El plan de perdición, su núcleo
El plan de perdición y su núcleo consistió en eliminar el albedrío que Dios dio al hombre. Para conseguir eso se necesita todo el poder. Entre los requisitos se incluía obtener un cuerpo del linaje físico del Padre.
Como veremos eliminar el albedrío, era un absurdo desde su propio enunciado. Insostenible de realizar, no se trataba de la no conveniencia, sino de la imposibilidad de llevar a cabo ese proyecto.
Para entender la batalla y caída de un hijo de la mañana en su lucha por el poder, hay que entender qué es el poder de Dios.
El poder de Dios
Leemos en DyC 29:36
“…porque se rebeló contra mí, diciendo: Dame tu honra, la cual es mi poder; y también alejó de mí a la tercera parte de las huestes del cielo, a causa de su albedrío “.
En inglés se usa la palabra “honor”. En español se usa “honra” ambas proceden del latín honor, honoris (rectitud, decencia, respeto). El uso de esta palabra denota la aclamación pública de la persona a la que se adjudica las virtudes mencionadas.
Por lo que podemos decir que el poder de Dios consiste en el respeto, veneración y amor que infunde en todo el Universo y sus inteligencias, a causa de su justicia y perfección. Como organizador y creador tiene a la luz y la verdad como aliados, entidades junto con la inteligencia que no han sido creadas. Por lo que la divinidad y su poder no son una sustancia sino un estado al que se llega por logro, mérito y alianzas.
La divinidad y su poder se basa y se mantiene por «persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero; por bondad y por conocimiento puro…» (DyC 121:41) porque como ya temprano, él nos enseña, «Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud del sacerdocio» (41) sino desde esas cualidades. Las únicas que pueden conmover a lo completamente impersonal, a lo que “…no fue creado ni hecho, ni tampoco lo puede ser.” (DyC 93:29). Logro que consiguió Cristo al redimirnos: «¡El Dios de la naturaleza padece!» (1 Nefi 19:12)
La persuasión
Por lo tanto, su poder no radica, como el nuestro en el sometimiento del mundo, sino en su persuasión. En persuadir a los elementos e inteligencias eternas para que «la inteligencia se [allege] a la inteligencia; la sabiduría [reciba] a la sabiduría; la verdad [abrace] a la verdad; la virtud [ame] a la virtud; la luz se [allege] a la luz…» (DyC 88:40)
Por eso el nos enseña desde temprano a emularlo, cuando nos invita a usar la tierra «…con juicio, no en exceso, ni por extorsión.» (DyC 59:20)
La palabra honor es equivalente a gloria en hebreo. Pero gloria sugiere también el sentimiento experimentado por aquel que contempla el honor y poder de Dios. La gloria de los lirios solo se percibe al contemplar su belleza y perfección. Por lo que honor y gloria, podemos decir, que constituyen el poder de Dios.
Dame pues tu honra
El plan de perdición, necesitaba, el “dame pues tu honra” . Solicitud de Lucifer imposible de satisfacer. Porque la honra es un logro personal del que uno no puede desprenderse y del que nadie te puede despojar por violencia, ni por guerra.
Una vez que comprendemos el origen de su poder.
Recuerdo las palabras que recibe el joven Skywalker de su enemigo Darth Vader: “No, mi joven Jedi. Comprenderás que eres tú el que está equivocado respecto a muchas cosas.”
¿Estaré en esta escena al decir comprendemos? Pero al menos empezamos a ver de dónde procede su poder y podemos atisbar por qué se produjo esa batalla en los cielos.
En la misma sección 93, leemos dos versículos que son fundamentales en la comprensión de este asunto.
“El que guarda sus mandamientos recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas.” (28)
“La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad.”(36)
Y ahora vamos a establecer un pequeño esquema teórico de esta secuencia.
Obediencia → Conocimiento → Luz y verdad → Gloria
Obedecer es algo básico en el plan de salvación. Esta palabra procede del latín oboedire (saber escuchar) y se relaciona con la capacidad de aprender de lo que se escucha. Ya la obediencia lleva implícita una decisión. Pero si es impuesta no es obediencia es sumisión relacionada más con la esclavitud que con el saber escuchar.
Giddiani invita a los nefitas diciendo someteos.
El plan de Lucifer
¿Por qué no se aceptó el plan de Lucifer carente de libre albedrío?
Porque si vemos el esquema, todo parte de obedecer y no de someterse. El que obedece recibe luz y verdad y después de esto encontramos una preposición, un “hasta”. Ese hasta es el proceso del plan de salvación, diseñado en base al libre albedrío.
Obediencia → Conocimiento → Luz y verdad → Gloria
Sin luz y verdad
Si el plan de perdición de Lucifer se hubiese llevado a efecto, el hombre nunca podría haber accedido a la luz y la verdad porque ésta solo apoya a los planes y linajes con albedrío. Ya que «…la luz que brilla, que [nos] alumbra, viene por medio de aquel que ilumina [nuestros] ojos, y es la misma luz que vivifica [nuestro] entendimiento,» (DyC 88:11) sin luz no hay entendimiento. Pues éste necesita claridad en nuestra mente, alumbrada por la luz.
Si eliminas del libre albedrío, no es necesaria la luz para poder discernir. De hecho ni siquiera la creación podría haberse llevado a efecto. Porque la tierra no habría podido discernir entre las tinieblas y un mandato basado en la coacción. Ambos términos están en el mismo abismo.
No obstante, si el plan de perdición de Lucifer se hubiese llevado a efecto, la falta de libre albedrío hubiera repercutido en todo el Universo. No hubiera sido necesario que «…vigilaran aquellas cosas que habían ordenado hasta que obedecieran.» (Abraham 4:18) y la tierra no sería santificada ya que no podía obedecer ninguna ley, menos una ley celestial.
Ineficiente
Sería un plan ineficiente. Todo el comportamiento de los elementos tendría que ser asumido bajo una dirección centralizada. Una especie de gobierno colosal e intervencionista, que decidiera hasta qué órbitas debían ocupar los electrones.
Vemos una situación parecida en los gobiernos totalitarios que desconfían de la libertad de sus ciudadanos. Ellos asumen en sus funciones lo que es del dominio privado. El resultado invariable de ese estado es la pobreza y miseria. Ese estado de cosas que se deriva de la falta de albedrío y libertad en el Universo, no es económico ni eficiente. No sería posible mantener un orden y equilibrio sin la participación de todos los actores de la creación.
Benjamín vio claramente este principio: «he trabajado con mis propias manos a fin de poder serviros, y que no fueseis abrumados con tributos, ni que cayera sobre vosotros cosa alguna que fuese pesada de llevar» (Mosíah 2:14) Esta idea de gobierno liviano, se apoya en la delegación al pueblo de responsabilidades «vosotros mismos socorreréis a los que necesiten vuestro socorro; impartiréis de vuestros bienes al necesitado» (Mosíah 4:16) De ahí la eficiencia nefita.
Sin embargo Lucifer, solicitó un poder total que conllevaba una carga imposible de llevar. No tenía una idea cabal de todas las consecuencias, las emociones le dominaban. Quería una plan centralizado y planificado frente al libre mercado del plan de probación.
Autoritario
En el plan de perdición, la dirección es primitiva, con un organigrama basado en la autoridad. Una creación tan extensa como la que se organizó no puede ser centralizada. Había que confiar en la capacidad para autogobernarse bajo la luz y la verdad, que tienen las inteligencias de cualquier tipo que habitan el Universo.
Lucifer no entendía esto, al igual que los ladrones de Gadiantón tampoco entendían cómo los nefitas podían resistir la fuerza de un ejército con tan solo las antiguas palabras de su religión.
Y ahí estaba su gran error, «…pues no conocía la mente de Dios, de manera que procuraba destruir el mundo» (Moisés.4:6). El Padre sabía la influencia de su honra, la adoración que se le profesaba. Sabía que la luz y la verdad estaban con él, y para todo lo referente a sus creaciones, partían de su presencia y llenaban la inmensidad de sus obras. Toda su creación estaba empapada de su luz… y obedecían. Sabían escuchar. El enseñaba los principios correctos y los electrones saltaban a la órbita adecuada a su nuevo estado. No había que vigilar eternamente.
No económico
Hay un gran componente económico en la creación. En el uso de los recursos. El Salvador nunca desperdició un trozo de pan, ni un pez, “Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos y de lo sobrante de los peces” (Marcos 6:43). Incluso… «el sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.» (Juan 20:7). Esa valoración cuidadosa de elementos simples como lienzos de tela, sugiere el mismo orden, cuidado y respeto en la organización del mundo.
A él le importa incluso los pajarillos, “…ni uno de ellos cae a tierra sin saberlo vuestro Padre.” (Mateo 10:29) ¿Quién no respeta a alguien así? No es extraño que hasta los peces le obedezcan.
El plan de perdición, así como las tiranías, desprecia el albedrío de las personas, expulsándolo del gran ecosistema del mundo. Considera el albedrío un obstáculo para la salvación de esos ignorantes humanos. Desconfía del valor del individuo y de su ingenio. Ese populismo espiritual, sustituye a la persona por una doctrina de salvación exclusiva, de palabras pomposas y campanudas.
Ese desprecio, esa pérdida es un disparate, no es económica, en un plan donde participan con su aleteo aun los pajarillos del campo.
Conflictivo con la luz y verdad
Lucifer quería saltar ese orden celestial. Quería saltar directamente de cero al honor y la gloria sin obedecer. Si eso hubiera sido posible, habría tenido un gran problema con la luz y la verdad. ¿En qué sentido?
La luz y la verdad, como ya sabemos, no son un concepto abstracto. No son construcciones mentales, no son conclusiones morales ni modelos de las cosas.
Son entidades, no biológicas ni de linaje alguno, de una naturaleza que no podemos entender ahora, pero las escrituras las reconocen como tales.
Nosotros pasamos de largo esa propiedad cuando leemos, debido a la forma de nuestra percepción.
La percepción de una rana es ciega a un elefante. Para ella no hay elefantes, ellos no comen ranas. Pero a éstas, sí le interesan las cigüeñas, ellas comen ranas. Cuando las ven, se esconden. Las cigüeñas son ciegas a las moscas, no comen moscas y no son conscientes de ellas. Pero las ranas si comen moscas, ellas las ven y las cazan.
Nosotros, somos ciegos a la luz y la verdad, a su entidad, pero no lo somos cuando ésta brilla en Cristo. Entonces nos ilumina y alumbra nuestra mente. Entonces somos capaces de detectarla e iluminarnos por ella.
Lucifer, debido a su rebeldía, hubiera tenido que tratar con una entidad independiente para obrar y ajena a su naturaleza ya que…
«Toda verdad es independiente para obrar por sí misma en aquella esfera en que Dios la ha colocado, así como toda inteligencia...” (DyC 93:30).
Cuando leemos que la verdad obra por sí misma, quiere decir exactamente lo que está diciendo.
La extorsión
Su campaña con el hastag «#no se perderá ni uno» fue planificada y desarrollada en los cielos. Durante mucho tiempo. No se consigue más de 1/3 de seguidores así como así. Cada uno de ellos con una madre y un padre. Con mucho afecto y cariño de su familia celestial. ¡Qué gran poder!
¡Qué gran extorsión! Esos espíritus no eran soldados, ni empleados. Eran hijos e hijas. Ese día Lucifer sabía que «perecerían muchos corazones, traspasados de profundas heridas.» (Jacob 2:35)
Fue una exhibición de poder estar en un concilio con más de 1/3 tras su espalda. No podían perder, nadie sabia su peso exacto en la propuesta, pero sí que eran demasiados. Esa osadía y exhibición ante el Padre no era fruto de un impulso sincero, era un salto al poder a través de la extorsión. La buena voluntad de su propuesta era sólo una coartada.
Pero el Padre soportó al igual que en el Gólgota una cruz, dando ejemplo a su hijo del camino a veces difícil de la paternidad en la divinidad.
La consecuencia
Lucifer se hubiera encontrado, si el Padre no lo impide, con que…”La luz y la verdad desechan a aquel inicuo.” (DyC 93:37). A él.
¿Por qué lo desechan? Porque la luz y la verdad es libre de actuar en su esfera y no se presta a un plan basado en el quebrantamiento de las leyes y en la extorsión.
Si el acusador se hubiera sentado en el trono que ambicionaba, la creación se hubiese quedado a oscuras, sin luz ni vida. Porque Lucifer era ya un ser opaco, velado a la luz, desechado, sin gloria ni honra. Destituido del honor que se debe a alguien que se sienta en el trono y por lo tanto excluido de obediencia.
Le imagino en las escenas en la que el Salvador realizaba su ministerio. Lucifer tendría que coger uno a uno los peces para llevarlos a la red de Pedro, tendría que vigilar a los pajarillos que no siegan ni siembran, en sus deberes sencillos. Tendría que procurar que los lirios se vistiesen, aunque con la mitad de gloria que Salomón. Tendría que pagar a proveedores para alimentar a los cinco mil que lo seguían. Tendría que andar seguido por médicos y magos para sanar al enfermo y afligido.
El no tendría el destino privilegiado de los santos que «sin ser compelido fluirá hacia [ellos] para siempre jamás.» (DyC 121:46)
Fluir una palabra muy avanzada, inexistente en el plan de perdición.
La rebelión
La luz y la verdad que el Padre posee, no iluminarían nunca un escenario como este y menos a nadie así para ser la luz de este mundo.
En realidad tiene el reino que buscó y su técnica de lucha es la que anticipó en los cielos. Él se rebeló, no discrepó ni opinó ni siquiera protestó.
Rebelión procede del latín bellum (guerra) y re (movimiento de vuelta) el rebelde es el que se vuelve con guerra contra una autoridad establecida. Y aun cuando vio perdida su causa, no marchó al exilio solo, asumiendo su responsabilidad, sino que “…también alejó de mí a la tercera parte de las huestes del cielo, a causa de su albedrío” y tal como dice Isaías, a sus presos nunca abrió la cárcel.
Su rebelión se sustentaba en una teoría económica inviable. En un sistema de gobierno incapaz de gestionar la creación. Con un desconocimiento de las alianzas del Padre que harían impracticable cualquier acción. Se intuye en el plan de perdición, un intento de coaccionar a inteligencias anteriores a las familias celestiales. El chantaje ante los dioses de arrastrar a la tercera parte, no le sirvió.
Perdió la luz y la verdad cuando brillaban ante él. No fue tentado para rebelarse sino que condensó la oscuridad de un rocío extraño que destilaba en su propia alma.
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«La guerra de los cielos»
(1) La guerra 2.0 en los cielos |
(2) El plan de Dios y el de Satanás. Diferencias técnicas |
(3) El plan de perdición su núcleo |