sábado, febrero 1, 2025
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El Dios de Hawking y el revelado en Palmyra

Muchos de nosotros todavía no hemos vislumbrado las consecuencias de la primera visión. Al decir «personajes», rompe el marco de percepción que hemos tenido de la divinidad durante miles de años.

La restauración del evangelio en 1820, comenzó con la primera visión. El Padre y el Hijo respondían a la pregunta de José Smith ¿a qué iglesia debía unirme? pero la respuesta incluyó además el conocimiento de ¿Quién es Dios? muy distinto a la pregunta actual ¿Qué es Dios? Éste fue el primer conocimiento que recibimos de los cielos.
Veremos que hay una diferencia importante entre el dios de  Hawking y el revelado en Palmyra.

Utilizo la figura de Stephen Hawking como defensor de un modelo abstracto y ateo de Dios. Usar su nombre me ahorra muchas explicaciones, Hawking simboliza el éxito de la ciencia en explicar cuestiones universales y profundas. La sustitución del relato religioso por el científico para la explicación del Universo y por eso lo innecesario de Dios para responder a las preguntas fundamentales. Por lo tanto, cuando menciono a Hawking, entienda el lector, una corriente de pensamiento materialista que es asumida por millones de personas.

Antes de contemplar el conocimiento de Dios mostrado en la restauración, veamos el que tiene el mundo, solo así sabremos valorar la heredad recibida en la primavera de 1820 desde Palmyra.

El conocimiento de Dios

El conocimiento de Dios obedece a una geometría esférica. A medida que avanza el tiempo, pasamos de ver sólo sus velas y mástiles en el horizonte, a contemplar, en la llegada a puerto de la restauración, su casco doctrinal. Vemos un concepto claro del Dios navegante del Universo. Es en Palmyra, estado de New York, en una arboleda, donde se acerca a nosotros mostrando quién es en realidad.

El Dios de Hawking

Algo parecido ocurre en la ciencia, donde en el transcurso del tiempo, se perfeccionan sus formas y teorías ampliándose el alcance de su labor.
Esa oportunidad de revelar en los eslabones del tiempo, formas más perfectas, no se le concede a la religión. A ésta se le asocia con una pétrea formación encastrada en los acantilados de siglos pasados. Pero no a la inteligente navegación de la nao.
Sin embargo, la restauración del evangelio nos muestra, que al igual que el Universo se expande en el tiempo, también lo hace el conocimiento de Dios en los últimos días.

Por razones, para mí no del todo comprendidas, el modelo de conocimiento de Dios no es el científico. Quizás nos gustaría como a Tomás meter nuestra mano en su costado. Pero no podemos conocerlo mediante ese método de pensamiento. Él ha escogido la fe en Cristo, la oración y el arrepentimiento como el sendero del conocimiento divino. Todo ello alejado de observaciones, medidas y comprobaciones.
Por tanto, mendigar a la ciencia una silla en su cátedra es tan impropio como traducir un poema a números. Igualmente, hacer de la religión una aspirante a la ciencia, es como empeñarnos en hallar el máximo común múltiplo de sus escrituras.

El modelo Copernicano de la divinidad

En «Breve historia del tiempo» Stephen Hawking propone una conjetura de Dios como origen del Universo.

«Mucha gente cree que a la ciencia no le concierne la cuestión de la situación inicial (del Universo) un tema reservado a la metafísica o la religión. Dirían que Dios, ser omnipotente, podría haber iniciado el Universo de cualquier forma que hubiera deseado… En cambio, parece que decidió que evolucionara de manera muy regular, de acuerdo con ciertas leyes. Por lo tanto, parece igualmente razonable suponer que también hay leyes que gobiernan el estado inicial»
Stephen Hawking «Breve historia del tiempo»

Viene a decir Hawking, sutilmente, que hay leyes que gobiernan ese inicio del Universo y si Dios hubiese estado en ese momento, tendría que haberlas aceptado como directoras de los sucesos y no tanto su voluntad, ya que no habría margen para ella.El Dios de Hawking
En esa conjetura, sitúa a las leyes y a Dios en un hipotético tiempo cero del Universo. Pero con la siguiente disyuntiva: Si eres capaz de conocer esas leyes ¿para qué necesitas a Dios?
Desde su punto de vista no necesitamos a Dios para explicar un Universo autogobernado por leyes increadas. Algo así como una viña silvestre y su propietario. Esto que parece una ofensa para el creyente, no debería serlo para un santo de los últimos días. Pero antes, todos tenemos que hacer un esfuerzo y meditar qué cosas se dicen.

En el contexto de nuestra cultura, la religión antes de la restauración, sitúa a Dios como origen del Universo, como creador de su materia y leyes y todo desde la nada. Eso aprendimos de pequeños, «Dios creo al mundo de la nada». Esas creencias de la apostasía nos sitúan en la conjetura que nos propone Hawking. De hecho él no concibe a ese Dios que procede de la apostasía.

El Dios de Hawking

Este científico, rechaza a ese Dios del catecismo, porque no encaja en la naturaleza de un Universo que «No ha sido creado ni hecho ni tampoco lo puede ser» (DyC 93:29)
Espero que el lector no se escandalice. La restauración sobrevuela a pocos metros, de palabras sagradas como «creador». A esa distancia observa la orografía escondida para los ojos del pasado. En los pliegues y rugosidades que antes eran invisibles, surgen nuevos habitantes, como la palabra «organizador» (Abraham 4:1)

«Si encontramos la respuesta a eso, será el triunfo último de la razón humana, porque entonces habremos conocido la mente de Dios»
Stephen Hawking «Breve historia del tiempo»

Por lo tanto, ante la disyuntiva entre conocer el Universo y/o un Dios inconsistente con sus leyes, Hawking desplaza todo el asunto hacia el conocimiento del Universo. Afirma que la mente de Dios consiste en llegar al más profundo conocimiento del Universo. Para él, ese conocimiento encarna lo máximo a lo que podemos aspirar por tanto no hay nada superior a ello, encuentro una especie de desamor en sus palabras.
Con ese conocimiento tendremos acceso a todos los árboles del jardín, entonces ¿para qué necesitamos al Señor del jardín? Habríamos vencido a los querubines y sus espadas de fuego.

“Utilizo la palabra Dios en un sentido impersonal, como lo hacía Einstein, para designar las leyes de la naturaleza, por lo cual conocer la mente de Dios es conocer las leyes de la naturaleza. Mi predicción es que conoceremos la mente de Dios para el final de este siglo”.

A partir de esta idea, que nació mucho antes que Hawking, y que consiste en despersonalizar a Dios, se teje la mitología moderna. Unas creencias trenzadas de ideas y creencias dispares. Nacen las corrientes idólatras actuales que identifican a Dios con una energía pero no especifican qué clase. Con una fuerza, pero ninguna de las cuatro conocidas. Con una conciencia cósmica, pero sin soporte biológico. Después siguen los multiversos y terminan siempre, no sé por qué, con la reencarnación. Con grandes zancadas se crea un sincretismo forzado de la física con el Yoga…etc.

Estos mitos modernos, muy pobres en contenido, no llegan ni de lejos a la elegancia y riqueza de la mitología griega, muy unida a nuestra psique, y a la que, desgraciadamente, no se le dedica mucha lectura.
En ese modelo actual, el pensamiento gira alrededor del mito del ente energético. Una entelequia extraña y difícil de entender, no así el Dios de Sinaí que guio a Israel o el de Nazareth, que estuvo con nosotros.

La exigencia sin contexto

Vuelvo a recordar que la postura de Hawking, los fundamentos de su ateísmo no son aportaciones novedosas. Sus premisas son compartidas por muchos antes de él. Pero los medios han hecho de Hawking un símbolo de la respuesta de la ciencia ante preguntas que la religión no puede dar. No obstante, también genera preguntas como ¿Por qué tiene que explicar Dios el origen y leyes del Universo? Esta pregunta no pertenece a la clase «cómo»

“El universo es una máquina gobernada por principios o leyes, unas leyes que pueden ser entendidas por la mente humana. Creo que el descubrimiento de esas leyes ha sido el mayor logro de la humanidad, porque son esas leyes de la naturaleza, como ahora las llamamos, las que nos dirán si hace falta realmente un dios para explicar el universo”.

Podemos contestar ya a esta cuestión. No, no hace falta Dios para explicar el mecanismo del Universo, pero si para entender qué hacemos aquí.
Puedes explicar la tabla periódica sin acudir a la fe, puedes describir el átomo sin creer en Dios, podemos explicar todo, menos la gravedad por ahora, sin necesidad de acudir a la fe en Dios. Desde Galileo ya se hace, eso no es una novedad.
Pero explicar cómo es, no es contestar a por qué es así y por que estamos aquí. Como humanos, machaconamente, nos preguntamos el por qué de todo, pero la ciencia nos responde con el cómo.

Queda pendiente el enigma de nuestra conciencia, tema inexplicable e inabordable. Podemos observar al Universo, pero no podemos observar la conciencia, solo podemos experimentarla personalmente. Igual que nuestro ojo puede ver el mundo, pero no puede verse a sí mismo.

La restauración del evangelio está fuera de caja

¿Qué aporta la restauración del evangelio a este asunto tan importante?

«Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (JS—H 1:16–17

El Dios de Hawking Creo que la mayoría de nosotros, todavía no hemos vislumbrado las consecuencias de esa visión. Al decir «personajes», está rompiendo el marco de percepción que habíamos tenido de la divinidad durante miles de años. Igual que lo hizo Newton o Einstein en la concepción del Universo, cada uno en su siglo.

«El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo…» (DyC 130:22)

Esta idea es una fractura de la forma en que se entiende la divinidad. Es una salida del marco de percepción o del pensamiento acerca de Dios. Es un cambio conceptual en el espacio religioso tal como lo fue el espacio-tiempo en la física. Nada es igual después de Palmyra.

Romper el marco de percepción

¿Qué es romper el marco de percepción? Pondré un ejemplo.
Quizás haya oído hablar del problema de los nueve puntos, Consiste en unir los nueve puntos de la caja inferior de un solo trazo en cuatro líneas, sin levantar el lápiz del papel. Inténtelo con el dedo sobre la pantalla. Si no puede o se cansa, la solución está en el video al final del artículo.

El dios de Hawking

La mayoría de nosotros realiza los trazos dentro del cuadrado formado por los puntos. La presencia de los puntos conforma nuestra manera de pensar situándolos como límites de nuestro trazado. A esto se llama pensar dentro de caja, es decir pensar de acuerdo a los elementos disponibles.
Pensar fuera de caja, sin embargo, es concebir trazados o ideas de los que no hay referencia o parecido, que no existen en la caja, es decir en el mundo. Nuevos movimientos inconcebidos, sin precedentes.

Por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein fue un movimiento fuera de caja. No existía en la física de su tiempo, precedente, concepto ni mentalidad para elaborar esa fenomenal explicación del Universo, fueron trazos fuera de caja. Fue un cambio radical de cómo entender el mundo y revolucionó el pensamiento aún hasta nuestros días.
Resolver el problema de los nueve puntos, requiere salir de la mentalidad que se forma al aceptar lo que creemos disponible, como lo único posible.
El Salvador salió de caja al proclamar su evangelio, sus enseñanzas invitaban a salir del caparazón judío y abrirse a un mundo nuevo, un mundo inconcebible.

El Dios de Palmyra

Todas las concepciones sobre Dios en el cristianismo y las demás religiones parten de que Dios es inmaterial, no tiene cuerpo, parte o pasiones. Esos puntos han conformado el pensamiento de todas las religiones del mundo. Nadie ha osado salirse de caja, porque nadie ha podido concebir a un Dios con un cuerpo físico, ese concepto está fuera de caja, de toda imaginación.
Cuando los misioneros enseñaron a mi familia en 1976, lo escuché por primera vez y quedé impresionado. Aquello era realmente extraño porque era la primera vez que veía esa idea en mi mente, era un objeto nunca visto.
Pondré otro ejemplo.

El dios de Hawking

Lo más probables es que usted, estimado lector, vea una estrella en la imagen de arriba. Pero esa estrella no existe, es una construcción «artificial» de su cerebro. La escuela Gestalt, nos dice que el cerebro ya tiene archivada en su memoria la imagen de estrella de 5 puntas. Cuando el cerebro percibe esta imagen hace un esfuerzo de interpretación y la saca de su archivo. Entonces nos sugiere la imagen de estrella de 5 puntas para que entendamos razonablemente la realidad y no nos bloqueemos.

La primera visión

Cuando José Smith salió del bosque donde recibió la visita del Padre y del Hijo, mostró una visión de la divinidad incomprensible e inaceptable para el hombre de la caja. Nadie tenía en su archivo una visión semejante, algo como una estrella de cinco puntas. Por eso, su relato fue incomprensible, difícil de aceptar y por ello fue perseguido.

Para ese momento, habría que crear una nueva categoría de percepción de la divinidad. Eso requería una revolución en el concepto de Dios, de la misma forma que lo requería la relatividad en la física, creando una nueva rama, la física relativista.
En realidad la restauración, revoluciona el concepto de la divinidad. En teáncum tenemos una categoría, Cosmologia del Evangelio, porque a partir de la primera visión es necesario una nueva categoría para las aportaciones de la teología en la restauración.

Implicaciones de la primera visión

Una primera consecuencia, es que Hawking o aquellos con ideas semejantes, habrían tenido que replantearse cuál es la relación de Dios con el Universo. Con lo revelado en Palmyra, no habría tenido sentido su observación sobre la disyuntiva entre el Big Bang y las opciones que disponía Dios. Explicaremos a continuación esto mejor. Pero hago un inciso.

Ese Big Bang del que hablaba Hawking antes de su muerte en 2018, ya no es el mismo que el que tenemos ahora cuatro años después. A través del James Web, si se confirman los datos, se muestra la existencia de galaxias bien formadas a 180 millones de años luz del Big Bang, por lo que toda la teoría habría de replantearse de nuevo. No cuadran las observaciones con las cifras manejadas en la teoría.
Esto promete muchas reflexiones nuevas en Teáncum a corto plazo.

Siguiendo con las implicaciones de la primera visión.
El Dios de HawkingEn la restauración, además del concepto de un Dios personal y con cuerpo físico, hay otros elementos que añaden ideas igualmente perturbadoras si las entendemos «dentro de la caja»

♦…Los elementos son eternos; y espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo (DyC 93:33)
Al decir que los elementos (materia) son eternos, se deduce que no han sido creados. Es decir, que la materia siempre ha existido. Alguien preguntará con razón ¿existía la materia antes que Dios? y para no extenderme diría que, no después de Él.

No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero es más refinado o puro…(DyC 131:7)
Al describir al Padre con un cuerpo físico, nos describe a un Dios que procede de ese Universo increado y de sus elementos eternos, que él organiza y usa como el alfarero (8). Cuando Él se describe a sí mismo como Padre y hombre de santidad, está mandando un mensaje claro.

La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser. (DyC 93:29)
Al decir que la inteligencia o la luz de verdad, no fue creada ni hecha, nos habla de un Dios, no creador de ella, sino usuario de ella. Entonces vemos el dedo del Señor de la viña asomar en las palabras de las escrituras. Y decir como el hermano de Jared «no sabía que el Señor tuviese carne y sangre» y pensar… claro al igual que su Padre la obtuvo de los elementos eternos.

cosmología del evangelio
Organizador

Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual estos puedan morar (Abraham 3:24)
El campo de materiales informe no es todavía una viña. Los materiales estaban ya antes pero el creador no los puso aun bajo su plan. ¿Hasta qué escala de tamaño u organización finaliza lo increado y comienza lo creado? No lo sé.

Y descendieron en el principio, y ellos, esto es, los Dioses, organizaron y formaron los cielos y la tierra. (4:1)
Organizar es también crear, pero no de la nada. Organizar no desmerece a crear, en las escrituras ambas son equivalentes. Un pintor es un creador, un escultor es un creador. Es absurdo decir que no lo es solo porque el mármol salió de una cantera y no de su bolsillo.

Para trazar una línea que una esos cinco puntos y muchos más, hemos de salir de las ideas clásicas y adentrarnos en una visión nueva.
Yo he seguido estas líneas con cuidado y he llegado a mis conclusiones. Creo que el lector tiene el privilegio de seguir las suyas y guardarlas. Pensar si acertamos, es menos importante que el gozo de comprender el mundo con la amplitud y viveza que nos proporciona la nave de la restauración. En verdad «esto es ayunar y orar, o en otras palabras, regocijarse y orar.» (DyC 59:14)

Conforme a la manera de los santos

Si leemos en Alma 42:25 vemos esto claramente

«¿Qué, supones tú que la misericordia puede robar a la justicia? Te digo que no, ni un ápice. Si fuera así, Dios dejaría de ser Dios.»

Nefi se aseguró que su pueblo tuviese claridad en su pensamiento «yo, Nefi, no he enseñado a mis hijos conforme a la manera de los judíos;» (2 Nefi 25:6) por lo tanto Alma no tiene dificultad en decir lo anterior, ya que no estaba dentro de la caja con los 9 puntos de la apostasía.El Dios de Hawking
Podríamos decir a Hawking, o a cualquiera en esa corriente de pensamiento, que efectivamente, si Dios se opusiera o decidiera hacer otra cosa contraria a las leyes eternas que dirigen la salvación del hombre o el comportamiento del Universo, dejaría de ser Dios. De forma que también ha de atenerse a ciertas leyes que siempre han existido y que son increadas. Hawking habría tenido una respuesta, pero le habría obligado a considerar la auténtica naturaleza del Dios de Palmyra

No solo Alma, Mormón también lo afirma.

«…y sigue siendo todavía un Ser inmutable? Y he aquí, os digo que él no cambia; si así fuese, dejaría de ser Dios; y él no cesa de ser Dios, y es un Dios de milagros.» (Mormón 9:19)

No es extraño que muchos digan que no somos cristianos. Ciertamente la restauración del evangelio es una etapa de su obra que se separa de la anterior y alcanza alturas hasta ahora inimaginables, nunca mejor dicho.
Por ello no vamos a disculparnos, ni a sentir culpa por atrevernos a salir del entendimiento clásico. No tenemos tiempo que perder para seguir aprendiendo en vez de polemizar. Lo que se nos ha revelado es extremadamente maravilloso, increíblemente enriquecedor. Eleva, ilumina, amplia, ennoblece y da gozo.

El Señor de la viña

Cuando en Doctrina y Convenios leemos

«no lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia.» (DyC 131:8)

La mayoría de nosotros no tiene por qué seguir ese hilo profundo hasta llegar a conclusiones fuera de caja. Nuestras creencias de la infancia nos traen recuerdos de seguridad y preferimos no saber a equivocarnos (no es mala opción). Además, el Señor solo nos pide que aceptemos sus convenios, que tengamos fe en Cristo y nos arrepintamos, que perdonemos. Y eso es lo importante y necesario.
Pero es difícil, cuando El Dios del Universo sale del velo, cuando se manifiesta en Palmyra, entornar los ojos para no ver.

«y vio el dedo del Señor; y era como el dedo de un hombre, a semejanza de carne y sangre…
Vi el dedo del Señor, y tuve miedo de que me hiriese; porque no sabía que el Señor tuviese carne y sangre.» (Éter 3:6, 8)

Jared no puedo evitar ver el dedo del Señor en el monte Shelem. Y El Señor no pudo evitar que Jared lo viese a causa de su fe. Cuando llega el momento de conocerle de cerca, no podemos volver a las fábulas del pasado.
Como santos de los últimos días, tenemos el privilegio de abordar el barco de Sión. Salir en su travesía nos lleva a contemplar nuevas tierras y nuevos paisajes. Ver de cerca lo que nunca se revelo, afrontar  ese dedo que sale del velo en las escrituras.
Para comprender el conocimiento de los convenios en el templo es necesario conocer la naturaleza de la persona con quien pactamos.

«Os digo estas palabras para que comprendáis y sepáis cómo adorar, y sepáis qué adoráis, para que vengáis al Padre en mi nombre, y en el debido tiempo recibáis de su plenitud.» (DyC 93:19)

A medida que vamos viendo el inmenso e inimaginable tamaño del Universo, tanta más grandeza y gloria adquiere el Dios revelado en Palmyra.
No, el Dios de Israel no es pequeño, miren sino su viña.

4 COMENTARIOS

  1. Gracias es una buena reflexión y que bendecida soy el ser Miembro de la Iglesia de JESUCRISTO de los Santos de los Últimos días y saber que mi visión de la Restauración no está encajonada

  2. Interesante reflexión,me gustaría a veces como Obispo poder debatir en cuanto a estos asuntos que son muy reveladores, es más me encanta la relación que existe entre las Escrituras y la ciencia, seguro que nos puede ayudar a entender más cosas de las que ya sabemos

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