Estamos en la vida premortal. Kozam un hijo de la madre Jana ha dejado su casa original para trasladarse al linaje Silam. Ahí tiene la oportunidad de tener una entrevista con Carolo, un perceptivo sin forma.
Un perceptivo sin forma es un hijo de Dios (Gran Gnolaum) que renuncia voluntariamente a adquirir un cuerpo físico. En esa naturaleza recibe el poder y la asignación de representar el linaje del Padre ante otros linajes. En esa condición, acumula conocimiento y experiencia de mundos inalcanzables para los demás. Todo su saber y conocimiento lo acompañarán en su existencia. Son pozos de sabiduría.
Kozam sabe que si acepta conocerlo no podrá volver a la casa de su madre Jana.
La llegada de Carolo
El perceptivo sin forma tenía forma. Humana por supuesto, sin embargo enseguida percibí lo que podría llamarse un aura distinta. Era alguien ajeno a nuestro mundo y sin embargo procedente de éste. Si dijera que me inundó una dulce tristeza, mentiría, pero no encuentro otra descripción a lo que experimente al observarlo.
Aquí podría asemejarlo a un viajero polvoriento y experimentado que exuda una veteranía que le hace inmutarse por aquellos asuntos nuestros que nos sacuden y conmueven. Un alejamiento sin premeditar y aun a pesar de sus gestos amables, no ocultaban un esfuerzo en esa compostura trabajada.
Vestía el atuendo de la casa Tinabi y sin embargo podía palparse su lejana procedencia porque su expresión no había sido esculpida por los paisajes de Kólob sino por el paso de la eternidad en lugares inaccesibles a nosotros. Mirar sus ojos era una prueba de templanza, ellos habían visto lo innombrable, eran acerados, habían salido de nuestro mundo y viajado por distancias que no podían pronunciarse. Y aún así buscaba algo de nosotros.
El anfitrión hizo una pequeña presentación de Carolo y le cedió la palabra.
— Gracias amigos míos por el calor de vuestra compañía. Consideradme uno de vosotros, aun cuando el camino que elegí me desvía del vuestro. Aun así servimos al más grande, al Gran Gnolaum, cuya gloria y honra se la conoce en mundos sin fin de los cuales nada sabéis. Creedme si os digo que debemos considerarnos los más afortunados por ser contados en su linaje sea cual sea la casa a la que pertenezcamos.
Sus palabras eran casi como un susurro sin embargo, eran claras y bien pronunciadas. Eran más como una brisa, sin afán de llegar muy lejos, sin embargo azotaban el alma, porque se percibía que transportaban afirmaciones verdaderas. Continuó hablando y poco a poco fue tomando una actitud más distendida, como el que se despierta y lentamente adquiere el ritmo de la vigilia.
—Desde la última vez que nos vimos, he viajado bastante y en profundidad. Vuestra compañía me depara gratos recuerdos y me devuelve el calor del hogar. Por lo que veo nuestro grupo ha crecido y no soy el único visitante.
Kozam se presenta
Todos se volvieron hacia mí y tuve necesidad de presentarme. Lo hice torpemente, la ocasión era sin precedentes y desconocía las reglas practicadas con alguien así.
—Me llamo Kozam, soy de la Casa Jana, cuarta era. Escuela de los Accesos. Soy maestro Alterador y estoy en este grupo en calidad de invitado por la madre Silam.
Carolo me escudriño como si yo estuviese dos pasos más allá de donde me encontraba, estuve tentado de mirar hacia atrás. Unos instantes después exclamó haciendo silbar su aliento, como un susurro, pero que llegaba claramente a todos.
—¡Vaya! Nuestro amigo tiene forma, pero no está cómodo en ella.
Fueron momentos en los que el tiempo se paró. Esa frase contenía mi situación pero nadie, ni yo mismo, habría sabido evocarla. Porque si algo tenía ese individuo, era poder de evocación en lo que decía. Traía a mi mente mi inadaptación a la forma de vivir o de aceptar lo común, de no ajustarme a la visión que se esperaba de mí.
Carolo no tuvo pudor en dejar su mirada clavada en mí o en algo detrás de mí que yo era incapaz de ver. Y en sostener ese silencio después de sus palabras, al parecer no practicaba con asiduidad la conversación humana. Agradecí por lo tanto la intervención de Misón.
Los viajes de Carolo
—Estimado Carolo, somos nosotros los que estamos agradecidos por tu visita, eres para nosotros la mirada y el viaje que nadie es capaz de realizar, la amabilidad que demuestras a compartir tus experiencias nos honra.
Pensé que alguien iba a comenzar haciendo preguntas, pero percibí que lo admiraban demasiado como para hacer algo tan común. Fue Carolo quien comenzó a hablar.
—Misón, amigo mío…
Esperaba que no se dirigiera mí en esos términos. Me estremecía escuchar esa frase fría como las estrellas.
—… mis viajes son solitarios, no puedo llevar a nadie conmigo. El oscuro mar es común a todos los linajes exteriores, que como el de Gran Gnolaum, sacan de esa negra oscuridad la maravilla de la forma y la conciencia. Sus obras no tienen fin, pero la forma de sus criaturas es semejante. Obedece a su forma ya que es el padre de ellas. Sin embargo los linajes exteriores son muchos y no todos iguales…
Celem se levantó y con ojos brillantes y preguntó.
—¿Dónde has estado esta última vez?
A Carolo pareció divertirle, no solo la pregunta sino el entusiasmo con que Celem la hizo. Ella oficiaba como Formadora de grumos.
—Tu pregunta es como una llama brillante ante mis ojos. Nadie lo ha hecho por mucho tiempo. Gracias Celem.
Carolo parecía necesitarnos tanto o más que nosotros a él. La intervención de Celem pareció dotar a su rostro de una expresión más redondeada, no tan angulosa y quizás algo de color a sus mejillas. Daba la impresión de estar calentándose ante una fogata.
Sigroom
—…He estado en linajes exteriores, el último es el de Sigroom. No suena así en su pesada atmósfera, pero es lo más parecido que puedo pronunciar a su sonido original. A ver repetid conmigo Sigrrroommm…
Fue algo que no me esperaba, el grupo intentaba que esa palabra sonara como salía de los labios de Carolo y eso provocó risas y un acercamiento de todos a ese ser singular. Yo mismo me sentí distendido y empecé a estar cómodo ante su presencia. Su aspecto o más bien su forma iba haciéndose cada vez más… humana. La voz silbante de un principio empezó a tomar consistencia, más sólida y familiar. La entonación menos monótona.
—El linaje de Sigroom vive en un mundo de seis aspectos o dimensiones y estos aspectos coinciden con sus premisas. Es decir, su espacio moral y el físico son lo mismo. Su mundo está definido por alto, ancho, largo, tiempo, obediencia y pulso. Si fueseis un habitante de los nublados cielos en Kadeth, que es su mundo, vuestra obediencia a las premisas, alteraría la percepción y la relación con el espacio y el tiempo.
El pulso es la cualidad de las intenciones y si es sostenido es capaz de mantener la situación a la que les lleva la obediencia. Son mundos complicados al principio, pero luego dan una gran variedad de individuos que viven vidas diferentes en el mismo planeta….
Cuando alguien del linaje de Sigroom nace en un lugar denso…
Carolo hizo una pausa. Miró con afecto tierno a Celem, como lo haría un hermano mayor que vuelve a casa.
—…si mi pequeña Celem… el desafío de dominar los lugares densos es el mismo en todos los linajes… cuando ellos nacen en ese lugar llevan ya de por sí la capacidad de moverse en el espacio cómo el viento. Su tiempo, así como para las creaciones de Silam, gira alrededor de un presente que fluye lentamente y al que observan en segunda persona. Es extraño, pero tienen una proyección de sí mismo a la que toman como referencia y la llaman el explorador. Es la imagen especular de ellos mismos y no está dotada de conciencia, simplemente les muestra el presente que fluye de su obediencia y pulso.
Celem parecía confusa, al igual que todos nosotros y volvió a preguntar lo que todos deseábamos saber.
—Carolo no entiendo, entonces, cómo viven y a qué obedecen dinos un ejemplo de lo que nos cuentas.
El extraño mundo de Kadeth
Carolo hizo una pausa antes de contestar, parecía buscar dentro de sí alguna forma de explicar algo fuera de nuestra experiencia.
—Para eso, querida Celem, tengo que comparar, no puedes ver la profundidad con un solo ojo. Y comparar requiere un cuidado semejante al que tuvieron al mostrarnos la luz de Kokaubean por primera vez, después que salimos de la oscura ventana
Noté que Carolo hablaba con aire familiar, pero desde una posición de madurez, Daba la sensación del hermano que regresa en una noche helada a casa y que se sienta al lado de un fuego agradable al calor de la compañía, contando historias de sus viajes.
—Aquí en Kólob y en nuestro destino en los lugares densos vivimos todos una misma realidad y tiempo. Percibiremos todas las cosas de forma semejante. Habrá uniformidad en el tiempo. Esta pérgola, que nuestro anfitrión Partal, tan bien administra, será parte de nuestra experiencia común y de la historia de esta casa. No tendrá nada que ver con nuestras decisiones porque esa dimensión moral afecta solo a nuestra alma no a la forma de nuestra realidad. Por otra parte nuestras premisas están fijadas de antemano, posición, esperanza y enfoque se cristalizan en los lugares densos para nuestro linaje. Una vez lleguéis allí serán las que estén. Sería muy difícil modificarlas, casi imposible.
Paseo su mirada azul y fría por los que estábamos allí. Quería cerciorarse de que estábamos todos de acuerdo con su exposición. Sin embargo pasó a través de nuestra alma como una brisa fría recordándonos de que lugar lejano soplaban sus palabras.
Los seis ejes de Kadeth
—… En Kadeth tienes tres ejes más. De los seis ejes, dos de ellos son dominados a voluntad de sus habitantes y afectan a los otros cuatro. No viven todos una misma experiencia como nosotros aquí en Kólob o a donde vayáis en el futuro. Sus vidas pueden imaginarse como gajos de una naranja o granos de una granada. Cada gajo es la realidad que se percibe para una obediencia concreta. La persistencia de vivir en ese gajo o realidad se consigue con el pulso o la disciplina de una voluntad entrenada.
Cada obediencia ligada a su pulso correspondiente te ofrece un espacio y un tiempo propio. Es decir un mundo. No debéis suponer que esas proposiciones de mundos son estables. Es ahí donde radica su prueba. Bullen como el interior de las estrellas, como lava de volcán.
Ellos al igual que vosotros no retienen nada de lo que vivieron en su primer estado y deben buscar su lugar perfecto. Han de encontrar la obediencia y la fuerza para el pulso que les haga reconocer en los lugares densos, cuál es el mundo que les corresponde. Deben decidir y escoger entre su voz interior y las infinitas posibilidades de vivir.
Partal tomaba nota de lo que se hablaba, de las propuestas. Si en algún momento alguien preguntaba algo no pactado, intervendría para detener la entrevista. Nunca se había registrado que un anfitrión tuviese que quitar la palabra a un perceptivo. Quebel, compañero de Celem en el ala opuesta era también formador de grumos alzó la mano para hablar. Partal le otorgó la palabra.
La prueba en Kadeth
—Entonces Carolo, sería muy fácil ir probando distintas obediencias hasta encontrar el mundo correcto.
Carolo sonrió abiertamente y fue haciéndose a cada momento más semejante a nosotros. Se le veía cada vez más cercano. Se dirigió a Quebel.
—Veras Quebel, ni cien mil vidas podrían apurar todas las posibilidades que te brindan la obediencia y el pulso en Kadeth. Además en la mayoría de ellas estarías solo en un mundo agreste y solitario.
—A mí a veces me gustaría.
Tercio Caliandro, un magnífico formador del grupo de Misón. Todos rieron de buena gana. Caliandro destacaba sobre todos y a veces nos decía que tenía que tirar de nosotros como si fuésemos troncos de piedra.
—Pero pensad – contestó Carolo – que muchos de ellos optan por vagar de un lugar a otro sin edificar nada en su vida. Sin ataduras, Lo que en un principio les seduce, al hacerles sentir libres, con el tiempo los consume en una hoguera de pasión por experimentar y probar. La pasión por la percepción no se acaba nunca. No cesan de percibirse a sí mismos, como obras de arte en esos mundos variables y cuando deciden bajan y moran allá donde quieren. Son peregrinos siempre en tierra extraña.
El final del tiempo
Sentí en ese momento que en el fondo, Carolo se estaba describiendo a sí mismo. Un incómodo silencio se asentó en la estancia abierta por todos lados a los paisajes de Kólob. Por muy lejano que se enfocara la mirada los detalles llegaban con claridad. La tenue atmósfera transportaba llanuras y relieves, aristas y oquedades. Colores que parecían desparramados por un pintor descuidado allá arriba. Me sentía herido en lo más hondo de mí, por qué perderlo todo. A qué obedecía todo esto. ¿No era suficiente prueba el saberse perdedor desde un principio y aún así seguir adelante manteniendo la compostura y el apoyo a las premisas? ¿Acaso no era esa extraña sed de percibir la que sostenía la vida de cada criatura en los lugares densos?
Y me animé a preguntar
—¿y qué les queda sino apurar toda posibilidad de experimentar hasta que acabe su tiempo?
Y en ese momento me di cuenta que yo también describía mi vida en una sola pregunta. Así como Carolo, según yo creía la suya.
—Si, Kozam… qué queda sino apurar hasta el último instante en que cierre el arco. Nunca he conocido a un perceptivo con forma y ahora tengo a uno delante de mí.
Misón dándose cuenta de que la conversación podía derivar en asuntos personales intervino. Y con buen tino, pues yo encajé el comentario, sintiéndome tocado en cada palabra. La habilidad de Carolo para penetrar al alma con una mirada era sorprendente e incómoda.
El final de las eras
—Y dinos Carolo, como son el final de las eras en otros linajes, hay tanto debate como aquí. Ya sabes que hasta Bisnan ha tenido que abandonar su dorada torre para aclarar los puntos.
Partal se levanto para moderar a Misón en la pregunta, pues daba puertas a entrar en temas intocables, como eran los detalles de los fines de eras en los linajes. Sin embargo Carolo alzo la mano, dando a entender a Partal que entendía su alarma y que no debería de preocuparse.
—He escuchado de Bisnan, y de su conocimiento en la casa Tinabi, maestro de premisas. Pero Misón, no has dicho bien, Bisnan no ha aclarado puntos. Los ha defendido y eso siempre ocurre en cada final de era. Los espíritus tiemblan como hojas, los ojos brillan como las estrellas del arco de Mani. Los grandes se entregan a su saber y todos creen entender qué es lo mejor. Cada era tiene su parto entre dolores y todos han de decidir.
Yo, un tanto herido por lo certero de sus palabras anteriores aproveché la ocasión.
Conociendo a Carolo
—Excepto tu, Carolo, tu no tiemblas como una hoja, y tus ojos brillan pero con el brillo metálico de los que observan y no se implican. Vosotros los perceptivos sin forma habéis renunciado al dolor, es cómoda vuestra visión…
Todos me miraron con ojos asombrados, al parecer había roto algo. Partal intervino levantándose de forma brusca.
—Kozam, como anfitrión, quiero que consideres tus comentarios. Carolo no ha venido para ser juzgado. Y menos por alguien que se acoge a la hospitalidad de Silam.
Carolo sonreía de forma relajada. Y eso empezaba a molestarme, mi incapacidad para llegar a alguna fibra de ese extraño viajero.
—Partal…Partal. Amigo mío. Nuestro amigo Kozam solo quiere tocar, quiere tocarme para ver de qué estoy hecho
Se levantó y nos dio la espalda. Miraba hacia Irreantum y cómo la luz de Kokaubean empezaba a batir sus cristalinas aguas. Danzaban a lo lejos las olas centelleando en aquel escenario indescriptible. Nuestra mente resurgía cada mañana igual que Kólob para no acostumbrarse nunca a la maravilla de ese mundo, por eso la renuncia era tan dolorosa.
El pasado de Carolo
—Yo pertenecí a la casa Tinabi, al igual que Bisnan, pero fui antes que él. Fui de los primeros junto a los grandes, como Aribel o Miguel. Mi hermano Primabel fue asignado como perceptivo sin forma por un tiempo, como parte de su formación.
Carolo parecía estar lejos de allí, su voz era ensimismada, carente de toda defensa.
—En aquellos tiempos éramos pocos y lo compartíamos todo. Nos regocijábamos en el conocimiento y Primabel era una fuente inagotable para una mente ávida como la mía. Sus historias del infinito cuajaban en mi alma como los rayos de nuestra estrella en las hojas de Osimlibna inflamando en mí un deseo perfecto de alcanzar esa libertad de conocimiento. Yo conocía a mi madre Tinabi y su ternura y amor eran lo único que me ataba a este mundo…
Entonces me di cuenta que yo era distinto en cierta forma, entendí que yo era capaz de renunciar a todo a cambio de la libertad fuera de Casa. Pero también comprendía que la libertad estaba cincelada en hielo y que asirla requería renunciar a mi forma y a mi casa… a mi madre Tinabi. Todavía veo sus ojos mirándome y quedándose en mi interior para siempre. Ese dolor me acompañó como un puñal hasta que perdí la forma que ella me dio cuando atravesé la ventana.
Se detuvo unos momentos, y lo imaginé sumergido en esa escena mientras miraba a Irreantum.
La soledad del perceptivo sin forma
—Ahora viajo como una chispa de su grandeza a través de los espacios solitarios. Yo salgo de su presencia para ligar los mundos para proclamar su grandeza en los lugares oscuros. Cruzo lo oscuro sin forma como una luciérnaga creando puentes de luz entre los linajes, embajador de la honra de mi Padre.
Somos inteligencias que brillan donde nada hay, reafirmando que aun en la nada hay esperanza y luz. Somos el cumplimiento del pacto que reclama luz en la más profunda oscuridad. Es una exigencia del oscuro, el necesita una llama, aún en los lugares donde no haya nada.
La luz que ilumina la inmensidad del espacio. He visto linajes ascender desde el oscuro océano hasta elevarse a niveles de conocimiento sin par. También los he visto caer y desvanecerse de nuevo en esa agua oscura del que partieron y ser abrazados por el oscuro océano con avidez
Partal estaba visiblemente alterado y todos sabíamos que algo ocurría
Las visiones de la eternidad
—He visto nacimientos de linajes, de los que ni siquiera puedo pronunciar su nombre desde esta forma y en esta atmósfera. Estaban solos, en la nada, en la perfecta soledad pero con la luz que llevaban en su interior como única lámpara. Los he visto cantar su canción por primera vez y entonces ver florecer la materia como espigas en el campo. Esta acudía a ellos como abejas a la flor, como polillas a la luz y presentar su obediencia como primera ofrenda a sus pies.
Nosotros estamos ahí, siempre presentes, con la mirada acerada del que no se implica, pero hemos de cruzar la nada estar incluso en lo oscuro. Porque es necesario testificar de la luz aun desde las mismas tinieblas. Es una exigencia de los pactos que nosotros cumplimos, nadie más puede hacerlo. Y os aseguro que nadie con vuestra forma seria capaza de hacerlo. Pues un solo vistazo a lo profundo de la nada dejaría en vuestra alma la terrible impresión de lo totalmente inerte. Quedaríais heridos para siempre, pues hay cosas que no deben verse. A no ser que estés dispuesto a dejarlo todo.
Todos los linajes han de enfrentar el reto de testificar ante lo inerte que solo ante la luz y la inteligencia se ha de rendir obediencia y ellos muestran el camino de la creación, el cual lleva aparejado el de la disolución….
…si Kozam, es verdad, que hasta cierto punto somos observadores. Y digo hasta cierto punto, porque estoy ligado al Gran Gnolaum para siempre y mi destino es el suyo, esto es, grandeza en los espacios vacios. Para eso renuncie a todo, a tener progenie, a heredar tronos a tener una compañera. Al abrazo de mi madre.
El desafío de Carolo
Carolo de pronto, se volvió hacia nosotros. Su semblante adquirió de nuevo el aspecto lejano y distante de un principio. Camino hacia mí, y a pocos pasos me lanzo una pregunta que me lleno de temor.
—¿Estarías tu dispuesto?
Hubiera preferido en ese momento encontrarme lejos de allí. Me sentía fascinado por su relato y a la vez lleno de temor pues temblaba al pensar que en ese instante una respuesta, cualquiera que fuese, marcase mi destino. Momentos antes habían ido formándose a mi alrededor espesas nubes. No estaba seguro de nada y nada respondí. Carolo adivino mi desconcierto y se volvió nuevamente hacia el horizonte que poco a poco cerraba el cielo contra la tierra.
—Mi madre Tinabi, nunca me retuvo. Ella supo antes que yo que partiría algún día y no quiso atarme a su lado. Hasta ese punto me quiere.
Extracto de la novela «Los palacios de Kolob». En el próximo capítulo conoceremos lo que ocurre en el cierre del arco. Esto es, el tiempo previo al concilio de los cielos, la partida hacia la tierra.
[su_box title=»Proyecto Los palacios de Kólob» style=»bubbles» box_color=»#2955ca»]
(1) Mi madre Jana |
(2) El día que partimos de Kólob |
(3) Entrevista con Carolo (1). Un perceptivo sin forma |
(4) El cierre del arco. Entrevista con Carolo (2) |
(5) El concilio de los cielos, propuesta de Aribel |
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Sr David, me encantan todos sus escritos, llevo varios años leyéndolos y esperando con expectación cada semana para leer el nuevo, noto que en las dos últimas semana no ha escrito o yo no lo he recibido, espero que se encuentre bien y pueda seguir escribiendo, yo estoy aprendiendo mucho y le estoy muy agradecido. Un saludo
Muy bueno David, me encanta tus artículos ?