La restauración, una singularidad.
Cuando era misionero en Valladolid, España, mi compañero Elder Drake C.Barborka y yo enseñábamos al señor Arranz. Este hombre vivía en un piso céntrico y señorial en pleno centro de la capital. Nos recibía con interés y amabilidad. Su porte era aristocrático. Su casa rezumaba historia y un gusto elaborado en su decoración.
A menudo nos recibía con una bata de casa. Era una prenda acolchada y bordada con gran detalle, su hechura era primorosa. Su conversación era educada y enriquecida con el castellano perfecto de esa tierra. Yo me sentía impresionado en ese ambiente. Éramos jóvenes y sin mucha experiencia.
Una tarde en su casa, los alambicados razonamientos del señor Arranz, desarbolaron todo nuestro mensaje. Por más que intentábamos resaltar la restauración del evangelio, el volvía a nivelarlo con otras religiones. No había novedad alguna en lo que enseñábamos. Si bien se expresaba cortésmente y de forma razonable, sin embargo, yo no sabía cómo salir de esa conversación estancada.
Entonces, como una ráfaga en mi mente, recordé algo que nos enseñó un setenta, Elder Paramore: La restauración viene con hechos no con opiniones.
Y los hechos pueden ser de dos clases:
a) Verdaderos
b) Falsos
No hay más.
Una gran diferencia
En ese momento todas las piezas encajaron. Tome esta idea tan sencilla y me agarre a ella como un náufrago a una tabla flotante.
Me dirigí a nuestro anfitrión haciéndole observar esta premisa y estuvo de acuerdo con ella. Entonces empecé a repasar los hechos que la restauración proclama. La primera visión, El Libro de Mormón, la restauración del sacerdocio…Convinimos que estos sucesos son una declaración de hechos no de opiniones doctrinales. Le invité a que me presentara acontecimientos semejantes en otras creencias. No pudo.
Los tres (yo aprendía a medida que hablábamos) nos dimos cuenta que nuestro mensaje solo tenia dos posibilidades. O era verdad o era mentira. No entraba en el terreno subjetivo de lo opinable sino en el «jurídico» del establecimiento de los hechos. Hay una gran diferencia.
La llave-cerradura
Para entender mejor la vida y crecimiento de la iglesia restaurada, es útil conocer esto mismo en la vida celular.
Las reacciones químicas que se producen en nuestras células necesitan realizarse rápidamente para mantener la vida. Para eso es necesario la participación de unas moléculas orgánicas especiales como son las enzimas.
Las enzimas trabajan sobre moléculas llamadas sustratos. Éstos se acoplan a el sitio activo de la enzima. Si la forma del sitio activo es igual a la del sustrato la reacción es veloz. Gracias a este mecanismo llamado llave-cerradura se consigue por ejemplo la digestión de los alimentos.
Si, por ejemplo tenemos déficit de una enzima llamada lactasa, tendremos intolerancia a la lactosa, es decir dificultades en digerir leche de vaca. Ese mecanismo llave-cerradura muestra que sin la coincidencia de ambos, enzima y sustrato, en un lugar y al mismo tiempo, no es posible la vida celular.
De igual manera las llaves del sacerdocio encajan por su forma natural en el sustrato de la fe de los santos. De esa unión, que se produce en el espacio y tiempo de la restauración, resulta toda la variedad de frutos que observamos.
La entrega de esas llaves se produce el 3 de Abril de 1836 en el templo de Kirtland. Ese día tres mensajeros celestiales, Moisés, Elias y Elias el profeta, entregan a José Smith las llaves del reino.
Hasta ese momento la iglesia tenía el sacerdocio, y por lo tanto «la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios» (DyC 84:19) pero no tenían todavía «las llaves de esta dispensación» (DyC 110:16) dispensación cuyo horizonte de sucesos siempre va por delante de la iglesia.
Los frutos del modelo llave-cerradura
Cuando el Salvador dice «por sus frutos los conoceréis», está señalando a sus logros. Ninguna iglesia o grupo puede realizar estás operaciones necesarias para esta vida y para la vida eterna sin esas llaves o «enzimas celestiales». Estos procesos son…«cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han llegado siquiera al corazón del hombre» (DyC 76:10). Porque para concebir la obra vicaria o las ordenanzas del templo son necesarias dos llaves. La del conocimiento para concebir y las del sacerdocio para realizar. ¿Conoce el lector un solo lugar donde tan siquiera se haya concebido cosas semejantes?
Aquellas llaves de conocimiento, anteriores a las recibidas en Kirtland, no eran suficientes para la misión postrera y principal de esta dispensación. El recogimiento de Israel, el poder del sellamiento y la obra vicaria. Eran necesarias, las últimas, para poder actuar en espacios nuevos…«porque esta ordenanza pertenece a [su] casa» (DyC 124:30)
El hueco en la roca
«Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová; mirad a la piedra de donde fuisteis cortados y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.» (Isa. 51:1)
Perteneciendo a la Casa de Israel por convenio, el Señor nos invita a apreciar la forma en la que encajamos por naturaleza en su plan. El relieve del evangelio, en sus llaves, coincide con nuestras carencias íntimas y nuestros anhelos. El temor a la muerte, la incertidumbre del futuro, el sentido de la vida, nuestro deseo de trascender.
Esa cerradura intacta del alma, fue cortada por su mano y encaja de forma impecable con las llaves de esta dispensación. Frente a la muerte y la incertidumbre, el relieve de la obra vicaria. Ante la vida y su significado, la prosperidad sellada en la familia más allá de lo visible. En la disolución de las culturas y de la investidura de las edades, el recogimiento en la Casa de Israel.
Un observador cuidadoso encontrará en su alma los huecos donde actúan el poder de las llaves recibidas.
Para muchos la «digestión» de esta vida a veces se hace imposible. La necesaria esperanza y fe (esa enzima imprescindible) se hace difícil de encontrar. Sin las llaves de esta dispensación no habría doctrina ni conocimiento que compensara esa carencia universal. Por eso el evangelio está de nuevo aquí «para que también la fe aumente en la tierra» (DyC 1;21) pero el mundo volverá a rechazarlo.
La levadura
Son hechos como los de Kirtland los que generan la doctrina en la restauración. Es la autoridad impecable de los hechos. Sin esa visita en Kirtland y el poder encomendado, la iglesia tendría solo llaves de conocimiento. Por eso vinieron, a Ohio en 1836 «para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a los padres, para que el mundo entero no fuera herido con una maldición.»
Recordemos la parábola «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado.» (Mt. 13:33) Esa tercera llave, entregada por Elías el profeta, está leudando a toda la masa de la humanidad, nombre a nombre, miles de millones. Los hechos se demuestran capaces de superar lo imaginado al principio.
El evangelio fractal.
La geometría del evangelio restaurado se confunde con la forma de su iglesia. Pero ésta, solo es una senda estrecha y un sostén visible para que «el Todopoderoso derrame conocimiento desde el cielo sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días.» (DyC 121:33) por eso la Iglesia disminuye a medida que nos acompaña a «desatar la correa de su sandalia» (Juan 1:27)
Como toda jerarquía, nuestra vista nos sugiere la dirección en que circulan instrucciones y la guía a través de su profeta. Pero aún siendo la iglesia vital y coincidente en su plan, no obstante «es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido» (Mt. 6:25) Así, los santos a medida que comprendemos la restauración y sus llaves, vemos que, más allá de la barra y el sendero, hay «un árbol cuyo fruto [es] deseable para hacer a uno feliz.» (1 Nefi 8:10)
Bajo ese árbol dejamos atrás las líneas quebradas de antaño y vemos anidar a las aves del cielo en cada rama. Nuestra geometría se curva hasta asemejarse a la de sus obras. Vemos a las llaves restauradas, florecer como la vara de Aaron. En cada santo de los últimos días, el recogimiento de Israel, la promesa de Abraham y el corazón vuelto de sus antepasados. Vemos el árbol del amor de Dios en cada rama, y en cada hoja la imagen de su semblante. Hay una imagen especular del poder de las llaves de esta dispensación en cada miembro, así como cada rama asemeja un árbol.
La acción
Y así como en la rama se adivina el árbol, a partir de los dones y las llaves recibidas, se construye el gran paisaje de la restauración. Esas llaves atraen la acción y la imaginación como el polen a las abejas.
El diseño de La iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es único y singular. El señor Arranz y nosotros empezamos a verlo aquella tarde. Las llaves del sacerdocio expanden su acción hacia el pasado, el presente y el futuro. Y anudan en los templos, todos los cabos sueltos de anteriores dispensaciones. «y todas las cosas serán hechas nuevas, a fin de que mi conocimiento y gloria moren sobre toda la tierra.» (DyC 101:25). Así como muchos judíos no reconocían en Jesús al Cristo. Muchos no reconocen a Cristo en la restauración, porque él, otra vez, ha hecho nuevas todas las cosas. El cristianismo de la restauración ha emergido del anterior, cerrado y mudo de palabras y hechos. Ahora al frente está «el mismo que contempló la vasta expansión de la eternidad» (DyC 38:1), incontenible, cerrando un giro eterno.
El evangelio que nos traen esas llaves, se reproduce a sí mismo a partir de cualquiera de sus hechos. Es fractal. Se puede construir su plenitud a través del testimonio de sus miembros. Se replica y se divide a sí mismo. Con las nuevas instrucciones recibidas sacamos un pie fuera para andar como Cristo sobre las aguas. Pero quizás muchos nos aferramos a las antiguas tablas.
Las llaves de conocimiento
Las llaves del sacerdocio son distintas a las llaves del conocimiento. Las del sacerdocio favorecen la acción ordenada. Las de conocimiento, revelan verdades, no de aplicación inmediata, pero generan gozo y visión.
Las llaves de conocimiento no nos autorizan a actuar en el nombre de Dios. Sin embargo hemos sido hechos para alimentarnos también de conocimiento «Porque viviréis de toda palabra que sale de la boca de Dios.» (DyC 84:44)
El 22 de Febrero de 2019, estábamos en la Clase de Instituto, Barrio de Almería, España. Leímos DyC 121:26
[su_note note_color=»#caecef» text_color=»#401919″ radius=»8″]«Dios os dará conocimiento por medio de su Santo Espíritu, sí, por el inefable don del Espíritu Santo, conocimiento que no se ha revelado desde el principio del mundo hasta ahora;»[/su_note]
Y entonces pregunté a mis alumnos:
— ¿A quién se dará ese conocimiento nunca revelado?
Y yo ahora se lo pregunto a usted, querido lector como si estuviese en esa clase de instituto.
— ¿A quién dará ese conocimiento nunca revelado?
Estimado lector… a los santos? …a nuestros líderes…al pte. de la iglesia?
…A Ti… sí a ti, ¡a ti!. Eres tú, tú. Sí tú. Amigo mío tú. Sí amiga mía tú.
Tesoros en los cielos
Podemos desarrollar profundas verdades a partir de la inspiración personal al leer las escrituras. Pero tengamos en cuenta algo: eso no moverá ni un diente del menor de los engranajes de la restauración. El despliegue de la restauración tiene su propia transmisión de energía para su desarrollo. Ésta proviene de las llaves restauradas en Kirtland, detentadas en la actualidad por el Cuórum de los doce y las administra el Pte, Rusell M. Nelson.
Pero usted y yo, podemos disfrutar del banquete del esposo en esta última dispensación.
Y entonces notar que lo más pequeño que encontremos nos hará ricos. La perla más humilde valdrá más que todas nuestras posesiones. Y notaremos que las cosas preciosas las reservaremos para no debatir. Veremos cómo se depositan en nuestra mente como Rocío del cielo.
Eso es hacernos tesoros en los cielos.
Las llaves del sacerdocio
La administración de la restauración se gobierna con la autoridad del sacerdocio. Su profundidad es menor que su conocimiento pero su campo de acción es amplio y afecta a todos.
El mundo religioso confunde estas dos llaves. Piensan que del conocimiento viene la autoridad. Y es cierto en el campo de la ciencia o los negocios. Pero en lo jurídico, que es el matiz de su plan, el mayor o menor conocimiento de un ciudadano o un creyente no le da más o menos derecho. Sino el ajuste de su conducta a las leyes por eso «…lo que la ley gobierna, también preserva, y por ella es perfeccionado y santificado.» (DyC 88:34)
Suplantar la carencia de las llaves del sacerdocio con una demostración de conocimiento es subvertir el principio de representación jurídica. José Smith lo aclaro en una carta a los santos, la sección 128 «…Ahora, el gran e importante secreto de todo el asunto, y el summum bonum de todo el tema que tenemos por delante consiste en obtener los poderes del Santo Sacerdocio. Al que se dan estas llaves no se le dificulta obtener conocimiento…»(11)
El campo blanco del conocimiento
Ese otro campo que es el del conocimiento de los misterios de reino, está blanco y listo para la siega. El Señor dice a los santos «les haré saber la buena disposición de mi voluntad tocante a todas las cosas pertenecientes a mi reino. Sí, aun las maravillas de la eternidad sabrán ellos»
Para aquellos que buscan conocimiento, el espíritu derrama abundantemente y aquel que más recoja más gozo tendrá. Pero la salvación viene por otro cauce, la senda estrecha de la administración a través de las llaves del sacerdocio. De esta forma todos reciben de la mesa para su sustento.
Son muchos son los hechos, queda en el lector establecer su autenticidad o falsedad. Sólo el espíritu puede testificar acerca de esto. Pero declaramos, que ese «poder notarial» avalado por los hechos para representar al Salvador y su iglesia ha sido entregado a esta dispensación.
Me encanta sus escritos, Los espero con ansiedad,son muy instructivo, cracias
Gracias Miguel desde teancum trabajamos para que sigan siendo de tu interés
Gracias Carlos por todo los temas me ayuda mucho te suplico puedas seguir enviando más temas
Seguiremos trabajando Yony. Un saludo de tu amigo David
en realidad estos temas me tienen perplejos, son muy interesantes. me ciento agradecido por estos conosimientos.cada ves que los repaso a prendo algo nuevo, felicitasiones al autor de estos temas.tienes un don y lo compartes eso es bueno.
Estimado Carlos, gracias por tu visita a teancum. Nos anima poder compartir nuestro estudio de las escrituras. Tus palabras nos inspiran a seguir con este proyecto. Y sobre todo a seguir meditando en las escrituras
Sus reflexiones pueden parecer sencillas pero las metáforas y recursos en la exposición son armoniosos, concienzudos y están expresados de forma casi poética para aquellos que no tenemos ese don de transmitir.
Me encanta el estilo y aunque el fondo es lo que debe primar sobre la forma cuando se habla del Evangelio, reconozco que me deleito al leer varias veces su publicación y me percato de nuevos detalles.
Sigo pensando que vivimos en un mundo de opinión, sin certezas ni verdades absolutas. Por eso es importante que concedamos a la fe el valor necesario que ostenta para acercarnos a Dios.
El Evangelio restaurado completó muchas de las piezas del incompleto puzzle de mis creencias cristianas y reemplazó algunas que nunca terminaban de encajar por más que lo procuraba y deseaba.
Creo que intuí la verdad del Evangelio incluso antes de conceder el crédito a profeta alguno. Los santos no creemos por el simple conocimiento de la Primera visión, aunque la Restauración se compone de hechos no casuales. Los hechos revelaron las doctrinas ignotas que ya estaban ahí pero no eran claras o se habían perdido.
Sin el Libro de Mormón la historia de José Smith podría parecernos una historia más. El descubrimiento de las planchas y su posterior traducción son hechos que nos revelan la voluntad de Dios. Y el poder del Espíritu Santo y los milagros abren nuestros ojos y nos muestran el camino de la fe. Sé que tuve que sentir para llegar a saber.
— «¿A quién daré ese conocimiento nunca revelado…?»
No lo sé… A veces pienso que a todo aquel que desee escuchar. ¿Pero cómo sé quién desea escuchar?
Otras veces pienso que a todo aquél que lo necesite. ¿Pero quién no lo necesita? ¿Qué hijo de Dios no necesitaría las respuestas a su origen y propósito eterno?
¿Puedo obsequiar perlas a quien podría pisotearlas y despedazarlas?
Si a Jesucristo, el Hijo de Dios, tantos no lo recibieron, ¿quién me recibirá a mí siquiera como humilde discípulo suyo?
El campo está blanco para la siega, ¿pero bastará mi fuerza al meter la hoz para ser instrumento útil?
En ocasiones uno se siente muy pequeño y no entiende muchas cosas y mucho menos podrá explicarlas. Pero sí sabe lo que ha sentido por medio del Espíritu Santo. Dejemos que Él nos guíe.
Hola Javier. Gracias por tu comentario en teancum.
Yo creo que venimos de la preexistencia con cierta inclinación hacia lo que dedicamos nuestro esfuerzo e intereses allí. Creo que traemos cierta inercia. Por eso es frecuente que conocer el evangelio se asemeje más a un volver o un encuentro que a aprender algo desconocido.
Hay una resonancia al escuchar a los misioneros por parte d algunas personas. Es lo que creo que te paso.
Espero que teancum sea una compañía para tu estudio personal.
Un saludo
Gracias Javier. En teancum intentamos hablar como las escrituras, es nuestro modelo. Como es imposible hacerlo igual, el esfuerzo es contínuo. Gracias por tu ánimo, espero que sigas disfrutando de la visita