Si Dios explicara el Génesis detallado del Universo a una civilización avanzada como la nuestra no entenderiamos nada. El génesis, la ciencia y la restauración del evangelio es una propuesta para clarificar esa contienda que viene de muy atras.
Nuestros instrumentos y nuestra mente no serian medios adecuados para recibir esa revelación, estaríamos desbordados. Nuestra mente es el interfaz con el mundo, es parte de la creación, ha salido de la naturaleza, del polvo de la tierra. Nos habla de un Universo humano que está contenido en un misterio mucho mayor de lo que nuestros métodos científicos pueden descifrar.
Sin embargo estamos imbuidos con la certeza del poder de nuestra ciencia, de nuestro talento en discernir ese enigma. Este relato único fue para mí motivo de mucha preocupación de joven, espero poder ayudar a aquel lector de teancum con la misma inquietud.
Aquellos que tienen su ser
A partir de ahora usaré el término cientifismo como la idea de que un conocimiento es válido si se obtiene solo a través de la ciencia. Cuando me refiera a conciencia lo haré como cualidad de la vida y en nuestro caso como la conciencia de sí o la capacidad de ser conciente de uno mismo, de los objetos del mundo y de nuestra propia muerte. Eso que nos hace humanos y que compartimos en un grado diferente con todos los seres vivos.
Esta idea la encontramos en DyC
«Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, vosotros a quienes el reino ha sido dado; escuchad y dad oído al que puso los fundamentos de la tierra, que hizo los cielos y todas sus huestes, y por quien fueron hechas todas las cosas que viven, se mueven y tienen su ser.» (DyC 45:1)
No solo vida y el movimiento, ambas cosas descritas en la ciencia, sino además tienen su ser. La conciencia es una cualidad de la vida sin explicación científica. Pero hay una determinación de la ciencia ortodoxa en atribuirla a la biología y su evolución en el tiempo. Sin embargo el Señor al decir «tienen su ser» lo cataloga como algo diferente a los otros dos terminos
La creencia moderna de que la vida se origino a partir de reacciones fisico-quimicas aleatorias es un totem indiscutible en el que hay que creer. Es políticamente incorrecto oponerse a esa idea, sin embargo a medida que acercamos nuestra vista al interior de esa fenomenal realidad, esa reducción físico-química del problema que ofrece nuestra ciencia, es incapaz de solucionar la cuestión del origen de la vida y su conciencia de sí, o esa cualidad del ser que encontramos en DyC 45:1 y que se desarrolla en DyC 77.
Nuestro Génesis
Por lo tanto, sin renunciar a una ciencia bien entendida, considero que el libro de Génesis o el de Abraham aportan un relato aceptable en su idea general, tanto para el antiguo Israel como para los modernos santos de hoy. El Señor, en su compasión, nos proveyó de un resumen histórico de seis etapas que pudiesen manejar toda clase de pueblos y culturas, nunca pretendio ser un manual de biología, evitando así un histórico dolor de cabeza a sus hijos o al menos uno soportable.
La distancia entre Génesis y la cosmologia moderna es equivalente a la que hay entre la física actual y una futura respuesta global a las preguntas pendientes de cómo nacio la vida y la conciencia. Un poco de humildad nos vendría bien, nos situaria en una posición más abierta, aceptando lo que no podemos explicar. Sin embargo hay una corriente cultural rodeando la visión reductiva de la ciencia, convirtiendose ésta, en una moderna inquisición contra otras visiones.
Un resultado no explicado
Tomas Nagel en «La mente y el Cosmos» nos presenta un ejemplo del enfoque insuficiente del materialismo para explicar la conciencia o el alma, tal como la entiendo.
Si en la calculadora tecleamos «8» «+» «5» «=» tendremos el resultado «13» y es correcto pero no explica cómo lo obtenemos. Sabemos que hay que pulsar esas teclas y podemos explicar el funcionamiento de la pantalla LCD, pero no muestra por qué sale ese resultado.
De igual forma el materialismo detalla los procedimientos de la vida hasta llegar al resultado de los organismos conscientes, pero no explica cómo sucede. En el ejemplo de la calculadora habría que llegar a la conclusion de que debe haber un algoritmo diseñado en su interior de forma inteligente que, realizando esas operaciones descritas, calcula y da como resultado 13.
Sin embargo el cientifismo quiere convencernos de que no hay una explicación más allá de la descripción de los procesos evolucionistas para crear la conciencia de los seres. Claramente ese resultado consciente e inteligente de la vida necesita algo más que mutaciones y evolución. La conciencia es un resultado demasiado refinado para inputs tan limitados
Por ejemplo se asienta el concepto del amor como el resultado de reacciones bioquímicas en nuestro cuerpo. Escucho a adolescentes recitar esta idea, sumando así términos de biología al que era un campo fructífero de la poesia. Esto es una reducción, es decir se acepta una explicación física parcial (no falsa, sino parcial) como la respuesta integral para algo mucho más extenso. De esta manera empobrecemos el alma, al despojarla del método poético para acercarse a esa realidad mágica. Al renunciar a cualquier otro acercamiento a la realidad del mundo, que no sea el método científico, recortamos nuestras alas, reducimos nuestras habilidades, disminuimos nuestra humanidad. Al estar tejida con múltiples hilos y tramas, torpemente apostamos todo a uno sólo.
Un Génesis a demanda
Cualquier idea respetable científicamente, que no vaya con la línea ortodoxa, no se tolera y se anatemiza. Por lo tanto el propio método cientifico se reduce a sí mismo en sus posibilidades.
Sin embargo la ciencia actual, reducida en su visión a lo estrictamente comprobable, va dejando cuestiones sueltas, taponadas con dogmas como el que hemos visto antes.
- La vida y su conciencia surgio accidentalmente de la materia inerte de forma casual.
- La vida y sus especies se deben a cambios accidentales en el genoma sumados a la selección natural.
Estas dos ideas no se sostienen como explicaciones de la conciencia en los seres vivos, pero el enfoque filosófico de la ciencia impide que, lo que no se pueda comprobar positivamente, no se pueda explicar de otra forma que no incluya el método científico tal como lo entendemos. Es un callejón sin salida.
La cuestión es saber si hay alguna manera de responder a estas dos preguntas sin estar limitados con un método muy exitoso, del que soy seguidor, pero que está topando con realidades que escapan de sus posibilidades y que está impidiendo nuevas perspectivas o puntos de vista para conocer la respuesta.
Los extremos del debate vida y creación
En la actualidad hay dos posturas generales en cuanto a la creación del Universo y de la vida. Y digo Universo y vida porque estas dos materias, antes alejadas, cada vez tienen una relación mas intrincada. Por lo que podemos pasar de la cosmologóa a la biología tranquilamente pues se mueven en filosofias comunes.
La propuesta naturalista o científica.
Propone que Dios es un concepto superado y que las leyes físicas son las únicas válidas para explicar la existencia de cualquier objeto del Universo, incluidos nosotros mismos. Esta filosofía, que dirige al método científico, cosecha éxitos extraordinarios y es dominante en nuestra vida. Ese mismo método de pensar que descubre el átomo o el ADN es el mismo que aplicamos hacia nosotros mismos.
Sin embargo no responde satisfactoriamente a preguntas como las citadas anteriormente a no ser que creamos en el cientifismo como doctrina.
Cuando en un principio, la ciencia se enfocaba en lo exterior a nosotros y estábamos excluidos de su método, ahora nuestra conciencia esta incluida como subproducto de la biología. Pero la ciencia no es capaz de describir el mundo interior del ser humano ni hacer de ello una predicción de sus teorias.
El evolucionismo, como historia de la biología, nos propone no tomar en serio nuestras convicciones o juicios morales. Al ser reduccionista, nos considera versiones mejoradas de una especie común. No hay nada que tenga mayor autoridad que el hecho evolutivo, todas las normas o valores morales son convencionales y bien podrían ser sustituidos por otros, de ahi el relativismo imperante hoy.
La propuesta teista o religiosa.
Sin abjurar del método científico, sitúa en Dios en el origen de todo, incluida la materia y la conciencia. Incluidas las leyes físicas y los objetos que pretende explicar. Los éxitos de esta cosmovisión son innegables en la historia, de hecho nos han traído hasta nuestro siglo formados como naciones, familias e individuos con respuestas ante la vida.
El problema es que, tal como afirmaba Hawking, una vez conocidas las leyes que rigen el Universo en una teoria del todo (aun por descubrir) Dios sería innecesario para explicar el Universo y a nosotros mismos. Tendríamos todas las respuestas sin necesitar lo divino ya que una vez a nuestro alcance el árbol de la vida y el del conocimiento, podemos diseñar un plan propio de salvación que sin necesidad de fe, lo podremos tocar y ver.
El génesis la ciencia y la restauración del evangelio
Como comentaba a un alarmado amigo mio, yo no escribo declarando doctrina sino que busco deleitarme a mí y a mi audiencia en el conocimiento de la restauración a traves de las escrituras y «los mejores libros». Permítame el lector, por tanto, no empezar con creo que, pienso o supongo que; es repetitivo y cansino.
Hago un apartado en los dos extremos del debate sobre la vida y la creación, para la restauración porque nuestra teología se separa radicalmente de los conceptos teistas referidos y que comparten las demás creencias cristianas o no cristianas. No nos extrañe que algunos no nos consideren cristianos, el Salvador ha hecho nuevas todas las cosas en nuestro siglo, muchos no lo reconocen en sus nuevas palabras. Por lo tanto la aportación que él realizó a través de José Smith es única e inédita. Intermedia, entre ese antagonismo descrito, no tiene par.
Por ejemplo, en la revelación de la restauración aprendemos que hay dos etapas una donde los dioses delegan la creación de la vida al mar y a la tierra.
«Produzcan abundantemente las aguas» (Moises 2:20)
«Produzca la tierra pasto, la hierba que dé semilla, el árbol frutal…» (Moises 2:11)
Estos entornos y sus leyes producen la vida. En la segunda etapa, en la creación del hombre, no se delega esta tarea a terceros sino que requiere una intervencion personal de ellos.
«Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (26)
Esta diferencia nos permite ver que la conciencia de sí del ser humano, se soporta en la bilogía, porque salimos del polvo, pero no puede ser generada por ésta. Porque la complejidad del resultado requiere de un «algoritmo» de una explicación ajena a la biología y al método cientifico.
El organizador
«Por estas cosas sabemos que hay un Dios en el cielo, infinito y eterno, de eternidad en eternidad el mismo Dios inmutable, el organizador de los cielos y de la tierra, y de todo cuanto en ellos hay» (DyC 20:17)
El concepto literal de organizador no es biblico, es una novedad que encontramos en DyC y en el libro de Abraham.
«Entonces el Señor dijo: Descendamos. Y descendieron en el principio, y ellos, esto es, los Dioses, organizaron y formaron los cielos y la tierra.» (Abraham 4:1)
Refiriéndose a la creación, la palabra organizar no figura en la biblia, sin embargo es antigua, viene del griego y significa «convertir algo en útil». Crear es producir algo que antes no existía, pero organizar es dar utilidad a algo que ya existia antes.
En Abraham 4 encontramos a los dioses usando los verbos organizaron, formaron y ordenaron todos verbos transitivos y ninguno parte de la nada.
Esto es muy importante porque sugiere que Dios es externo a los elementos del Universo y que estos estaban ya de antes. Algo que no es nuevo para los santos de los últimos días, siendo esto parte de nuestra investidura de conocimiento acerca de la naturaleza de Dios.
Por lo tanto, al contrario que decia Hawking, si descubrieramos una teoria del todo para entender el Cosmos (propuesta muy optimista ya que debería explicar la conciencia), nos dariamos cuenta que solo son las reglas de juego. Que Dios ya las conoce mucho antes y que al obedecerlas, opera con ellas desde muchos ciclos eternos anteriores. Por eso es omnisciente y omnipotente, su ciencia traciende a nuestra forma de pensar. Para llegar a compartir su posición es necesario adherirse a su evangelio no a nuestro método.
El Universo increado
El 6 de Mayo de 1833 José Smith recibe la maravillosa seccion 93.
Leemos, «Los elementos son eternos» (DyC 93:33) Si consideramos en la misma seccion 93 las palabras «La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser.» (29) resulta difícil sustraerse al hecho de que hay cosas increadas, dado que lo afirma categóricamente sin género de dudas. Esto es contrario al teismo tradicional y cercano a los campos eternos de fuerza de los que habla Lisa Randall.
Los elementos y la inteligencia son increados y por tanto independientes de la divinidad y no coetáneos con ella. Por lo tanto Dios es externo a los elementos y a la inteligencia, ellos son los rudimentos sin organizar de su viña.
Si consideramos el juego del tenis, hemos de reconocer que las leyes físicas del movimiento y la gravedad que rigen ese juego no están en el reglamento. Son anteriores al juego y son increadas. Sin embargo sin tenis no hay juego, no se manifiestan las habilidades, el esfuerzo y las estrategias de los jugadores.
Por eso situar a los organizadores del Roland Garros como los artifices de la gravedad y la física del movimiento de la pelota es lo mismo que hace el teismo al hacer a la divinidad artífice de la materia y la conciencia. Implica que si descubrimos y dominamos esas leyes ¿para qué los queremos a ellos?
Por eso Alma declara
«Pero la obra de la justicia no podía ser destruida; de ser así, Dios dejaría de ser Dios.» (Alma 42:13)
Esto representa una aportación al debate totalmente innovadora. Nunca se ha introducido esta idea hasta la que la restauración la trajo.
La teología de la restauración se situa, por tanto, en un punto intermedio entre la visión naturalista, donde todo nace accidentalmente de la materia y el teismo donde todo tiene su origen en la divinidad.
Este es un camino del punto medio, de la perfección, pues manifiesta que todo es materia
«No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero
es más refinado o puro, y solo los ojos más puros pueden discernirlo; no lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia.» (DyC 131:7-8)
Pero no adjudica a la materia el origen de la conciencia.
«La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser.» (DyC 93:29)
De esta forma la restauración realiza una labor de mediación entre el materialismo y la religión. Dando a cada uno la aprobación que les corresponde pero delimitando los contextos donde operan.
El rango de comprensión
Al igual que nuestra vista y oido son sensibles a un rango de colores o frecuencias, nuestro sentido comun esta ligado a un rango de dimensiones. Fuera de ese rango no es capaz de interpretar la realidad así como nuestros ojos no ven las microondas de nuestro horno o el ultravioleta del Sol.
El Universo es humano y comprensible en una estrecha franja de dimensiones. Fuera de éstas, es un lugar inhóspito en grandes distancias o incomprensible en las pequeñas. En ambas lo encontramos agreste y misántropo (aunque para mí es apasionante)
Hay que luchar contra nuestro sentido común para entender la teoría de la relatividad y como afecta a la comprensión del espacio y del tiempo. Sin embargo con esfuerzo y lectura ganamos elasticidad en nuestra mente para asumir sus paradojas.
Sin embargo, por mucho que se esfuerce, estimado lector, no podrá entender la mecánica cuántica, aun cuando se usa en electrónica y dispositivos avanzados de cálculo.
«Si crees que entiendes la mecánica cuántica, es que no entiendes la mecánica cuántica», Richard Feynman, Premio Nobel de Física.
Cuando comence a documentarme en esta materia a través de Lisa Randall, Brian Greene o Michiu Kaku me dí cuenta que ese mundo, el cuántico, es totalmente ininteligible para nosotros. Al llegar a escalas atómicas e inferiores, todo es extraño y ajeno a nuestro sentido común. Los físicos comprueban los comportamientos de las partículas (cuerdas) pero no entienden por qué funcionan las ecuaciones que las describen. No podemos intuir ese mundo subatómico desde nuestra forma humana.
De igual forma, pero con menos severidad, necesitamos un gran esfuerzo intelectual para entender el universo. A grandes escalas sus dimensiones son ajenas a nuestro sentido común. ¿A dónde voy con esto?
La túnica de pieles
Cuando Adán y Eva salieron de Eden se les vistio con una túnica de pieles. Como sabemos, esa investidura lo fue también del conocimiento necesario para vivir fuera del jardín de forma coherente. Sin esa investidura, el mundo hubiera sido un lugar triste y solitario, pero sobre todo incomprensible. Tejida en esa túnica primordial esta nuestra creencia en Dios.
Por lo tanto aplicar el método científico como única herramienta para entender nuestro origen y destino o el del Universo es reducir al ser humano a partículas. Es desposeer a la sinfonia de la vida de partitura, es reducir la manzana a moléculas hasta perder de vista a la fruta.
Atribuir las propiedades de la vida inteligente a la suma de las cualidades microscopicas de sus componentes, es como si se adjudicara el valor del Quijote a la suma de sus articulos, verbos, nombres y adjetivos.
Es necesaria la conciencia para extraer la armonia y significado, pero no podemos explicarla porque no pertenece al método que usamos de entender las cosas. El materialismo no lo concibe fuera de la fisica o la biología. Pero el Señor nos dice que, además de éstas, la vida «tiene su ser»
Desposeer a nuestra vida de la partitura de la revelación es reducirla a una reunion de sonidos que casualmente coinciden misteriosamente en un orden musical. Esa investidura de pieles que recibimos desde tiempos inmemoriales, es la muestra palpable de la radiacion de fondo de los cielos, nuestra herencia familiar. La encontramos en cualquier direccion de nuestra historia y al parecer proviene de un tiempo común y de nuestra naturaleza más íntima.
Despojados
El cientifismo como creencia, nos despoja de la túnica de pieles, dejándonos desnudos en el mundo, ni siquiera con unas hojas de higuera. Cierto que ganamos conciencia clara de la naturaleza agreste de la vida sin la vestidura de la fe. Pero también adquirimos la angustia de una existencia donde solo se nos muestra el cómo del mundo pero no el por qué vivir en él. Y esa necesidad del por qué, ese sentido trascendental de la vida, no es el resultado de la cultura o el entorno, no se orgina en la biología. Viene ligada al alma desde los cielos al igual que el albedrío. Por eso no nos conforma que en la pantalla obtengamos solo un 13, queremos saber por qué.
Ninguna ciencia o filosofía nos podra despojar de ello y menos explicarlo como el resultado de combinaciones casuales de átomos o teclas.
La teología de la restauración
En el enfrentamiento que existe entre el relato materialista de la vida y su origen y la propuesta de la intervención divina hay mucho de prejuicio en ambas partes. Encastillarse en el materialismo como origen de la conciencia es forzar unas ideas que no se explican aceptablemente. Por otro lado, hacer de la divinidad el origen de todo, incluida la materia y la conciencia no se sostiene en las escrituras. Es una contaminación filosófica de los primeros siglos despues de Cristo.
Cuando era pequeño, en el catecismo recitaba «Dios creo al mundo de la nada» Esta creencia está bien para unos horizontes que terminaban en el átomo como mucho. Sin embargo la nada no existe, más allá del átomo, el vacío es un rugido cuántico de energía. Acostumbrados a ese mar en cuyo interior vivimos, no notamos su presencia. Al igual que los peces consideran a las profundides del mar, el vacio de su universo acuatico.
Esa creciente enemistad entre la nueva realidad que descubrimos y los conceptos religiosos incompletos. Entre las afirmaciones científicas no explicadas suficientemente y la realidad de la conciencia de los seres vivos, que desafia a la biología y su evolución. Todo esto ha sido conmovido para algunos ojos por la teología de la restauración.
La restauración del evangelio ha abierto una veta de conocimiento que recien hemos comenzado a explorar. El Padre Celestial ha humanizado su comprension y es cariñoso al descubrirse. Una observación cuidadosa nos mostrará que esta dispensación es maravillosa porque…
«Tan inútil le sería al hombre extender su débil brazo para contener el río Misuri en su curso decretado, o volverlo hacia atrás, como evitar que el Todopoderoso derrame conocimiento desde el cielo sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días.» (DyC 121:33)
Gracias Miguel siempre es reconfortante encontrarte por aqui
Gracias sr. David por este articulo, es muy bueno.