sábado, febrero 1, 2025
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Cristo el centro de gravedad permanente

La vida no prospera en la incertidumbre, así como los planetas, necesitamos la regularidad de una órbita estable. Cristo el centro de gravedad permanente

 

Los retablos y frescos de las iglesias representan el cosmos de sus culturas. En esa expansión artística se intenta representar el mundo con madera y pintura. El creyente, cuando contempla la obra, se sumerge en una muestra del orden del mundo bajo la dirección divina. Siendo en todas ellas, Cristo el centro de gravedad, todo ese orden de las cosas se transfiere al interior del que observa, dando sentido a los avatares de la vida cuando carecen de un por qué.

Cristo el centro de gravedad
Retablo mayor de la catedral de San Antolín. Palencia. Siglo XVI.

Vivimos en un tiempo de incredulidad en Dios, sin embargo no desaparece nuestra necesidad de sus funciones de padre y creador. La diferencia es que se han mecanizado, así como en el presente, sentir como humano se reduce a los procesos químicos de una máquina biológica. De esa forma, se atribuye al gran espíritu de la selección natural nuestra existencia y a los átomos y sus leyes el lienzo y la madera donde todo se plasma. Es, de nuevo un retablo hecho de ecuaciones, ininteligible para el común tal como el latín oscurecía la religión para el vulgo.

Aprendemos de esto, que nuestra constitución profunda es tan estable como los átomos que nos forman. La ambición moderna de crear un nuevo hombre, solo consigue cambiar sus vestiduras. Sin embargo, el Universo es terco en sus hechos y cualquier órbita de la historia no cambia su centro de rotación que es hallar al hombre de santidad, el que nos apartó del árbol de la vida.

El nuevo Génesis

La teoría del Big Bang ha sido parte de mi retablo desde joven y creo identificar la perturbación que ha supuesto para mí. Cuando tenía trece años la encontré por primer vez en un libro de Joachim Herrmann sobre astronomía de 1968. Solo en la última página figuraba una mención a esta teoría y lo hacía de forma breve y superficial, no empleando el término Biga Bang.
Ya entonces, la teoría de la relatividad, nos presentaba conceptos nuevos para espacio, tiempo, movimiento, masa y energía. De vez en cuando necesito repasar estas ideas para que mi sentido común no las sepulte bajo la experiencia cotidiana. Mantener ese nuevo Génesis requiere un esfuerzo constante

Cristo el centro de gravedad
Escala de Plank

En el mundo subatómico, como distancia mínima, menciona Herrmann el radio del electrón, tiempo mínimo el que tarda la luz en recorrer su diámetro y como masa elemental la del protón. Yo podía imaginar estos elementos como bolitas y rayos de luz, por lo tanto los integraba en la imagen del mundo que iba tallando.
Hoy se considera como mínima distancia, masa y tiempo las que figuran en la escala de Planck. Lo diminuto de estas medidas está fuera de la comprensión humana y en contra de nuestro sentido común, son inimaginables. Nadie, ni siquiera los físicos más avanzados entienden ese mundo cuántico. Representarlos mentalmente para hacerlos significativos en nuestra vida es tarea imposible.

“Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica”.

Ésta es una de las citas más frecuentes de Richard Feynman, uno de los mayores expertos en esta materia y tiene plena vigencia hoy día

A medida que me hago mayor, lo hace también la cosmología componiendo un retablo que transmite el devenir de las estrellas igual que el de las cosechas. En la nueva geometría del espacio, la muerte alcanza al Universo y toda la poesía de sus imágenes esconden la gloria de la hierba del campo.

«Y si la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, Dios la viste así…» (Mt. 6:30)

La tarea impuesta

En 1985 escuchaba la canción de Franco Battiato «Centro de gravedad permanente» donde ese místico maravilloso de la canción, describía perfectamente lo que yo había buscado toda mi vida y que en aquellas fechas se iba integrando en un gran retablo. La restauración del evangelio, la ciencia y el mundo, como placas tectónicas, provocaban fricciones y ruidos estrepitosos dentro de mi alma. Yo solo esperaba que se formase algún día, un lugar de tierra seca donde morar.

Ya en mi juventud me impuse la tarea de conciliar cada conocimiento que adquiriese en un gran conjunto junto a la restauración del evangelio, a pesar de las aparentes contradicciones. Tarea que me ha seguido en mi edad madura, perviviendo este empeño juvenil, hasta teáncum.

Cristo el centro de gravedad permanente

Cuando hice el servicio militar en la marina, tenía junto a mi litera, un poster de la ordenación de José Smith al sacerdocio de manos de Pedro, Santiago y Juan. Era una imagen totalmente fuera de contexto con lo que había alrededor. Créanme.
Pero esa imagen correspondía a un hecho ocurrido en 1829 y no a una mera opinión. Se podría decir de aquel suceso, que fue verdad o mentira, pero no ambas cosas a la vez.

Cristo el centro de gravedadEse es el poder de la restauración, sus hechos declarados. La primera visión, las llaves del sacerdocio y la salida a luz del Libro de Mormón, toda la catarata de visitas del otro lado del velo. Y más aún, el imponente paisaje doctrinal y organizativo concatenado con esos hechos, como una consecuencia natural de ellos. Todo ello forma un cuerpo masivo que atrae con un tirón gravitatorio a la mente de quien busca la verdad con corazón contrito.

Cúmulo globular de Hércules

Toda la restauración es un sistema autoestable. Tiene tal equilibrio en sus hechos y doctrina que se asemeja un cúmulo globular de estrellas, el ejemplo más impresionante de equilibrio y conocimiento.

Sin embargo, eso es parte de algo más profundo y simple que es el temor de Jehová

Como David, todos deseamos volar a un lugar seguro y descansar.

Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma !Volaría yo y descansaría.
Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto.
Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad.
(Sal. 55:6)

La vida no puede prosperar en la incertidumbre, así como los planetas, necesitamos la regularidad de una órbita estable. Para mí, en ese tiempo, la declaración de los hechos en la restauración conformaron el centro donde yo orbitaba con alas de paloma. A veces en el desierto de la soledad o en la borrasca de la desesperanza formada por el oscuro retablo de un materialismo rampante a mi alrededor.

Yo tendría catorce años y ya experimentaba la angustia de un mundo borrascoso y la tempestad del materialismo. Esas impresiones, en alguien de esa edad, son para tener muy en cuenta. Nacen de forma incontaminada en un alma incipiente, no maleada. Por lo tanto es una percepción limpia, carente de perturbaciones.

La influencia de su reino

De la misma forma que la gravedad nos atrae hacia el centro de la Tierra, el afán de percibir la vida es la fuerza que nos mantiene vivos sobre ella.
La gravedad, según la relatividad, es el alabeo o deformación que produce una masa en el espacio tiempo. Esta deformación marca el camino que siguen los objetos en el espacio. Veremos esto con detalle porque es una muestra de la influencia del reino de los cielos en nuestra existencia.

Cristo centro de gravedadAntes de Einstein (a), el espacio era un escenario neutro donde se desarrollaban los sucesos. El tiempo y el espacio era independientes de los objetos y sus velocidades.
En la relatividad general Einstein desentraña el origen de la gravedad.
Reduciendo el espacio a dos dimensiones, (ancho y largo) para poder entenderlo mejor, vemos que en la ausencia de masa, energía o movimientos acelerados (todos ellos equivalentes) el Universo sería plano.

Como en nuestro ejemplo anterior, sin la Tierra, todos flotaríamos en el espacio (a), porque éste sería plano. De forma parecida, una bola en una mesa con pendiente 0, está en reposo porque en su espacio no hay pendiente que produzca movimiento. Einstein descubrió que la gravedad es una deformación en el espacio-tiempo provocada por la materia (b).

El espacio del alma

El principio anterior es equivalente para el alma, porque ella pertenece al espacio-tiempo que Dios organizó. En las escrituras podemos detectar las ondulaciones del espacio del alma, quien de ninguna manera habita en uno plano.

«el cual castigo que se ha fijado se halla en oposición a la felicidad que se ha fijado, para cumplir los fines de la expiación;
porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas.» (2 Nefi 2:10-11)

Una oposición es un desequilibrio entre partes y esto provoca movimiento o dicho de otra forma crea una elección.
El plan de salvación, que además de la salvación, incluye todo el entramado de la vida, provee de una gravedad espiritual al ser humano. Del espacio plano de Edén pasamos al movimiento acelerado de la caída. El adversario, la justicia, la luz de la verdad, la luz que brilla, la expiación o el el albedrío, todos esos actores alteran el espacio plano de Edén, que es el reposo o la ingravidez. Pero todos ellos

«…ruedan sobre sus alas en su gloria, en medio del poder de Dios.» (DyC 88:45)

Acostumbrados, como estamos a tratar con estos elementos, no percibimos la delicada trama que proveen a nuestra mente de un sitio donde morar.

Cristo centro de gravedadPor ejemplo, el principio de justicia tiene su centro de gravedad en el Padre Celestial, o en un plano más básico, en la creencia en Dios. Por lo tanto la justicia se manifiesta en nuestra alma como deseable, a causa de la influencia divina. La presencia del Padre, altera o alabea el espacio moral por el que el alma transita.
Cuando el hombre trata de desvincular la justicia de su origen, las leyes resultantes escapan de cualquier órbita y se rigen por movimientos desordenados, sin punto de referencia. Cada cual responde a su propio concepto de lo justo y a cada momento le corresponde una dirección distinta.

Cuando una sociedad, como la nuestra, va desechando a su creador, las leyes se vuelven absurdas y arbitrarias. Responden a los afanes del momento, cada vez más cortos y a la larga no se adivina órbita alguna alguna ni un centro de gravedad permanente. Las personas, entonces, se adentran en el espacio oscuro de lo impredecible. El sentido común deja de regir en los aspectos, que antes eran de su dominio.

Los senderos extraños

La escala en la que siempre hemos entendido el alma y el mundo es la humana. Protágoras decía que «El hombre es la medida de todas las cosas» sin embargo la tendencia a reducirlo, a considerarlo como la suma de órganos, tejidos, moléculas y átomos lo ha convertido en un consumidor de definiciones.

Ahora la política y los movimientos sociales las procuran, están ocupando el lugar de la religión y la filosofía. Los movimientos woke, identitarios, ecologistas extremos, feministas radicales, animalistas, movimiento okupa, antiglobalización, ideología de género…etc crean creyentes. Se originan en situaciones reales, sin embargo pronto mutan perdiendo sus proporciones. Usurpan aspectos espirituales con creencias y la fe en sus postulados. No es extraño su existencia, lo extraño es que desplacen a la la fe, de Dios y sustituyan a la razón, como directora del pensamiento, en favor de la emoción como directora del comportamiento. Este tiempo que vivimos es emotivo en exceso.

Ese camino de atomizar al hombre, nos lleva a lo que Feynman decía de la mecánica cuántica.

«La mecánica cuántica describe la naturaleza como algo absurdo desde el punto de vista del sentido común. Pero concuerda plenamente con las pruebas experimentales»

Lo que señalo es que si abandonamos a Dios como centro de la vida del alma, entonces escogemos cualquier otra cosa para orbitar en ella, aunque concuerde con pruebas experimentales, de seguro nos llevará al absurdo.
Hay muchos que, diciendo creer solo en lo que ven, creen en los multiversos pero no en Dios. De forma que, acusando de absurda la fe en un creador, se entregan a una descripción absurda de la naturaleza, que, aunque concuerde con algunos hechos, no aporta sentido a la franja del mundo donde viven.

Explicar nuestra humanidad como una suma de reacciones químicas es el paso previo para hacer del absurdo lo cotidiano, aunque esas reacciones concuerden con los hecho. Alejarnos de aquel que creó un espacio para morar nos hace perder sus proporciones.

El Dios providente

Decía Chesterton «Cuando se deja de creer en Dios enseguida se cree en cualquier cosa.»
Por lo tanto cuando leemos

«…Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar» (Abraham 3:24)

Esa tierra es mucho más que unos materiales compuestos de átomos o donde solo nos alimentemos de pan. Todo lo que existe es una gran construcción para proveer un entorno apropiado para el alma y la mente. Cuando Alma afirma que

«y todas las cosas indican que hay un Dios, sí, aun la tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su movimiento, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo.» (Alma 30:44)

Podríamos añadir que la propia realidad en cada detalle, delata el extenso trabajo de los dioses que descendieron a organizar aquella materia primera. El ser humano es por naturaleza religioso, y ese impulso no lo adquiere aquí, ya lo traemos de origen.
Cuanto más se alejan las personas de las leyes divinas, más se corrompen las leyes humanas. Sin embargo, aunque solo haya un rastro de los principios de verdad, eso es suficiente para sostener a los pueblos en el sendero de la prosperidad. Tal es el poder que tienen sus preceptos.

Mi Salvador

En su misericordia el Señor sabe esperar en las estaciones del alma. Porque ciertamente en el transcurso de la vida pasamos por ellas. La inclinación del plan de salvación en relación a la rotación del mundo, hace que estemos en el mundo pero que no seamos del mundo. Esa desviación angular del común sentir de la humanidad, nos hace experimentar el paso del tiempo con una sensibilidad especial.

Cristo centro de gravedadEn su bondad y compasión, el torbellino de las ideas de la juventud, las pasiones del conocimiento, van agostándose para dar paso a una primavera especial a medida que envejecemos. Tal como Pablo decía

«Por tanto, no desfallecemos; antes bien, aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior, sin embargo, se renueva de día en día.» (2 Cor. 4:16)

Afinando la trayectoria en el discipulado, nos damos cuenta que el punto central de nuestra vida, alrededor del cual gira todo, es el temor de Jehová, la fe y el arrepentimiento. Ese conocimiento es tan extraño, en nuestro entorno, como lo era el poster de mi litera en el barco donde servía.
Pero es un hecho que sostiene todo nuestro ser mientras aviva el alma. Entonces nos unimos en una misma danza cósmica mientras

«La tierra rueda sobre sus alas, y el sol da su luz de día, y la luna da su luz de noche, y las estrellas también dan su luz, a medida que ruedan sobre sus alas en su gloria, en medio del poder de Dios.» (DyC 88:45)

La órbita de Cristo

Descubrimos entonces que el arrepentimiento con fe en Jesucristo, consume la ignorancia tal como el fuego lo hacía con la ofrenda del altar. Así, en el vacío del que entrega su voluntad a Cristo emerge la indestructible esperanza. Esta se extiende más allá de nuestra vista y cantarina, nos habla de nuevos paisajes animándonos a seguir. Venga vamos!!!…dice mientras nos señala el camino.

Hay espíritus en los que lo incomprensible representa un acicate. El temor de Jehová es la reverencia que produce su presencia central. Aceptarlo como eje de nuestro movimiento, requiere todo lo que somos. Ningún cuerpo orbita con parte de su masa, sino que todo lo que es, conforma la elipse cuyo centro es la estrella. Cuando somete su voluntad a esa gran presencia, que es su estrella, entonces encuentra su lugar en el cosmos. Donde todo se equilibra y tiene su ser. Cristo centro de gravedad

Nuestro Padre y su Hijo son nuestro Sol. Aliviada el alma de sus cargas gracias a la expiación del Salvador, encuentra su verdadero lugar en el Cosmos. No todas las órbitas son propicias para la vida, algunas de ellas albergan mundos yermos y otras mundos en espera. No todos los retablos sirven para la vida del alma, contemplar algunos provee conocimiento pero no el espacio que el alma necesita para volar. El mundo y su materialismo constriñe su espacio y le regaña si extiende sus alas.
¿A dónde vas? – le dicen – ¿es que eres un pájaro?

La preciada órbita de la fe en Cristo y el arrepentimiento proveen las coordenadas exactas tal como las tuvo la Tierra para recibir su llamamiento y exaltación.


Franco Battiato «Centro de gravedad permanente»

 

6 COMENTARIOS

  1. los hechos declarados o los frutos del evangelio restaurado. en este articulo encontre muchas cosas que que habia recibido anteriormente esto es otra confirmacion mas de que mis impresiones estan en armonia con las de alguien mas o los dos estamos locos como lo llamaria el hombre natural. y algunas de las fotos que pones en los articulos dicen mas que mil palabras. esta ultima me gusto mucho porque es casi igual a una que tuve en suenos. Gracias David

  2. Muchas gracias David! Me han gustado mucho todas tu reflexiones, me hacen pensar a mí también ☺️
    Yo pensé en Franco Battiato en cuanto leí el título, a mi madre además le encanta( iba a decir le encantaba, pero desde el otro lado del velo seguro que le sigue gustando 😌)y a mí también.
    Gracias por compartir siempre con todos los que te seguimos y apreciamos.
    Un abrazo!

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