sábado, febrero 1, 2025
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Reflexiones en el segundo estado

En el segundo estado, hay una meditación práctica inspirada en las escrituras. Nos orienta a observar lo común como el afloramiento de corrientes subterráneas de conocimiento. Surgen espontáneamente en el vacío cotidiano. Estos veneros aparecen a poco que cavemos en las realidades «sencillas» que nos rodean. Más bien digamos, realidades resumidas por la naturaleza para que sean accesibles a nuestros. Permítame el lector compartir algo de ello en esta ocasión.

Hace aproximadamente 7 años, Bartolomé, un amigo nuestro nos regaló una planta de granado. Era de unos pocos centímetros y nos invitó a plantarla en nuestro jardín. Un jardín es un dominio, una clase de principado. Le asigne el lateral de mi casa. Preparé el lugar lo mejor que supe y me dispuse a esperar para recoger frutos.
Pasaron 5 años y se convirtió en un árbol frondoso pero sin fruto en sus ramas. Pensé en dejarlo como ornamento, pero un granado no es especialmente hermoso en ese aspecto  y decidí cortarlo al sexto año. ¿Por qué?

El espacio y el tiempo en el segundo estado.

el segundo estado
La naturaleza parece moverse como las estrellas

En el jardín o en la huerta, el alma explora un mundo que fluye en un tiempo cósmico, ajeno a nuestra vida urbana. La naturaleza parece moverse como las estrellas. Un día de mi granado son como cien para mí, pero eso lo sé ahora. Me era difícil entender el plan y propósito de ese árbol en mi espacio, el lateral de mi casa y en mi tiempo cotidiano. Mis hijos crecían, mi vida cambiaba, pero cuando lo miraba, él era ajeno a todo eso. Solo ocupaba más y más espacio sin aportar nada en el tiempo que yo, su modesto señor, le otorgué.

Como humanos nos resulta cada vez más difícil entender los tiempos de los jardines o de las viñas del Señor. Ejerciendo injusto dominio, urgimos a la creación a que adopte nuestro tiempo y demandamos al Señor de los tiempos  que acelere su obra, para así nosotros, no tener que caminar con la esperanza y orbitar en la paciencia.

La conservación del segundo estado

Experimentamos el espacio y el tiempo de nuestro segundo estado en confrontación con nuestros deseos. De forma que ahora lo eliminamos creando un ciberespacio, donde no existen esas limitaciones. En ese mundo cibernético no es necesaria ni la esperanza ni la paciencia. Ese mundo crea la imagen falsa de que todo fluye hacia nosotros sin esfuerzo. Nefi lo describe certeramente.

«Y todas las naciones que pugnen contra Sion y que la acongojen serán como sueño de visión nocturna; sí, les será como al hambriento que sueña; y he aquí, come, mas despierta y su alma está vacía; o como un sediento que sueña; y he aquí, bebe, pero cuando despierta, está desfallecido,» (2 Nefi 27:3)

Confundimos nuestras emociones con nuevos derechos y nuestros deseos con pagarés pendientes de la vida. Ciertamente la velocidad  de nuestros anhelos y el tiempo menguante en su obtención, acortan el mundo pero aumentan nuestro ego. Es la primera ley de la termodinámica en el alma: la conservación del estado probatorio es una constante. Podemos variar sus sumandos, pero todo se transforma en un mismo resultado, la constante del estado de probación.
Por lo tanto, el plan de salvación y sus magnitudes están más ligadas a la expansión del universo que a nuestros sueños o esfuerzos por cambiarlo. De la misma forma que los que pugnen contra Sión o como aquel hombre cuyo brazo intentaba parar el río Misuri y volverlo hacia atrás.(DyC 121:33)

El cómputo mayor

en el segundo estado
Filamentos de materia oscura

En el inicio del tiempo, el Universo era un horno hirviente. Nadie podría contemplarlo e imaginar en sus atormentados átomos, lirios en el campo o pajarillos en el cielo. Al igual que un puño cerrado es hostil a toda propuesta, no obstante, si poco a poco se abre, se asemeja a un nido para cualquier criatura o un hueco para el rocío del cielo.
La lenta e inteligente expansión del Universo en el tiempo «por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero» (121:41), ha conseguido abrir ese puño inhabitable y hacer un hueco para nosotros  La delicada fuerza que sus tendones de materia oscura ejercen en el cuerpo visible de sus galaxias, ha creado un lugar donde podemos morar. La precisión de este movimiento y su despliegue en el tiempo es de más fineza que la de un cirujano en el corazón de su paciente.

Al igual que las articulaciones se resisten al empuje de los tendones y músculos, la expansión recibe la resistencia de toda la materia. En ese juego de fuerzas contrapuestas emerge el pulso firme del Salvador quien «glorifica al Padre y salva todas las obras de sus manos» (DyC 76:43)
De la misma forma se desvela su plan de expansión en el alma humana. Si vamos a Onida y dejamos crecer los filamentos de la fe como materia oscura del mundo y sus tiempos en el alma, harán que el primitivo hombre natural «se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor» (Mosíah 3:19)

El crecimiento del alma

«Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe, y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente» (DyC 121:45)

el segundo estado
Deja que se llenen de caridad

A veces, cuando lleno una botella de agua en el depósito que tengo en el patio, cerca del granado, me impaciento. La gravedad no ayuda lo suficiente, habría que aumentarla. Tardo menos en descargar un archivo en el ordenador.
Cuando el Señor dice «Deja«… pienso que dice «permite» o «espera a que». Ahora, cuando llamo o me llaman por teléfono, después de solicitarlo por Wassap, todos pedimos disculpas por gastar el tiempo ajeno. Pero, dígame estimado lector, de qué otra forma pueden llenarse las entrañas de caridad o las botellas de agua si no es con tiempo.
Trabajando con los jóvenes adultos de la estaca, usando los medios tecnológicos más avanzados, sin embargo nuestras almas siguen necesitando el mismo tiempo para llenarse. Parece que el sustrato de la paciencia es base necesaria de nuestro carácter futuro.

«y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.»

Si parece lento llenar una botella, qué puedo decir del rocío del cielo. No hay nada en nuestro mundo que fluya con ese tiempo. No hay nada que se venda, se transporte o se cuelgue en la red como rocío del cielo. De ser posible evitaríamos su caída en nuestros coches y calzadas. Ese es otro tiempo extraño para nosotros, como el de los granados.

El Señor usa esa imagen lenta y anatema en nuestro mundo en convulsión. Cuando leemos, nos invita a entrar a su viña, porque «¿Quién de [nosotros], por mucho que se afane, podrá añadir un codo a su estatura?» (3 Nefi 13:27) ¿Acaso pude yo añadirlo a mi granado (a quien veía), por mucho que me afané? ¿Obligaremos al rocío del cielo a convertirse en cascada?

Mis zanahorias

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junto a ellas en sus tiempos

Cada vez más, todo es instantáneo a nuestros ojos. Menos la creación en el lenguaje. Escribiendo estas palabras, para nosotros amigo lector o lectora, participo un poco en la creación, en la expansión del alma por rincones nuevos.

Ayer abrí el cajón de las verduras y vi una bolsa de zanahorias. Pensé que todo va siendo instantáneo, todo ¡tan distinto de mi árbol! Al no saber de esas zanahorias, quién las cuidó, cuánto tiempo o cómo llegaron hasta mí, las despojo de su tiempo. Sin embargo, al «preparar tus alimentos con sencillez de corazón…» (DyC 59:13) orbitas junto a ellas en sus tiempos naranjas y… si «[hacemos] estas cosas con acción de gracias,» (15), admitiendo la espera, hará «que tu gozo sea cabal» (13) ayudará a «alegrar el corazón…y animar el alma» (18-19)

Aceptar los tiempos y espacios que el Señor nos otorgó, incluso en la preparación de una sopa, ayuda al afloramiento de perlas en el alma.
La oración, más ligada a la jardinería que al lenguaje, es una prueba donde medimos si nuestra velocidad orbital nos mantendrá cerca del Salvador (rosa de los vientos) o nos arrojara al espacio profundo, los senderos extraños.

Las órbitas erradas del alma

«Y así vemos que le fue concedido al hombre un tiempo para que se arrepintiera; sí, un tiempo de probación…» (Alma 42:4)

Buscando lo instantáneo en nuestra vida, hemos acordado no admitir el tiempo que el Señor nos concedió, hemos decidido eliminarlo. Perseguimos obsesivamente su disminución. Describiendo ese anhelo de nuestros días, Nefi profetiza las creencias de nuestro siglo.

«Comed, bebed y divertíos; no obstante, temed a Dios, pues él justificará la comisión de unos cuantos pecados; sí, mentid un poco, aprovechaos de alguno por causa de sus palabras, tended trampa a vuestro prójimo; en esto no hay mal; y haced todas estas cosas, porque mañana moriremos y si es que somos culpables, Dios nos dará algunos azotes, y al fin nos salvaremos en el reino de Dios» (2 Nefi 28:8)

Esta descripción de la creencia moderada en un ídolo, socio de tropelías, es mucho más de lo que tenemos ahora. A día de hoy, a medida que nuestro siglo avanza, la profecía de Nefi se acorta por sus extremos. En el presente, llegando al centro del versículo, solo queda mentid, aprovechaos y tended trampa. Se ha eliminado incluso el esfuerzo de crearnos «la imagen de [nuestro] propio dios» (DyC 1:16) aunque esa imagen sea «a semejanza del mundo» (16) pero quizás lo más revelador de la profecía sea el motivo de esta creencia: «porque mañana moriremos».

«Porque – mañana – moriremos» Son tres coordenadas mentales que trazan una órbita para el alma. La parábola trazada es de impacto, no de salvación. Lejos de sustentarnos en el mundo caído, nos abrasa en la atmósfera inflamada de quienes no tienen esperanza. Pero muchos hacen de este fatalismo, una muestra de realismo y orgullosos de su perspicacia trazan parábolas suicidas sobre el cielo.
En las órbitas del alma, muchos buscamos y elegimos trazados mágicos a los problemas. La mayoría de ellos son consejos de mercachifles que prometen una salvación rápida y en pocos pasos, como la descrita por Nefi. O como la presentada por Lucifer en el gran concilio.

Touch and go

En la preexistencia, el plan de salvación, requería de un tránsito del alma a través del fuego de la probación, caminando por la fe, la esperanza y la caridad. Todas ellas virtudes agrícolas, de los que prefieren el lento crecimiento en una viña que rodearse de las chispas serpenteantes de las fogatas. (Isa. 50:11)

Lucifer vino proponiendo un plan «touch and go» Tal, como la exitosa misión de la NASA al asteroide Bennu. Consiste en tocar la superficie con un brazo mecánico (touch), recoger una muestra de polvo y salir (go). Lucifer planteo que solo tendríamos que venir a la tierra y volver a casa. El estado luciferino se encargaba de todo lo demás. Nada dependía de nosotros. Nadie tendría que llorar pelando cebollas.
Quien no sabia mucho de física espiritual, ni conocía la mecánica básica de las naciones de los cielos, esa propuesta era una solución instantánea.

en el segundo estado
El estado luciferino se encargaba de todo

El slogan de su campaña «No se perderá ni una sola alma» (Moisés 4:1) encierra una violación de las leyes de los cielos, va contra el segundo principio de la termodinámica, la entropía del Universo. En ésta ley, todo tiende al máximo desorden, desde la materia del cosmos a las habitaciones de nuestros hijos. Lucifer pretendía mantener ordenado y controlar el comportamiento de una población tan numerosa como las estrellas de nuestra galaxia.
La idea era tan descabellada, que ni siquiera con la honra del Padre podría conseguirlo. La energía necesaria para ello excedía el orden celestial, que es económico. Así que en su propuesta añadió la eliminación del albedrio. Pero eso nos situaba entre el reino animal y el vegetal. Seríamos todos iguales, cosa contraria al orden del Cosmos, donde para iguales leyes hay infinitas variaciones y logros.
Hay muchos, que añorando el plan desechado, por falta de fe y esperanza, solo recogen polvo en este mundo. El miedo a sufrir les atenaza en su segundo estado.

La entropía en el segundo estado

«…tu dominio será un dominio eterno, y sin ser compelido fluirá hacia ti para siempre jamás.» (DyC 121:46)

De los cuatro movimientos descritos en las escrituras, fluir es uno de ellos. Pero es un movimiento celestial, en nuestro mundo, todo ha de ser compelido. Si queremos algo hemos de ir a por ello y empujarlo o atraerlo hacia nosotros, desde una bocanada de aire a nuestro sustento. Conservar la vida y su orden en nuestro cuerpo es un trabajo de permanente empuje contra las fuerzas entrópicas del Universo. La celebre frase de Paulo Coelho, «Cuando realmente se desea algo, el universo conspira para que lo consigas” supone que fluimos amistosamente por el cosmos. Pero solo tenemos que estar 10 minutos en Julio, bajo el Sol de Tabernas en Almería y notar cómo todo el Universo conspira para nuestra destrucción. El Universo es impersonal y predatorio. Solo el Salvador saco misericordia de esas peñas cósmicas.

201 DC

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Cristo visita a su pueblo en América

Nunca un pueblo sobre la tierra recibió un contacto más directo con la divinidad que el pueblo de Nefi en el año 34 D.C. Considero este momento como el de mayor orden y armonía entre los hombres. Esa nación se convirtió en un jardín perfecto, con la mayor cantidad de conocimiento que nunca ha sido dado a un pueblo.
Podríamos esperar una foto fija durante siglos pero en el 201 D.C. a 167 años de su visita, se empezó a romper el orden inicial. Considero este periodo un canon para la medición del tiempo de desorden una vez se recibe la plenitud. Una medida de la entropía del alma humana partiendo de un orden perfecto.
No, el Universo no conspira para la redención de Sión, si lo hiciera, no harían falta las escrituras, cuya flecha del tiempo es contraria a la termodinámica. En las escrituras, el tiempo se detiene y el espacio aumenta. Nos llevan a ver como Dios ve a considerar sus tiempos antes que los nuestros.

Mi granado

en el segundo estado
El granado de casa

Estimado lector, gracias por acompañarme hasta aquí. Creo que hay una pregunta pendiente.
No, no lo corté. Esperé su fruto y vino tal como su reino «porque [nos] descubrirá su faz; y será en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad.» (DyC 88:68) espero que, igual que no corté mi árbol, tenga paciencia conmigo y con los que me acompañan.

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