Soy de la creencia de que, entre el diseño de este mundo y el plan de salvación, hay una continuidad de intenciones y significados para el movimiento del alma, no son piezas separadas sino un continuo. Siendo que esos significados y las semejanzas, las construimos nosotros, creo que la parábola empieza mucho antes del tamaño del grano de mostaza y sigue mucho después de la grandeza del cielo.
Opinan algunos que, en Teáncum, mezclamos en ocasiones ciencia y religión, como si fuesen compartimentos estancos. De esa forma, podría decirse también, que El Salvador mezclaba en sus enseñanzas agricultura, economía, pesca, historia, derecho con la religión. Sin embargo creo que el Salvador mostraba, no la mezcla, sino la continuidad de la creación con la obra del Padre. En las espigas, los hijos rebeldes, las deudas, los pajarillos, los lirios, los peces, los pozos…descubría en esos detalles la voz que le dio inicio al mundo.
En esta ocasión vamos a buscar el movimiento del alma en las escrituras. El movimiento es algo realmente misterioso de comprender, aunque estemos todo el día en su desempeño. El mundo es un misterio insondable, es por eso, estimado lector, que está aquí en teáncum, porque buscamos tesoros escondidos.
El tiempo y el movimiento, componentes eternos del alma
Antes de venir a esta tierra, nuestro espíritu ya se movía. En el reino celestial, donde había espacio, «pues no hay espacio en el cual no haya reino; ni hay reino en el cual no haya espacio,» (DyC 88:37) participábamos en eventos, a donde nos desplazábamos, como el concilio de los cielos, donde fue presentado el plan. No solo supuso un desplazamiento de nuestra alma en el espacio, sino que adoptamos una postura moral y política, la de la libertad.
Si existía un espacio y un movimiento, también estaba presente el tiempo. Estas tres magnitudes son parte de la eternidad, por lo tanto están presentes en todas las etapas del alma.
Cuando en las escrituras leemos, «que el tiempo dejará de ser; y Satanás será atado» (DyC 88:110) hemos de entender que el tiempo, del reino de Satanás, habrá acabado y que el hombre de su tiempo, dejará de tener el poder de dictar los movimientos de la historia. Si seguimos leyendo en el mismo versículo vemos que «…no será desatado por espacio de mil años.» (110) Observamos que el tiempo seguirá formando parte del plan eterno y curiosamente sustituye la palabra tiempo por espacio.
El espacio diseñado en el plan de salvación, donde transcurre la vida de todo ser humano, proporciona oportunidades y experiencias comunes, sin embargo, los movimientos que realizamos son de lo más variados y no hay una trayectoria igual a otra.
Incluso los seres vivientes que vio Juan tienen esta capacidad
«sus alas representan el poder para moverse, para obrar, etc.» (DyC 77:4)
Lehi lo expresa claramente
«…dándoos aliento para que podáis vivir, moveros y obrar según vuestra propia voluntad» (Mosíah 2:21)
Todas las escrituras están impregnadas del concepto de espacio-tiempo moderno. No sugieren ningún reino futuro inmaterial, atemporal o estático, como el que yo buscaba de joven en el platonismo. Por lo tanto la presencia de esas dimensiones y sus propiedades en las escrituras, nos familiarizan con el entorno de los cielos.
La continuidad
Por ser más concretos; la fuerza de la gravedad existe en el reino de los cielos porque no ha sido creada ni lo puede ser (29). Por eso tal como enseñó el profeta José Smith:
«Cualquier principio de inteligencia [incluso en la comprensión de esta fuerza] que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección» (DyC 130:18)
¿Por qué se levantará con nosotros ese conocimiento? porque nos serán útiles ya que hay tanto continuidad en las leyes como en los seres que las viven (132:20)
Porque no solo «la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá» (2) sino que las leyes de la naturaleza y su movimiento seguirán vigentes solo que «[las] acompañará una gloria eterna que ahora no conocemos.» (2)
El Universo y su plan de salvación tienen la misma textura, lo mismo que hay un continuo espacio-tiempo, el velo se entreteje con los átomos.
Espacios del alma
Considero un espacio del alma aquel entorno donde la persona toma decisiones, cambia en el tiempo y se mueve en su ser interno. El profeta José Smith estuvo confinado cinco meses en la prisión de Liberty, Illinois. No obstante su alma realizó una de las mayores aportaciones en un movimiento hacia alturas pocas veces vistas.
«Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento» (DyC 121:7)
El Señor dice «breve momento» porque le habla desde un tiempo diferente al de José en Liberty, desde el tiempo del alma. Y lo hace a un espacio ajeno a esos 16 m2 donde estaba. Daré por tanto, categoría de espacios y movimientos a las escrituras en relación al alma.
Movimientos en el sueño de Lehi.
Hemos estudiado bastante el sueño de Lehi en Teáncum, por lo tanto obviaré algunos aspectos ampliamente tratados en los artículos publicados. No obstante esta visión no cesa de generar conocimiento valioso para nosotros. La clave está, en que no responde a un solo asunto o situación, como todas las demás visiones de las escrituras. El sueño de Lehi es una representación arquetípica del alma en el mundo en cualquier época, por lo tanto forman parte de nuestro inconsciente colectivo.
No es necesario ser creyente para obtener respuestas al meditar en él. El sueño de Lehi, está construido de forma especial porque crea un espacio amplio donde fluye el tiempo y el movimiento. Es un caso único en todas las escrituras. Lo más parecido es la parábola de los reinos en DyC 88 que estudiamos en mayo de 2018.
Profundidad y geometría en relación al mundo
La mención del desierto oscuro y lúgubre no informa de ningún movimiento. No hay movimiento mientras no exista una referencia. Al no destacar puntos de referencia no podemos confirmar hacia donde o como se movía Lehi. Solo sabemos que caminaba, manteniendo la distancia, con un personaje con un manto blanco.
«Y aconteció que mientras lo seguía, vi que me hallaba en un desierto obscuro y lúgubre.» (1 Nefi 8:7)
En realidad daba igual la dirección en la que Lehi caminaba en ese desierto, no podemos considerarlo movimiento. Solo existe movimiento en el alma cuando puede ser observado o relacionado con otros objetos. El samaritano encuentra a su prójimo entre Jerusalén y Jericó. Es en un camino, hacia un lugar y en un tiempo.
Si usted, estimado lector, se adentrara en el espacio profundo a una velocidad constante, no podría dar fe de ese movimiento salvo que cambiase de dirección. Pero para eso se necesita una fuerza externa, o que hubiese otro observador con quien comparar nuestra trayectoria.
Adaptarnos al flujo del mundo, equiparar nuestros valores a él, acomodarnos a lo que nos rodea, hace que perdamos el movimiento del alma y nos sume en lo estático.
El acto del samaritano se aparta del flujo del mundo y realiza un verdadero movimiento del alma.
A diferencia, si caminamos como Lehi, en un desierto oscuro, perdemos cualquier referencia que nos indique hacia dónde vamos. Igual que dos coches en paralelo en una autovía, podrán ir a 120Km/h, pero en su movimiento relativo, que es el que percibimos, estarán en reposo uno con otro. Así Lehi lo está con el paisaje.
Lo observamos más claramente en los movimientos de opinión. Una vez que estas en ellos dejas de moverte, porque lo que te rodea anula cualquier disidencia y sensación de movimiento.
Estar en movimiento sincronizado con el mundo es equivalente a detenernos en nuestro viaje hacia el árbol de la vida. Aun cuando parezca que nos movamos con frenesí, la resultante para nuestra alma es 0.
El impulso
Volvamos a situarnos en la perspectiva de nuestro viajero espacial. Aunque viajase a 56.000 Km/h, velocidad del Voyager 2, no tendría sensación de movimiento. Sin embargo si activa su mochila-propulsora para cambiar de dirección, entonces sentirá el golpe de fuerza en su espalda y las fuerzas centrífugas actuar sobre su cuerpo. Será consciente de su movimiento.
Ese momento se produce cuando Lehi activa su fe en Dios
«Y después de haber caminado en la obscuridad por el espacio de muchas horas, empecé a implorarle al Señor que tuviera misericordia de mí, de acuerdo con la multitud de sus tiernas misericordias.» (8)
La misericordia de Dios, que es para siempre (136), y nuestra esperanza son los propelentes del alma. Entonces se produce un movimiento real pues Lehi ve
«Y aconteció que después de haber orado al Señor, vi un campo grande y espacioso.» (9)
A partir de este momento comienza el desplazamiento de Lehi por la escena. Toma conciencia de su posición en relación a todos los elementos. Entiende por tanto el concepto de profundidad.
Como decía Einstein
“Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él. Por eso el universo de cada uno se resume al tamaño de su saber”
Es cuando Lehi recibe el impulso del Señor es cuando comienza el crecimiento del Universo observable para el movimiento del alma.
La profundidad la tercera dimensión.
Afortunadamente, en esta vida se puede vivir y ser feliz sin conocer el evangelio, tan grande es su misericordia. Los santos de los últimos días compartimos gozos y pesares semejantes a todas las personas porque su Sol sale para todos. No obstante, tenemos un concepto de profundidad del paisaje más extenso, y eso concede un gozo particular.
Lehi, después de comer el fruto, se percata de la existencia de un gran edificio.
«Y yo también dirigí la mirada alrededor, y vi del otro lado del río un edificio grande y espacioso que parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra.» (26)
En la medida que el alma avanza por el sendero hacia el árbol, se percata de los elementos del paisaje. Barra, sendero, río, fuente, edificio y árbol, los ve todos, porque su movimiento y velocidad es distinto al mundo. Si perdemos ese movimiento toda la escena se detiene y emborrona, porque nos unimos a su tiempo. Por eso cuando abandonamos el sendero del evangelio, dejamos de ver o movernos, en el lenguaje del alma.
Los que cayeron al río no se movían, pues estaban en reposo respecto a sus aguas.
Los que iban a tientas hacia el edificio, lo hacían como el astronauta, sin referencias y por tanto sin movimiento perceptible.
Los del edificio, sólo se movían en referencia a las paredes, por lo tanto estaban en reposo en relación al campo espacioso.
Solo los que caminaban por el sendero se movían en relación al mundo porque su punto de referencia es el árbol que ilumina la escena, éste les marca el Norte de ese campo espacioso. El marco absoluto de referencia en la escena es el árbol, que es Cristo, quien actúa como referencia del movimiento del alma.
De manera semejante, la luz es el marco de referencia de toda velocidad en el Universo porque su velocidad no es relativa sino absoluta. Todos los observadores en reposo o movimiento tendrán a la luz como una constante.
La única constante en la escena que ve Lehi es el árbol, todo lo demás es inestable, incluso el edificio «parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra.» (26)
Transitando en profundidad
En el sueño de Lehi, hay una comprensión completa de la escena mientras vas o estás junto al árbol. Para los demás solo hay escenas parciales que corresponden a sus intereses o accidentes. De hecho, los que están en el edificio, señalan con el dedo a los del árbol. Una forma de resumir toda la existencia en los pocos detalles que abarca un dedo.
Por eso los caminantes, dan nombre a las direcciones, porque saben que no todos los caminos conducen al lugar escogido de destino. Para el resto no importa esa orientación para espacios extensos.
Para nuestros jóvenes es difícil de mostrar esta paradoja. Ellos observan un mundo en constante cambio y se ven a sí mismos encastillados en creencias que ya no son populares. Cuando en realidad son ellos los que se mueven frente a un mundo estancado en un ídolo de oro, plata, bronce, hierro y barro. Son ellos los que transitan en la profundidad del campo espacioso ante los dedos de escarnio aprisionados en el edificio.
El tiempo y el movimiento del alma
El movimiento interno del alma sucede en espacios de pensamiento, opiniones, elecciones, creencias etc. Vamos a darles categorías de espacios, porque en ellos moramos y salimos, edificamos y perdemos.
En las escrituras leemos que el sendero que lleva a la vida eterna es estrecho y recto. Este es un movimiento no muy popular, salvo que tengamos claro a dónde queremos ir y…que llevemos algo de prisa.
Hace unos meses Nati y yo estuvimos en Pompeya y nuestra senda fue de todo menos recta. Pero claro era un viaje turístico. Salvo que te plantees la vida como tal cosa, lo mejor son los caminos rectos.
Presentemos el ejemplo que usa Brian Greene en su libro «El Universo elegante»
El protagonista del ejemplo, Slim, parte del Este a 160 km/h para recorrer 16 Km hasta la meta (Finish). Por lo tanto lo hace en 6 minutos. Pero como el Sol se pone en la meta,Oeste, su luz le molestaba y empezó a tardar más tiempo. La explicación era que Slim iba girando en un ángulo dirección Sur para esquivar la luz directa del Sol. Los últimos tres recorridos los hizo en 6.5, 7 y 7.5 minutos.
Su velocidad era la misma, pero su tiempo aumentaba. No hay nada misterioso en ello, pero hay un salto conceptual en el ejemplo cuando se consideran varios aspectos.
- A diferencia de la prueba normal, en los últimos tres recorridos la velocidad se reparte entre dos dimensiones, la inicial Este-Oeste y en la que deriva Norte-Sur. Como la velocidad no ha cambiado, lo que varía es el tiempo.
- El movimiento por tanto, no solo se comparte entre dimensiones espaciales sino también con el tiempo como una dimensión más.
- Cuando estamos en reposo todo el movimiento se realiza en el tiempo. Por lo tanto podemos hablar de viajar tanto en el tiempo como en el espacio.
En la naturaleza todos los movimientos se realizan de la manera más eficaz en el gasto del tiempo. Incluso en el movimiento de caída de Adán y Eva hay un principio de mínima acción.
La perspectiva única
En el sendero estrecho, junto a la barra, todo el movimiento transcurre en la dirección hacia el árbol, Sur-Norte y el tiempo no se comparte en movimientos hacia otros senderos o dimensiones. La elección hacia Cristo requiere dejar el arado y no volver la vista atrás o hacia los lados.
Mientras nos movemos por el sendero estrecho, percibimos una perspectiva única. Podemos contemplar el campo espacioso y discernir todos los elementos del paisaje y su posición en relación a nosotros. Mientras hacemos, eso comprobamos la profundidad en la vida y sus diferentes perspectivas gracias al movimiento que nos lleva a Cristo o el árbol.
Ese impulso, la esperanza y su misericordia, cambian nuestra vida, hacen que nos desprendamos del «main stream» o tendencia dominante.
Esa tendencia general del mundo, también busca la felicidad. Integra a todos los que están en ella, de una impresión de avance y cambio. Pero todo ese frenesí y anhelo de este mundo, es solo una desviación hacia el Sur. Siendo que, van aceleradamente hacia un destino, sin embargo, nunca llegan. Aun cuando mejoran los medios no mejora el fin perseguido y al final las almas se encuentran en reposo con un tiempo que pasa hacia ningún espacio en concreto.
La continuidad en la elección
El Señor con frecuencia nos dice
«Y además, quisiera que aprendieras que solo se salva aquel que persevera hasta el fin.» (DyC 53:7)
Está hablando de tiempo (persevera) y espacio (fin). Ese movimiento continuo hacia Cristo, no nos invita a acampar en ningún momento, sino que somos permanentes viajeros del espíritu. Díganme ¿hay alguno de ustedes, estimados lectores, que hayan llegado a la meta? Por lo tanto somos un pueblo de espíritus errantes. Sin caer en el fatalismo pero captando la intención de Jacob podemos decir
«que el tiempo se nos ha pasado, y nuestras vidas también han pasado como si fuera un sueño, pues somos un pueblo solitario y solemne, errantes, desterrados de Jerusalén, nacidos en la tribulación, en un desierto, y aborrecidos por nuestros hermanos…» (Jacob 7:26)
Mientras viajamos en el tiempo, en el movimiento hacia Cristo, vemos una perspectiva del espacio única en el mundo. Si te desvías por senderos extraños, has dejado tu patria. Porque la verdadera patria, es ese apremio del alma en busca de la verdad, que es innato, aparece en la vida de todos en un momento dado. Si cambias de rumbo su voz se debilita.
«Y vi innumerables concursos de gentes, muchas de las cuales se estaban apremiando a fin de llegar al sendero que conducía al árbol…» (21)
El sendero estrecho es de un solo sentido no de dos. No puedes volver sobre tus pasos porque se han consumido en el tiempo.
En ese espacio se encontraba Lehi cuando pidió las tiernas misericordias que tanto necesitaba en ese tiempo de oscuridad. Y recibió el empuje de la misericordia y la esperanza y ante él se desplegó el mundo y sus habitantes y vio y comprendió.
«Y aconteció que me adelanté y comí de su fruto; y percibí que era de lo más dulce, superior a todo cuanto yo había probado antes…» (11)
Al adelantarse, se despega de su antiguo mundo y comienza el viaje del alma.
Toda esta enseñanza es maravillosa y de gran conocimiento para nuestro entendimiento
Gracias Sandra, espero que los contenidos publicados en Teáncum te sirvan para deleitarte en el evangelio
Excelente trabajo!
Gracias Rosie. Agradecido de tu vsita a Teáncum, espero que te sea útil nuestros contenidos