Su morada oculta
“Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿Y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta? (DyC 121:1)
Esta revelación recibida en la cárcel de Liberty, Misuri en Marzo de 1839, es precedida por meses de cautiverio. La oración es una muestra de la angustia del profeta ante la situación de los santos. Es el preludio para analizar la materia y el reino de Dios.
Pero esa morada, está tras un pabellón. Es la naturaleza y ubicación de ese pabellón oculto, de lo que trataremos en este artículo. Las nuevas escrituras unidas a las nuevas palabras de nuestra lengua nos darán pistas y un nuevo significado de la naturaleza de esos reinos, dominios y potestades, que aguardan tras él.
La palabra pabellón proviene, a través del francés, del latín papilio (mariposa o tienda de campaña principal) una estructura grande y abierta que proporcionaba al legado de Roma un espacio amplio y reservado para trabajar. Después pasó a usarse para referirse al dosel que cubre el trono real. En ambos casos oculta y protege a alguien poderoso de aquellos que no deben estar en un espacio reservado.
En Liberty el profeta deseaba ver descorrer ese pabellón y presentar al Señor el sufrimiento de los santos. Así lo expresa al decir (4)”… deja que tu ojo penetre; que tu pabellón se descorra; que ya no quede cubierta tu morada oculta por más tiempo.”
El velo que cubre
El uso de la palabra descorra es significativo. Descorrer proviene del latín currere (correr, mover aquello que cubre algo) . La imagen del pabellón del versículo uno, tiene continuidad en el cuatro. No es casual la prolongación, a través de cuatro versículos, de la imagen de un pabellón que oculta su presencia. Hemos de tomar en serio la intención de estos elementos al sugerir, que no es tanto un muro como un velo lo que nos separa de su morada. Y esto es, flexible, fino y se puede descorrer.
Esta idea la encontramos en el velo del tabernáculo y después en el templo de Salomón, que separaba el lugar santísimo donde estaba el arca de la alianza, de la zona donde estaban los sacerdotes. Ese velo se rasgó de arriba abajo a la muerte de Cristo. La dirección del movimiento, sugiere la iniciativa divina de acabar con esa separación del pueblo de la presencia de Dios.
En el libro de Moisés escuchamos a Enoc hablar con Dios cara a cara. “… y tus cortinas aún están desplegadas; y tú todavía estás allí, y tu seno está allí…” (Moisés 7:30). En este caso al estar desplegadas, nos oculta su presencia. Siempre hablando de una separación a través de un velo, algo sutil.
El velo se despliega como un rollo
En DyC el Señor describe de una forma muy interesante ese pabellón y la forma en que se descorre”…Y habrá silencio en el cielo por espacio de media hora; e inmediatamente después se desplegará el velo del cielo, como un rollo que se desenvuelve después de haber sido arrollado, y la faz del Señor será descubierta.” (DyC 88:95) El movimiento descrito aquí, es el inverso al descrito en Moisés y en DyC 121.
El cielo despliega su velo, es decir se manifiesta al hombre. Aun así es compatible con la idea del pabellón que se descorre para ver el cielo.
Un ejemplo
Al enrollar un dibujo realizado en una cartulina se esconde todo lo que hay en ella. Solo hay alguna evidencia de su contenido pero no se puede deducir nada sea imagen o texto. A mi vista escapa la tensión y fuerza que se esconde en su interior, la apariencia que muestra es limitada a algo estrecho y poco llamativo. Sus extensiones están hábilmente enrolladas en un espacio menor. Al plegar el papel he realizado una operación misteriosa, he alterado la dirección de sus dimensiones para esconderlo en el espacio. Puedo plegarlo hasta hacerlo casi invisible entre el paisaje que hay ante mí. Pero sin embargo toda su potencia contenida está lista para salir, si tan solo abro la mano.
Entonces, surge de la nada un mundo nuevo, totalmente coherente y comprensible.
El velo interior
No somos nosotros los únicos en emplear la palabra velo en el evangelio.
Un neurocirujano como Alexandre Eben, habla sobre experiencias cercanas a la muerte. En su libro “La prueba del cielo”, nos dice el doctor Eben “Otro aspecto de la buena nueva es que no hace falta estar a punto de morir para vislumbrar lo que hay al otro lado del velo”
Es interesante la coincidencia del lenguaje. Hablando de la reanimación de pacientes en parada cardiorrespiratoria nos dice “…en sus esfuerzos por salvar a sus pacientes, estos médicos estaban creando una especie de raza de viajeros ultraterrenos: gente que había vislumbrado lo que hay al otro lado del velo y había regresado para contarlo”
Alexander Eben, hace una afirmación audaz “Simplemente lo hemos olvidado, porque durante la parte física, cerebral, de nuestra existencia, nuestra mente bloquea o al menos vela el trasfondo cósmico superior, del mismo modo que la luz del sol impide que veamos la luz de las estrellas al amanecer.”
Y por último “El cerebro —sobre todo el hemisferio izquierdo, la parte lingüística y lógica, que genera nuestro sentido racional y la sensación de un ego o yo claramente definido— es una barrera que nos impide experimentar y conocer cosas superiores. “
Él sitúa el velo en nuestro propio cerebro.
El velo exterior
En otro entorno más árido, como es la física, algo aceptado de forma general, en especial en la teoría de cuerdas, es la existencia de muchas dimensiones. Además de las tres que conocemos, cuatro con el tiempo.
Lisa Randall, cosmóloga y física cuántica en Harvard comenta acerca de estas dimensiones ocultas…” Algunas son muy pequeñas, otras son muy grandes. Están enrolladas, o arqueadas… Me interesan las que son lo bastante grandes como para que detectemos su influjo.”
La manera de entender la realidad, heredada del pasado, donde el universo era una extensión de nuestra experiencia cotidiana, ha desaparecido. Ahora la física moderna nos habla de una realidad curvada, replegada y oculta. Nos acercamos a entornos que son familiares a los descritos en las escrituras.
Mantener la misma lengua (no me refiero al idioma) del siglo IXX para escudriñar las nuevas escrituras es limitar nuestras posibilidades,” Porque acontecerá que en aquel día todo hombre oirá la plenitud del evangelio en su propia lengua y en su propio idioma, por conducto de los que son ordenados a este poder,” (DyC 90:11)
Nuestra lengua es todo lo que se articula en nuestra cultura fruto del conocimiento. Sin embargo continúa este versículo, hay una condición para no perderse en caminos extraños, “… mediante la administración del Consolador, derramado sobre ellos para revelar a Jesucristo.” (11)
Transmitir directamente a las escrituras toda novedad, supone un riesgo inaceptable que ningún santo debe asumir. Podemos caer en el abandono de la barra hacia un camino extraño.
Acercamiento al pabellón oscuro
Además de a nuestra memoria, el velo se extiende a muchos aspectos.
Al tiempo, porque el presente del Universo está velado, ya que se nos muestra solo lo ocurrido hace cientos de millones de años. A medida que nos adentramos en el espacio profundo, vemos el pasado, la imagen de cuerpos celestes que quizás no existan ya, o hayan cambiado de forma impredecible. Podemos decir que la naturaleza del mundo censura nuestro conocimiento con un pabellón oscuro.
Pero éste pabellón oculto se extiende también a la materia.
La materia oscura
En 1932 Jan Oort, observa que las estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, se mueven más rápido de lo que deberían según las leyes de Newton y la relatividad general. Pocos años después, el astrónomo Franz Zwicky mide velocidades en galaxias que son demasiado altas en relación a su distancia al centro de la galaxia, e introduce el término “materia faltante”.
Las conclusiones son extrañas. Hay materia oculta que solo podemos detectar por sus efectos gravitatorios en la materia visible.
Más tarde se calcula que todo lo que hay en el Universo que podemos ver, detectar o suponer es un 4% del total. Del otro 95%, un 21% es materia oscura y el otro 75% es energía oscura.
Desde 1978, el trabajo de la astrónoma Vera Rubin y su grupo, observando más de doscientas galaxias, han puesto a la materia oscura como el problema fundamental de la cosmología actual
La materia oscura se distribuye por todas las galaxias, su densidad varia pero está en todos lados. Va por decirlo así, montada o superpuesta a la materia visible de nuestro mundo No emite radiación, solo deja sus huellas en las perturbaciones gravitatorias que produce.
Un ejemplo
Imaginemos un camión cargado. Los neumáticos están deformados por el peso y las ballestas están al límite de su resistencia. Todos los indicios confirman que en el espacio de carga va repleto. Sin embargo si miramos en su interior, está vacío. Esta es la paradoja de la materia oscura. Podemos ver sus huellas en la nieve pero no al hombre invisible.
Si te preguntas ¿dónde está la carga? ¿De qué clase es? entonces estarás sentado en la misma piedra donde reflexionan los cosmólogos desde que Franz Zwick en 1933 habló de materia faltante.
Si ese camión chocase contra un muro, pasarían dos cosas. La materia visible de su carrocería la veríamos deformada por el impacto, estática. Pero la materia oscura saldría del camión siguiendo su inercia, en una trayectoria propia que la desvincula de la materia visible. Hay una especie de ligadura de la materia oscura a la visible, pero en sucesos catastróficos esa ligadura se ve rota. Esto se ha observado en algunos choques de galaxias.
Nuestro Universo no sería posible sin ella, actúa como adhesivo en la organización del cosmos.
La materia y el reino de Dios
“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden discernirlo; no lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia. (DyC 131: 7-8) Ni siquiera los instrumentos más avanzados pueden ver esa materia refinada.
El versículo termina con estas palabras: “cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia”. Y puedo inferir de esto último una idea semejante: “cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos [toda la] materia». Y veremos todos los reinos que hay en esos espacios.
Todo esto sugiere que el reino donde Dios mora, está en la materia oscura. No podrá negar, querido lector, que la cuestión es de gran interés.
Las galaxias son como racimos que penden de la materia oscura. Como la vid y sus pámpanos. La viña es más extensa de lo que pensamos.
El evangelio distingue entre espíritu y cuerpo, pero no les asigna los adjetivos inmaterial y material. No hay antagonismo entre ambas sustancias, sino características diferentes.
Esta revelación, sitúa al reino de Dios en nuestro Universo. Y esto no lo hace menor, sino que nos sugiere que el Universo es otra cosa distinta a lo que pensamos que es. Algo que hay que observar con el Urim y Tumin del Señor y no exclusivamente con el nuestro, el Hubble.
Si todo es materia, incluida la refinada y pura que existe al otro lado del velo, deberá estar en algún lugar, replegada, enrollada o tras un pabellón.
Atravesar el pabellón
Cuando se despliegue el velo del cielo como un rollo nos daremos cuenta que el mundo es mucho más de lo que vemos y podemos tocar. Aquellos que piensan “yo solo creo en lo que veo” pierden el 96% del Universo.
A través de esos dedos especiales que es el colisionador de hadrones del CERN, el hombre intenta tocar esa frontera, atravesar el velo de la materia y penetrar en el misterio.
Sin embargo atravesar esa frontera, requiere no solo conocimientos sino una conducta de acuerdo al campo de la luz y la verdad que llena la inmensidad del espacio. No podemos interactuar con la luz y la verdad sin una conducta de acorde, a semejanza de las partículas de un campo como el de Higgs.
Igual que la energía nuclear desde el siglo XX, ha requerido de nosotros un mayor grado de responsabilidad en nuestra conducta. No podemos usar el átomo con mentes medievales.
Para atravesar el pabellón que cubre su morada, no podemos hacerlo en una nave o con un acelerador de partículas… tenemos que hacerlo de mano de la obediencia a leyes. Las leyes que rigen detrás y delante del velo. Leyes espirituales, pero visto el principio anterior, leyes que impactan en consecuencias materiales que no podemos ver claramente en la materia visible de este mundo sino cuando… nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia.
A lomos de Surus
A veces es necesario adentrarse en terrenos movedizos para alcanzar un objetivo. Aníbal atravesó pantanos inseguros montado en Surus, su último elefante. En los humedales infestados de mosquitos, desoriento a un enemigo que lo suponía hombre sensato y de acciones predecibles. Contrajo una oftalmia en ese intento arriesgado y perdió su ojo izquierdo. Pero esa audacia le dio la victoria en Tesino, Trebia y Trasimeno.
A lomos de teancum viajamos por las escrituras y sus palabras. Podemos atravesar terrenos pantanosos y ciertamente pueden ser herrados. Pero escudriñar es una actividad exploratoria de cierta libertad que no responde a criterios de utilidad o conveniencia. Digamos que requiere cierto grado de riesgo y desatino.
Y díganme, estimado lector, si no es desatinado para alguien sensato como usted y como yo, leer sobre un padre de familia, llamado Lehi. En medio de un desierto, hablaba de una tierra prometida al otro lado de un mar nunca visto. No sabía su nombre ni dónde estaba. No tenía barcos ni la habilidad de construirlos. Hablaba sobre su futura descendencia, cuando sus hijos ni siquiera tenían esposa, ni habían regresado de una peligrosa misión. Teniendo a los dos mayores en su contra. El también cruzó pantanos como Anibal.
Invito al lector finalizar nuestro viaje por este extraño pantano, montados en Surus y siguiendo las huellas de la sección 121.
Una declaración arriesgada
La materia y el reino de Dios han sido por siglos palabras antagónicas. Pero estas joyas ya están integradas en la restauración. Al acercarnos a esos abismos del pasado vemos que la curvatura escondida de la fe nos lleva a un nuevo continente.
Podemos depositar en lo que no entendemos aquellas cosas en que creemos y no podemos explicar. Así fue con la epilepsia, para los romanos la visita de un dios para los cristianos la del diablo. Relacionar el reino donde Dios mora con la materia oscura, me coloca en la misma posición que esos ejemplos.
Pero ellos, simplemente no lo esperaban. No estaba predicha esa clase de materia, como sí lo estaba el bosón de Higgs, desarrollado teóricamente en 1964 y encontrado en el LHC en 2013.
Para los astrónomos no fue una sorpresa encontrarse con los agujeros negros. Ya estaban predichos teóricamente por Jhon Michell en 1873, pero formalmente desarrollados en 1915 por Albert Einstein y Karl Schwarzschild. El primer descubrimiento de uno de ellos, fue en Cignus X1. ¡Pero solo estaban encontrando lo que ya sabían!
Ahora, se han dado de bruces con la materia oscura. Su existencia ha puesto patas arriba la cosmología. Nada pronosticaba este futuro hallazgo. La gravitación y la relatividad, teorías que han gobernado la física no han predicho ni pueden explicar ese nuevo objeto encontrado.
No se le puede achacar solo a la fe una aparente contradicción con los hechos, digamos que eso va incluido en el paquete de nuestra existencia.
La búsqueda infructuosa
Reconocía Richard Massey, Universidad de Durham, Inglaterra, investigador de la materia oscura: “es una realidad paralela a la nuestra” esa declaración casi de ficción, me hizo percibir no ya conclusiones científicas sino estados de ánimo.
Las palabras de Etienne Klein, director de investigación en CEA(comisariado de la energía atómica) “no sabemos identificar los objetos reales del Universo” o cuando afirma “sabemos menos de lo que creíamos, aumenta la conciencia de nuestro desconocimiento”.
Elena Aprile, física, Universidad de Columbia, trabaja en Susso, Italia bajo cientos de metros de roca con xenón líquido. Pasa las noches desde hace años tratando de detectar partículas de materia oscura. Ella nos dice. “hay que estar un poco locos para invertir tantos años y energía en una búsqueda sin resultados” y concluye “tanta energía y esfuerzo para un experimento sin resultados es frustrante”.
En el CERN tienen la moral más alta. Lo enfocan desde otro ángulo. Ya que es tan difícil de detectar… ¡fabriquémosla! Dos proyectos el CMS y ATLAS, en una lucha contrarreloj. Liderando ambos proyectos Daniel Denegri y Bruno Mansoulié. Hace poco de ese lugar salió la detección del bosón de Higgs. Sin embargo el reto es mucho mayor. No hay teorías que guíen los experimentos. Buscan lo desconocido.
El premio Nobel Saul Perlmutter, investiga la energía oscura (otro problema mayor que el de la materia oscura) admite con una sonrisa y humor su completa ignorancia de lo que busca.
¿Por qué?
¿Por qué estoy hablando de ellos y de este asunto?
Este artículo es necesario para comprender cabalmente el que viene a continuación. Porque todo se va acercando a un lugar común, a ese «…día en que [él] integre [sus] joyas…» (DyC 60:4) y creo sinceramente, que los santos tenemos muchas de las claves de la cosmología que susurran las escrituras y el templo.
[su_box title=»Próximo artículo» style=»bubbles» box_color=»#2955ca»]
En el próximo artículo «Las ordenanzas del evangelio desde el pabellón oculto» La radiación que recibimos del mundo detrás del velo, se manifiesta en sus ordenanzas. El estudio de ellas nos revela la naturaleza de los cielos y sus habitantes. Y su brillo y el poder que emanan[/su_box]
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Me ha encantado este trabajo. Supongo que llegará el día en el que nuestro cerebro sufrirá una especie de metamorfosis, y por ello el velo será retirado para muchos, y entonces podremos ver la energía que quiero pensar es un tipo de materia aún desconocida. Me ha hecho pensar mucho también la parte de atravesar el pabellón,no podemos interactuar con la luz y la verdad sin una conducta acorde,a semejanza de las partículas de un campo como el de higgs. La materia y el Reino de Dios, todo muy esclarecedor.
Más adelante tocaremos el concepto de campo, muy sugerente para entender cómo interactua la luz y la verdad con el ser humano.