El edificio grande y espacioso y sus movimientos.
Los movimientos hacia el edificio grande y espacioso son los de multitudes hacia una obra muerta. Van hacia un orden social que no es familiar. No avanzan hacia algo vivo, como el árbol sino hacia algo inerte como un edificio. No hay nada que los alimente al final de su ruta.
Casi todo el afán en nuestro mundo son por cosas inertes.
Contenidos
El movimiento a tientas y sus derivados
“Y vio otras multitudes que se dirigían a tientas hacia el grande y espacioso edificio.” (31)
Estos son los del campo espacioso, que no distinguen ningún resplandor en el Norte, son las personas que creen eso de no es razonable que venga tal ser como un Cristo. (Hel 16:18)
El constructor de ese edificio, no tiene interés en el bienestar de sus ocupantes. Sólo quiere evitar que lleguen al árbol los del sendero. Por dos razones.
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- El edificio es posterior al árbol y la barra. Estos ya estaban en su lugar como hemos visto anteriormente. Por lo tanto su ubicación es intencionadamente frontal al árbol.
- No protege ni orienta a sus inquilinos en llegar a él. Le son indiferentes las bajas producidas en el trayecto. Por lo tanto, el camino hasta el edificio no está urbanizado, el del árbol sí.[/su_note]
La maldad de su constructor es evidente, mientras eleva esa estructura, cava un profundo abismo por el que discurre el río de aguas inmundas.
No hay barra ni voz hasta el edificio. Nadie llama desde allí guiando a los caminantes que van a tientas y a cada uno le [toca] de acuerdo con su habilidad. El recorrido hasta llegar a él es largo, tanto como el sendero hasta el árbol. Ese edificio frente al árbol, no está en el mejor lugar, pero sí para escarnecer a los que comen. La manipulación de los que se dirigen hacia allí es cruel.
La libertad pretendida

No identifico a los que se dirigen allí con aquellos que trabajamos en nuestra prosperidad. Sino aquellos que son despojados de la luz y la verdad «por medio de la desobediencia, y a causa de las tradiciones de sus padres» (DyC 93:39)
A finales de los 70, aun se sentía la resaca del 68. La libertad era una palabra adorada por todos. Más en España que terminaba de salir de una dictadura. Un movimiento pendular en sentido contrario, hizo que las personas se movieran aceleradamente hacia la libertad. Se consideraba que la libertad era la ausencia de cualquier camino. Una forma de vivir desde cero.
Frecuentemente se la empezaba a ejercer con una de estas dos preguntas ¿Y por qué no? o ¿qué más da? Ahora han cambiado a frases enunciativas como “A mí me hace feliz” o la más avanzada “Si me hace feliz está bien” En ese explorar muchos fueron destruidos en el río de aguas inmundas.
Al compartir el evangelio, la palabra prohibición se presentaba cada dos frases que yo decía. Una senda estrecha con una barra, fuese a donde fuese, era una imposición insoportable. Era el tiempo de Silver Surfer, en España estela plateada. Este personaje simbolizaba al hombre libre. Aunque en realidad Silver Surfer respondía ante Galactus.
No se consideraba, entonces, que las sendas o las órbitas fuesen deseables. Y sin embargo, era un Universo, el de entonces, de multitudes de jóvenes, ancianos y adultos acercándose a un mismo edificio.
¡Estoy libre!

En los caminos hacia el edificio grande y espacioso, comprobamos que no existe el vacío. Cualquier persona de este sueño, haga lo que haga sigue un camino o sendero. Podemos elegir pero no podemos caminar sobre la nada.
La libertad es un campo estéril sin un albedrío inteligente. No podemos escapar del sueño de Lehi, no podemos huir, tenemos que escoger por qué sendero transitar. Esa libertad predicada en nuestro tiempo, desligada de caminos es un artificio.
Es la impresión que tenemos cuando vemos a la derecha, un gran espacio sin urbanizar, por donde transitan multitudes a tientas. Quizás una sensación de ser libres. Como aquel que después de asesinar a su hermano exclamó diciendo«Estoy libre; seguramente los rebaños de mi hermano caerán en mis manos.» (Moisés 5:33) pero con el seguro destino de precipitarse al río, de llegar al edificio o perderse en senderos extraños.
Ahora los padres no llaman a sus hijos a ningún árbol. Se sienten generosos y magníficos, cuando con ostentación ofrecen a sus retoños los anchos caminos de una planicie para un albedrío sin cultivo. Los he conocido de cerca, con una estética de pensamiento marcada por los tiempos del mundo y no por el alma verdadera de las cosas.
Ahora el tacto de una barra de hierro se considera en vez de una guía, una imposición. Acercarse al evangelio se les muestra como un riesgo de ser desintegrados en el disco de materia engullida por una singularidad.
Los movimientos fracasados

El movimiento a tientas hacia el edificio grande y espacioso, origina movimientos fracasados. Son aquellos que caen al río, presas del gran predador. Son las vidas perdidas no solo para el árbol de la vida sino para el edificio. Aquellos que se ahogan en el uso de una libertad sin un albedrío inteligente. Son la cosecha del adversario, quien encuentra placer en vengarse del Padre a través de la perdición de sus hijos. El alma se ahoga en la inmundicia porque es un medio contrario a su naturaleza y a la de la felicidad.
Los movimientos del Noroeste y el del Noreste, presenta una misma dirección. Así como la vida y la muerte también la tienen en la flecha del tiempo.
La vida es una “propuesta” muy exigente para la materia inerte. La vida es un sendero estrecho de requerimientos y leyes a las que la materia ha de aferrarse «de otra manera, no hay existencia» (DyC 93:30). Es un sendero estrecho para los átomos, ya que, la vida es una rareza y un logro increíble en el Universo.
Solo hay un camino para la síntesis del carbono y todas las estrellas usan esa solución. No hay otra barra ni sendero para las estrellas si quieren vivir.
La senda estrecha de las estrellas.
El sendero estrecho del carbono en las estrellas
4He + 4He ↔ 8Be
8Be + 4He ↔ 12C + γ + 7,367 MeV
«..la cual verdad brilla. Esta es la luz de Cristo. Como también él está en el sol, y es la luz del sol» (DyC 88:7)

La inteligencia o la luz de verdad, es una cima del paisaje y los caminos hasta su cumbre son estrechos. (DyC 93:29)
En la visión de Lehi se llega al conocimiento por un sendero estrecho a la izquierda y al escarnio por un ancho erial a nuestra derecha.
En este sentido podemos leer: “Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la exaltación y continuación de las vidas” (DyC 132:22) y mirar el sendero y la barra. Y después leer “Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a las muertes, y muchos son los que entran por ella” (DyC 132:25) y mirar a la derecha en dirección al edificio. Después sentarnos a reflexionar y disfrutar del privilegio de vivir en la plenitud del evangelio.
El edificio grande y espacioso
Y ¿qué esperábamos frente al árbol? ¿Una choza? ¿Al viejo desdentado de la montaña vociferando desde la ventana de una cabaña de troncos?

No, sino un prodigio que se alza como si estuviera en el aire. El edificio grande y espacioso, no se ha hecho de un día para otro, extrae sus materiales del abismo. Desafía las leyes de la naturaleza, muestra el ingenio y conocimiento del hombre. Es el brazo de la carne.
Nefi recibe aclaraciones de un ángel «Y el vasto y espacioso edificio que tu padre vio representa las vanas ilusiones y el orgullo de los hijos de los hombres.» (1 Nefi 12:18) El hombre lanza su bastón y se convierte en serpiente.
Leemos en el versículo 26, que era “…grande y espacioso que parecía erguirse en el aire, a gran altura de la tierra.” En la visión de Lehi es el único detalle antinatural. Todos los demás elementos encajan entre sí, no hay nada que contradiga las leyes de la naturaleza. No se sostiene sobre el suelo, sino en el aire.Por eso es un lugar fraudulento.
En contraste, los elementos que rodean a los que marchan por el sendero son sostenibles, sencillos, un sendero, una barra, un árbol que no está a gran altura sobre la tierra, sino plantado al nivel de los caminantes, su fruto. Todo es austero y sencillo. No hay artificiosidad. Por eso es un lugar condescendiente.
Aliados del río
La situación en el edificio grande y espacioso, no está pensada para la seguridad de aquellos que lo frecuentan, de hecho muchos de sus aspirantes se ahogan en el río y otros se pierden. Está ahí para afrentar a los caminantes que llegan al árbol. Aunque aquellos que lo habitan no sean conscientes de ello, participan en ese plan y este es avergonzar y hacer que desistan los que comen el fruto.
Al edificio no llega el vapor de tinieblas, no es necesario para el plan del río de aguas inmundas, porque ellos están donde tienen que estar. Ellos son aliados del rio y su vapor y eso requiere una contrapartida. Y esta es la de gozar de un argumentario y una situación de poder para escarnecer a los simples que comen del árbol. Ellos están elevados sobre la tierra, no pisan el terreno cercano a un simple árbol. Ellos tienen “…las vanas ilusiones y el orgullo de los hijos de los hombres” (18)
No se sienten confundidos por los vapores, son de convicciones fuertes. Han llegado al estado de perfecta colaboración del adversario del árbol.
Esta obra muerta se alimenta de los que entran pero solo entrega a cambio el orgullo y la vana ilusión de alzarse por encima del paisaje.
Su población singular
El versículo 27 es de gran contenido. Hemos de leerlo con mucho detenimiento.
“Y estaba lleno de personas, tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; y la ropa que vestían era excesivamente fina; y se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él.”

El edificio grande y espacioso, no es un hogar, no está pensado para familias. No hay padres, ni madres ni hijos. Se distinguen sus habitantes por su edad y sexo. Son individuos.
Grande y espacioso da a entender un lugar de multitudes compartiendo un mismo diseño de pensamiento. Al igual que un campo de fútbol, la amplitud es necesaria porque la actividad es compartida por miles de asistentes. Por un tiempo perdemos lo propio y nos sumamos a una multitud. Una vez finalizado el encuentro, cada uno vuelve a su casa, a su vida particular.
En el sueño de Lehi no se ve una ciudad, esos habitantes no dan la impresión que estén de paso, sino que pertenecen a ese lugar y absorben su arquitectura trasladándola a sus cuerpos mediante ropas excesivamente finas. Corroborando este detalle la ausencia de las generaciones de personas. Las que perfilan las edades y sus aspectos y se asocian a las edades del hombre. Tan necesarias para entender la vida desde tantos puntos de vista como proporciona la experiencia.
La actitud jocosa.

En el edificio grande y espacioso, hay personas de todas las edades y sexo, pero despojadas de sus tiempos y de la condición esperada en ellos por su edad, porque todos visten y piensan igual. Todos en una actitud mordaz.
Sugieren esas ropas finas, una adopción de valores, una obediencia a las normas del grande y espacioso edificio. Entran y adoptan los modos y usos, se convierten en sus habitantes y usan su ropa ceremonial.
Es el lugar del pensamiento único, es el mundo global del presente. Hoy la actitud abrasiva es común, los mayores renuncian a destilar sus razones (Job 29:21) y ser consejeros en las plazas. Hay una sumisión de los adultos al modo adolescente. Renuncian a la madurez porque presagia el aspecto de la vejez. Emulan la condición de ser joven, a la máxima aspiración. Ahora escucho hasta el aburrimiento, decir a esos mismos adultos, que la nueva generación sabe más que ellos.
¿Se puede ser más simple? Hasta el punto que veo a abuelos y a abuelas, justificar esas vestiduras excesivamente finas, tanto del cuerpo como del alma. Aprobar con gesto ceñudo y actitud altiva, la ausencia de matrimonio, de hijos y una renuncia apresurada a la costumbre. Se extiende la imagen moderna de padres colegas, madres amigas y abuelos roqueros.
El reinado de la tontería se asienta en nuestras plazas.
La investidura de la experiencia.
La renuncia a los roles antiguos, nos convierte cada vez más en personas, “tanto ancianas como jóvenes, hombres así como mujeres; [con] ropa excesivamente fina; y en [la misma actitud] “. Ropa semejante al apresurado delantal los primeros caminantes. Pensando que simplemente con eso podrían enfrentar un triste y solitario mundo caído.

La investidura de la experiencia y la edad es universal. Pero en el edificio, te despojan de todo y te visten de nuevo con una indumentaria inútil para el camino de vuelta al árbol. Por encima de la investidura de la edad y la experiencia está la ideología del edificio.
En contraste, bajo el árbol hay familias. En ella está el padre que llama, la madre protectora que guarda, los hijos que siguen, los hijos rebeldes que no, la preocupación por hábitos rectos para ellos. La búsqueda de un lugar mejor, la memoria de unos hacia otros. Bajo el árbol hay familias. Llegan vestidas con esa ropa de rectitud que la luz que brilla deposita en las generaciones.
En el edificio grande y espacioso, se generaliza la actitud de estar burlándose y señalando con el dedo (27). Actitud proviene del latín actitudo (obrar con frecuencia) también se relaciona con la postura del cuerpo y lo que transmite.
En el edificio las personas cumplen estos dos aspectos, burlarse y hacerlo usando su cuerpo. Esto nos sugiere que esa actitud de burla es un uso social, no algo esporádico.
Los dardos encendidos
Si bien en el tiempo de los primeros apóstoles, desde el edificio de la tiranía se usaban flechas, lanzas y espadas contra los que comían del fruto. Ahora en nuestro tiempo, se lanzan ideas, doctrinas y escarnio. Todo realizado, no por un cuerpo militar o policial, sino por una mayoría que ahonda en la esencia del vapor de tinieblas. Es una batalla, no de los derechos (por ahora) sino del intelecto, del alma y del sentimiento. Uno de ellos el de la vergüenza, equivalente al destierro romano.
Esos dardos encendidos no son los que encontramos en las tinieblas de abajo, las tentaciones del diablo que ciegan los ojos y endurecen el corazón de los hijos de los hombres. Son algo más elaborado, se puede disparar desde la punta de un dedo, con toda la potencia de una muchedumbre.
El dedo de escarnio

“…se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que habían llegado hasta el fruto y estaban comiendo de él.” (27)
En el versículo 33 Lehi nos dice en qué momento cambian “Y después de entrar en él nos señalaban con dedo de escarnio a mí y también a los que participaban del fruto…” (33) Ese es el momento de pasar de ser un simple caminante hacia el edificio grande y espacioso, a ser un activo colaborador desde sus ventanas y terrazas.
Lehi define cómo los señalaban: nos señalaban con dedo de escarnio. Escarnio significa Burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar (Diccionario R.A.E)
Nos encontramos con algo parecido al vapor de tinieblas en su intención de desviar. Pero en vez ser un vapor difuso, la acción se concentra en la punta de un dedo. Adquiere la consistencia y densidad de una punta de hierro.
Lehi expresa esto de forma particular. Tanto en Ingles como en español, la expresión no habla del dedo imaginario o sobreentendido de la burla o del escarnio. Sino habla de un dedo particular y real. El que pertenece a las manos de esas personas. Es decir la oposición real de las personas, no solo de las ideas.
Señalar es, crear una lanza puntiaguda, concentrar la atención de los observadores en un punto. Con la intensidad suficiente para traspasar el alma y hacerla desistir. Quieren impedir la ministración de la voz del sacerdocio.
Hombre no lo soy

En su ministerio, Cristo es el árbol y ningún vapor de tinieblas puede ocultar su luz. En su visión, Nefi lo identifica con el amor de Dios que se derrama sobre los hombres. Nada sino los afilados clavos en sus manos y en sus pies y la lanza en su costado puedo acabar con su ministerio durante su estancia en la tierra. Así mismo, nada puede con los que comen el fruto sino las afiladas lanzas del dedo de escarnio que los señalan.
El clamor desde allí, viene a decir: “no debéis llamar a nadie, ni hacer gestos guiando hacia el árbol, vuestro mensaje es privado no público” uno de los postulados del laicismo extremo. Porque ellos no llaman a nadie hacia el edificio, pero sí empujan hacia otro sitio que no sea el árbol. Sin embargo el sacerdocio ministra mediante la invitación, mediante el llamamiento.
La acción desde el edificio grande y espacioso se dirige a los que participaban del fruto. No les interesan ni los del campo espacioso ni de los que andaban por la senda. Solo escarnecen a los que han probado el fruto del árbol ¿por qué? Pues porque al árbol no llega el vapor de tinieblas de la misma forma que tampoco llegaban a Cristo las tinieblas del mundo.
La estrategia es señalarte con el dedo y decir “Tú también eres de ellos.” Y amedrentado por no tener donde guarecernos dar una respuesta como…“Hombre, no lo soy” (Lucas 22:58) o el equivalente en nuestro tiempo…“Hombre…depende”
El juicio desde el edificio.

Observar esos caminantes, aferrados a una barra, sortear las tinieblas y sus dardos. Verlos llegar y comer algo de un simple árbol, allí abajo. Eso, desde la altura del edificio grande y espacioso, es de gran simpleza, algo de locos visionarios.
Desde allí arriba el fruto es como los otros y el árbol uno más. Viendo este sueño podemos entender la vigilia de Lehi. Él abandonó Jerusalén y sus tesoros y sus multitudes para morar en un desierto alimentándose milagrosamente de un árbol…»el Señor nos bendijo otra vez con alimento, de modo que no perecimos.» (1 Nefi 16:39)
A menudo las burlas o comentarios desabridos que nos dirigen desde enfrente empiezan por esta frase; “Yo respeto todas las creencias pero…” Entendiendo ellos el respeto como una mera declaración. Sin embargo respeto viene del latín respectus (mirada atrás, volver a mirar) considerar lo que vemos y no quedarnos con la primera idea.
La actitud de escarnio es lo opuesto al respeto, porque cuando los del edificio señalan a los del árbol, solo ven un punto del paisaje y no el paisaje mismo. Por lo tanto son injustos y parciales, pues no entienden el apremio ni el adelantarse, ni la lucha con el vapor de tinieblas para el caminante del Noroeste. No comprenden el valor de llegar ni el gozo de comer.
Solo ven a través de una estrecha rendija lo incomprensible de unos seres agrícolas.
Un gesto débil
Normalmente cuando señalamos algo con el dedo no podremos explicar todo sobre el asunto. Es necesario gestos de más amplitud.
Casi todas las burlas o críticas que recibimos como santos de los últimos días provienen de un dedo que señala un aspecto puntual de la gran escena de la restauración. Tras esa crítica o burla no dudemos que está el dedo del escarnio y no un gesto amplio de respeto.
Bajo el árbol
“Y después de haber comido del fruto del árbol, miraron en derredor de ellos, como si se hallasen avergonzados…. y cayeron en senderos prohibidos y se perdieron.” (25, 28)

Algunos llegan al árbol y prueban de su fruto, pero se muestran avergonzados. Ni aún en este momento Lehi se da cuenta de lo que ocurre, lleva tiempo en la escena pero «su mente se hallaba absorta a tal grado en otras cosas que no vio la suciedad del agua.» (1 Nefi 15:27) Tampoco vio el edificio, Lehi era un observador absorto en detalles. Pero absorto ¿en qué otras cosas? Él mismo lo describe… era de lo más dulce y excedía a toda blancura. Lehi pensaba en el amor de Dios, en Cristo. Se deleitaba en esa experiencia
Cuando ve la actitud de estos avergonzados… «entonces yo también dirigí la mirada alrededor». Lehi está dedicado a la ministración del evangelio a su familia, en llamar en alta voz, esto le impide ocuparse demasiado en mirar al edificio.
La reverencia bajo el árbol

Lo llamativo es que están bajo el árbol comiendo su fruto y se avergüenzan. Bajo el árbol no es ya respeto, la palabra es reverencia. Porque no es una mesa cualquiera es la del Salvador. Y la comida es su cuerpo y su sangre.
La palabra reverencia viene del latín reverentia (temor respetuoso) Los que se avergüenzan demuestran una falta de reverencia hacia el árbol y ¡demasiado afán de agradar a los del edificio!
La falta de reverencia hacia el árbol hace que el orgullo desvíe a muchos hacia el edifico o al abismo. Pero ya son caminos prohibidos, parten de la ofensa a Dios. “Y cayeron en senderos prohibidos y se perdieron”(23) no dice senderos extraños.
Una vez que se prueba el fruto, se reciben las ordenanzas. Ese conocimiento convierte cualquier otro sendero en prohibido. Porque actuamos en contra de la luz recibida, la palabra se perdieron me sugiere una clase de perdición distinta a los que lo hicieron desde el sendero, estos lo hicieron en caminos extraños. Aquellos apostataron.
Korihor y su falta de reverencia
Desde el edificio grande y espacioso, Korihor le pide a Alma: “Si me muestras una señal para que me convenza de que hay un Dios, sí, muéstrame que tiene poder, y entonces quedaré convencido de la verdad de tus palabras” (Alma 30:43). El pide que muestre un poder semejante al de erigir un edificio singular que se eleve en el aire, al otro lado de la orilla.
Sin embargo Alma dirige la atención de Korihor hacia la barra y el sendero… “tienes el testimonio de todos estos tus hermanos, y también de todos los santos profetas. Las Escrituras están delante de ti; sí, y todas las cosas indican que hay un Dios” (Alma 30:43-45). Simplemente le muestra un sendero junto a una barra de hierro. Le pide que deje de señalar y observe la amplitud del paisaje. Le pide que respete, que mire con más cuidado.
Los que se postran

Por último Lehi nos habla de otros que no se avergonzaron sino que confesaron a Cristo
“…él vio otras multitudes que avanzaban; y llegaron y se agarraron del extremo de la barra de hierro; y siguieron hacia adelante, asidos constantemente a la barra de hierro, hasta que llegaron, y se postraron, y comieron del fruto del árbol. (1 Nefi 8:30)
Éstos últimos que comieron del árbol, se postraron, sin importar las burlas que de seguro estaban recibiendo. Al llegar, no miraron en derredor de ellos, como si se hallasen avergonzados sino que mostraron a los del edificio su firme decisión haciendo algo más que comer. Testificar, proclamar con su gesto, es decir sus actos, el agradecimiento que sentían por estar ahí. Estos testificaron con su gesto (no combatiendo) que el gozo del amor de Dios es mayor que el escarnio y el dedo que lo lanza.
Nefi concluye el relato de la visión de su padre con una declaración clara y tajante, “Éstas son las palabras de mi padre: Pues todos los que les hicieron caso se perdieron.” (34)
El viaje de Alma

Hemos hecho una aproximación espacial a esta visión, extrayendo de ella lo que hemos visto.
Podríamos acercarnos a ella desde una esquina del edificio tal como Alma hijo hizo, y entender sus palabras, cuando dijo “Y al concentrarse mi mente en este pensamiento, clamé dentro de mi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que estoy en la hiel de amargura, y ceñido con las eternas cadenas de la muerte! (Alma 36:18)
La misma súplica que Lehi, al atravesar el desierto oscuro y lúgubre.
Alma salió del edificio y tuvo que soportar el paso por el profundo abismo de aguas inmundas. Pero no lo hizo como el que se precipita a la destrucción, él se arrepentía. Él era guiado por la voz del padre. Su hombre del manto blanco, que no pudo impedir, la necesidad de pasar por el río para llegar al árbol. La voz de su padre le llegó desde su infancia, quizás desde una escena familiar, donde un indiferente Alma lo escuchaba con la vista puesta en otro lugar.
Tal poder tiene la ministración desde el árbol, que es capaz de llegar a lo profundo y oscuro. Aliada, la memoria, obra en el interior del joven Alma el milagro, ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí! El mismo que se produjo en su padre.
El que se puede producir en cada uno de nosotros.
Una invitación
Estimado lector finalizamos la serie sobre el sueño de Lehi. Te invito a comentar tus impresiones acerca de este sueño maravilloso. ¿Algún aspecto nuevo? Siempre estas invitado a participar en teancum
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En el próximo artículo «Los cuerpos glorificados y su hardware» veremos la sección 88 de DyC. El Profeta la designó como la “‘hoja de olivo’… «tomada del Árbol del Paraíso, el mensaje de paz del Señor a nosotros”.
Artículos del proyecto «El sueño de Lehi» |
(1) El sueño de Lehi, el caminante |
(2) Las entrañables misericordias en el sueño de Lehi |
(3) Árbol de la vida, el padre y la madre en el sueño de Lehi |
(4) Mapa del sueño de Lehi caminando hacia el árbol |
(5) La barra de hierro y el sendero en el sueño de Lehi |
(6) El edificio grande y espacioso en el sueño de Lehi |
Me Encantan todos los relatos de teancum, me ha dado una nueva visión del plan de salvación, me deleitó en sus relatos, me aclara muchas escrituras, muchas gracias
Gracias Miguel, si en algo servimos de ayuda, esa es la razón para seguir esforzándonos en cada publicación. Detrás de cada una de ellas esta siempre el estudio personal de las escrituras