Como vimos anteriormente en teancum (El libre albedrío y los algoritmos, guerra de los cielos 2.0) los algoritmos en las redes, están programados para tomar decisiones autónomas, de acuerdo a su propio aprendizaje. Su constitución parte de la experiencia del pasado para modificar el futuro de nuestras respuestas.
Christofer Wylli de (Cambridge Analytica (CA) nos dice:«Los datos son nuestra nueva electricidad. Son una herramienta…Los datos en sí no son un problema, hay un increíble potencial y cosas asombrosas que podemos hacer con ellos. Pero lo que CA ha expuesto es el fracaso, no solo de nuestros legisladores sino de nosotros como sociedad, al poner los límites de eso.»
Expongo en este artículo el riesgo de volver a los acontecimientos que ocurrieron antes de la rebelión de los cielos. Esto es, la formación de una sola visión manipulada al servicio de una causa opaca, como fue la de Lucifer.
Los algoritmos en las redes sociales, y en la administración. acaban con la diversidad en el pensamiento y en la economía. En palabras de Irene Lozano «La violación de la privacidad de los datos combinada con la intolerancia del algoritmo resulta explosiva. Juntos suprimen el sistema inmunitario de nuestro raciocinio para permitir la entrada de todo tipo de bacterias tóxicas, que nos van conduciendo hacia donde otros quieren»
En la política, es necesario cierto número de personas para activar las palancas del poder. En el evangelio el plan de salvación se puede cumplir en una sola persona. Con un resultado tan magro como una sola alma «¡cuán grande será vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!» (DyC 18:15) Por tanto esta dispensación y su evangelio no están diseñados para la hegemonía, sino que consigue su propia afirmación en la oposición. En el debate interno frente a los opuestos.
Nuestra contienda
Un algoritmo no cambia el pasado, calcula desde ahí para predecir el futuro o para conformarlo. El evangelio, como intérprete de la realidad, cambia el pasado mediante el arrepentimiento. El presente mediante la fe y se encamina al futuro con el sonido de la esperanza. Esta falta de determinismo es lo que nos hace libres de la manera de contar o de explicar el mundo que tiene la bestia. Porque el evangelio, a diferencia, es una decisión diaria y un discernimiento continuo.
El evangelio circunscrito en el plan de Dios, solo lo podemos vivir si discernimos el mundo con la luz de Cristo. Moroni lo aclara «Por tanto, os suplico, hermanos, que busquéis diligentemente en la luz de Cristo, para que podáis discernir el bien del mal…» (Moroni 7:19) Nefi también lo explica «Y los hombres son suficientemente instruidos para discernir el bien del mal…» (2 Nefi 2:5)
Ahora, más que instruidos somos sepultados bajo toneladas de información. Nuestro discernimiento no es capaz de procesarlo todo. Ademas, si la instrucción o la información nos llega a través del susurro manipulado de un algoritmo, entonces todo se altera. Esa manipulación invisible está diseñada para reforzar un temor nuestro, una opinión, una idea, un prejuicio. Crea un entorno informativo manipulado que evita el debate interior y el discernimiento y refuerza la tendencia que les interesa de nosotros. Sin darnos cuenta nos unimos a grupos de la clase «1/3» para muchos asuntos.
Y así observamos perplejos como pueblos y naciones escogen, en aparente libertad, lo irracional. Y nos preguntamos, aunque de forma menos dramática, » …¿cómo puede un pueblo como este, que está sin civilización (y solo han pasado unos pocos años desde que era un pueblo deleitable y civilizado)…cómo puede un pueblo como este, que se deleita en tanta abominación,» (Moroni 9:11-13)
El algoritmo de Lucifer
La invitación de Moroni para discernir lo bueno de lo malo incluye, necesariamente, conocer los por qués de las cosas. Sin embargo los algoritmos, los esconden y nos deslumbran con el cómo de ellas. Fernando Román (programador, matemático) y Rafael Merino (economista) nos aclaran esta idea «…existe otra amenaza filosófica esencial de los AAA (Algoritmos de aprendizaje automático) con respecto a la democracia y a la soberanía, y es que suprimen los porqués de nuestra búsqueda del sentido de las cosas. Con esto lo que queremos decir es que las predicciones de los AAA, por su propia naturaleza, centran la interpretación de la realidad social en el cómo sucederán las cosas y no en el por qué suceden»
La declaración más completa que tenemos del plan de Lucifer es ésta:
«…Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra.» (Moisés 4:1)
El plan de salvación era de todos conocido. Pero Lucifer necesitaba explicar el suyo, por eso habla del cómo. Pero no explica el por qué se presenta, da por sentado que lo hará sin perder una sola alma.
Los algoritmos en la guerra de los cielos
Ese «algoritmo» de Lucifer, que el Padre desvela claramente en 32 palabras en el versículo 1, es un resumen. No es una detallada explicación del plan del adversario. No obstante, la declaración ataca la soberanía del individuo y a su discernimiento. Pero está encapsulada en un caparazón de buenismo. Oponerse a ella requiere preguntarse ¿por qué? y no solo entusiasmarse en el cómo.
Había muchos factores e intervinientes en el plan de salvación, que fueron excluidos del algoritmo del adversario.
La luz y la verdad,
La economía de recursos,
La constitución del albedrío,
El diseño de la caída,
La transmisión del poder etc. Su plan solo quería alterar la conducta de más de la mitad de la población de los cielos. No había tiempo de discernir.
Su número en nuestra frente
Las armas de destrucción matemáticas segregan a sectores de población. Anticipan si podrán pagar el préstamo de estudiante, si hay riesgo de no inserción por un delito, si son violentos en potencia, si son aptos para la hipoteca, si será productivo en un puesto de trabajo. Esos AAA toman decisiones sobre aspectos de nuestra vida cada vez más cercanos. Lo hacen sin intervención humana. Aprenden por sí mismos, con el peligro de un incremento en sus desviaciones. El riesgo es que ese telar va tejiendo hilo a hilo una forma de pensar el mundo donde no hay por qué sino cómo.
El plan de Lucifer puso un número en la frente de 1/3 de los cielos. No de forma inmediata, pero si paulatinamente. Les persuadió a pensar de cierta forma. Una forma exenta de discernimiento. Emocional y populista.
Ahora se nos plantea la confianza absoluta en un plan del que no se perderá ni un solo ciudadano. Es el plan del futuro, pero analizar el por qué sería discernir. Y no hay tiempo para eso, solo la de maravillarse de cómo el futuro hace las cosas.
Encapsulada en esa intención residen oscuros intereses no desvelados. No es una conspiración mundial. Es el camino de la antigua contienda buscando su pendiente natural. No hay un centro ni un mando general.
El número de la bestia «…hacía que a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviera la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.» (Apoc. 13:16-17)
Si no compras o vendes, estas fuera del mundo. Éste versículo muestra el desarraigo de los diferentes. Una manera de segregar al ciudadano a no ser que piense como el gran bloque.
La gran unificación de Lucifer
Así como en sus creaciones; la variedad de razas y culturas en la tierra nos envía un mensaje claro del plan de Dios. Si observamos la cantidad de creencias, ideas y personas que existen sobre la tierra, quizás las consideremos anomalías en el plan de Dios. Quizás pensemos que lo correcto sería un plan uniforme, que hiciera de nuestro mundo el mismo bloque homogéneo que le suponemos en la preexistencia. Pero todo evidencia que Él se complace en la diversidad. Por lo tanto el plan de Dios, incluye el plan de salvación y éste a su evangelio. Toda la diversidad que a veces, nos abruma, pertenece a su plan aunque no acepte su evangelio. Podemos adivinar que cuando dice «mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos» (Isa. 55:8) se aplica a todos nuestros juicios.
Aunque todos somos sus hijos, la variedad es el sello de su casa. Arriesgando un poco en esta línea (privilegio en teancum) sugiero que en los cielos existían grupos con perfiles que los diferenciaban, que nos hacían únicos, aun siendo de un mismo Padre. Sin embargo Lucifer y sus «herramientas sociales» consiguieron unificar más de 1/3 de los cielos en una solo tribu, una sola nación, la de los condenados. Todos ellos con un sello en su frente de 32 palabras. Ese algoritmo lingüístico, les impedía discernir en más profundidad, los mantenía en la capa emocional del asunto.
Los algoritmos, aquí en la tierra, tienen más de 32 palabras. Son refinados y muy eficaces. El efecto es semejante. Pondré un ejemplo citado en el libro de Cathy O´Neil.
Un ejemplo
La policía de algunos países utiliza algoritmos predictivos (el más conocido es PredPol). Este algoritmo, basado en lo registros policiales, predice zonas de la ciudad donde se producirán más delitos y crímenes. Supongamos que los registros, que alimentan a PredPol, son correctos y que no están sesgados por prejuicios. Este algoritmo señalará a las zonas más deprimidas y raciales, con más desempleo las que con mas probabilidad generaran más numero de delitos. Esta predicción genera más presencia policial.
¿Qué efecto tiene? pues que las familias que se lo puedan permitir salgan del lugar. Atrás quedarán las más desfavorecidas y una situación más segregada que antes. La previsión del algoritmo se cumple, porque en su interior está el efecto buscado.
El problema en este caso, es que no hay un humano para corregir y discernir el bien del mal. Hay una cesión hacia una tecnología opaca, de nuestro albedrío y soberanía. Una rendición hacia un plan del tipo «de seguro lo haré» y una petición de la clase «dadme vuestra honra»
La diversidad de los cielos
Alguien que conozca el plan de salvación, se dará cuenta de algo. Hay multitud de naciones y pueblos integrados en los reinos de gloria. La diversidad de la tierra continua en los cielos bajo el criterio de la gloria que cada uno pueda soportar.
Tenemos un ejemplo muy claro en los primeros días en Babel.
«Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras.» (Gen 11:1)
Esta situación, en apariencia idílica, es hacia donde vamos, un mundo globalizado. Primero en su economía y después en «unas mismas palabras» es decir, en un mismo pensamiento.
«Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.» (3)
Al igual que nosotros dejamos el mundo de la tipografía por el digital, ellos dejan el mundo antiguo de piedra y mezcla, por el nuevo de ladrillo y asfalto. En ese salto adquieren la misma consistencia que la torre que edificaban.
«Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.» (4)
Hacerse un nombre, no es solo una expresión de orgullo, también lo es de identidad. Están creándola en el cómo de las cosas. En el ladrillo y el asfalto, en la altura y su objetivo de llegar al cielo. Eso evita su esparcimiento, su disgregación. Quieren una gran tribu, una sola nación. Lo homogéneo del adversario. Son nuestros tiempos, nuestro presente.
Sin embargo somos individuales, no globales. Reflejo de la preexistencia y de la tierra, los reinos de gloria muestras la diversidad «porque como una estrella es diferente de otra en gloria, así difieren uno y otro en gloria en el mundo telestial» (DyC 76:98)
La corrección de Jehová
«Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado a edificar, y ahora nada los hará desistir de lo que han pensado hacer.» (5-6)
Me pregunto, ¿dónde está el problema?
Tres años antes de la muerte de Adán «…el Señor le dio consuelo a Adán, y le dijo: Te he puesto para estar a la cabeza; multitud de naciones saldrán de ti.» (DyC 107:55)
Desde el principio el Señor tomó a las naciones como la unidad métrica de acción en la historia del hombre. Podemos comprenderlo desde otra perspectiva en la palabras de Lehi «…por tanto, si [fuesen] un solo cuerpo, habría de permanecer como muerto» (2 Nefi 2:11) La unidad completa de los hombres traería un riesgo de parálisis en su plan.
Un sólo camino en la historia, conllevaría a una sola oportunidad de acertar en la supervivencia de la humanidad. La variedad en su obra, compone un delicado ecosistema que se sustenta en mutaciones culturales, de sus lenguas, de sus distintas formas de ver el mundo. La dispersión de Israel, vuelve de su recogimiento, llena del conocimiento y experiencia de la diversidad de naciones y culturas.
El obstáculo imprescindible
Esta realidad, en apariencia, es un obstáculo para su plan de salvación y su evangelio. Todas esas fronteras de distintas naturalezas (territoriales, lingüísticas etc.) entorpecen la comunicación. Pero también protegen y favorecen nuevas formas de pensar. El evangelio necesita sustentarse en una cultura donde arraigar. Porque es una semilla que no transporta su propia tierra. Sin la diversidad de naciones, razas y culturas, no tendríamos un ecosistema en la historia donde poder sembrar. De la misma forma que las innumerables especies proporciona a la vida, la oportunidad de sobrevivir y perpetuarse en la tierra.
Es lo que podemos suponer de esa intervención de Jehova cuando los hombres «salieron de oriente, [y] hallaron una llanura en la tierra de Sinar» (2). Por eso, el plan del Señor que es general, incluye la diversidad a las que consideramos obstáculos. Sin embargo su evangelio no será global en este mundo. Se sostiene en la diversidad de creencias. De lo contrario no habría una humanidad en la que plantar. El Señor refiriéndose a su iglesia la dispone para que
«…se sostenga independiente de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial;» (DyC 78:14)
Esta independencia de otras criaturas solo es posible cuando se forma parte de un conjunto.
Prudentes como serpientes
Va llegando el momento, cuando veremos que el recogimiento de Israel estará frente al recogimiento del mundo. Los algoritmos, usados sin la luz de Cristo, van trenzando a la humanidad en un solo paño, con un solo patrón de pensamiento.
Frente a ese bloque del género «1/3», mantener nuestra identidad será un asunto de «integrar nuestras joyas» (DyC 60:4). Ni nuestro oído, ni la vista ni el olfato nos asegurarán un discernimiento correcto. Solamente el tacto quedará. El tacto continuo con una barra de hierro.
Primera parteEl libre albedrío y los algoritmos, guerra de los cielos 2.0 |