que se producían por todo ese país.
Ellos experimentaron el despertar de una sociedad que concibe la libertad civil 90 años antes de Cristo, cuando Roma luchaba en la unificación de las ciudades de su entorno. Mosíah les advierte, no obstante, del precio de esa libertad
«…si llega la ocasión en que la voz del pueblo escoge la iniquidad, entonces es cuando los juicios de Dios descenderán sobre vosotros; sí, entonces es cuando él os visitará con gran destrucción, sí, como hasta aquí la ha mandado sobre esta tierra.» (29:27)
Ya no habrá un rey que los tutele, tal como decía Aplio Claudio (340–273 a.C.) faber est suae quisque fortunae – Cada uno es artífice de su propio destino.
Ellos estaban construyendo el suyo
El sistema judicial
En la carta enviada por Mosíah de 1.207 palabras, detalla el funcionamiento del gobierno de los jueces.
Los jueces son escogidos por la voz del pueblo y las leyes son las que «nuestros padres os han dado, las cuales son correctas, y fueron dadas a ellos por la mano del Señor» (29:25) No obstante, esas leyes podían cambiarse si había una mayoría como vemos en el memorándum presentado por los realistas a Pahorán para volver a instaurar la monarquía (Alma 51:3) en ese caso fue rechazado al ser una propuesta de cambio en la forma del estado.
En el caso de corrupción judicial, las instancias superiores juzgarán a los propios miembros de la judicatura. Si la corrupción está en los jueces superiores «haréis que un número pequeño de vuestros jueces menores se reúna, y ellos juzgarán a vuestros jueces superiores, según la voz del pueblo.» (29:29) No se detalla en esta carta el mecanismo de toma de decisión para esta medida. Sin embargo Mosíah insiste «…esto observaréis y tendréis por ley: Trataréis vuestros asuntos según la voz del pueblo.» (29:26)
Mosíah y su pueblo, descubrieron mediante la luz de Cristo, los fundamentos de una nación libre al concebir los poderes del estado, ejecutivo legislativo y judicial, mediante su propia fórmula y experiencia. Es milagroso cómo llegaron a esa construcción sin experiencia política previa, sin una tradición de filosofia política.
Mosíah II una nación de ciudadanos libres e iguales
Hay una frase en el capítulo 29 que refleja todo lo que consiguieron
«Por tanto, abandonaron sus deseos de tener rey, y se sintieron ansiosos en extremo de que todo hombre tuviese igual oportunidad por toda la tierra; sí, y todo hombre expresó el deseo de estar dispuesto a responder por sus propios pecados.» (29:38)
Es mucho más que un cambio de gobierno, es un cambio de mentalidad. Es el paso de una mente arcaica a otra filosófica, es la adquisición de ideas sin relación con la realidad o su experiencia inmediata. Esa libertad civil es una colosal construcción del pensamiento nefita, que no está inspirado en la naturaleza, nada de su entorno los inspira a ello. Es un acto creativo de la voluntad que los libera de las cadenas de la opresión, de la jerarquía mental de lo primitivo y convierte a cada ciudadano en el arquitecto de su existencia.
Es la aplicación del libre albedrio que el Señor nos dio, en la construcción de una sociedad. Hacer de la ley algo independiente de quien gobierne, trasladar la soberanía de la nación al pueblo y sujetar el poder del gobierno a las leyes aprobadas por mayoría de ese pueblo es como descubrir el fuego. Separar esos elementos en una mente donde todo estaba comprimido en un cetro real, fue la labor de Mosíah I, Benjamín y Mosíah II y sus hijos renunciantes al trono. Fue la luz de Cristo la que iluminó ese largo camino.
Hoy usted y yo estimado lector, vivimos en la misma encrucijada. La libertad que ellos conquistaron nació antes en su alma al convertirse a Cristo.
La luz que brilló en esa explanada de Zarahemla, los alumbró por medio de aquel que ilumina los ojos, y es la misma luz que vivifica hoy nuestro entendimiento. Es la luz que ilumina a las naciones que se inspiran en ella en su progreso hacia la libertad.
El devenir de esa sociedad, sus problemas, peligros y final será objeto de otro artículo si el interes del lector lo persigue.