—Extracto de la novela Los palacios de Kólob.
Continuamos con las consecuencias del rechazo de Aribel (Lucifer) decidido en el concilio de los cielos. Kozam describe los movimientos de los seguidores del plan de salvación, dispuestos a la rebelión contra el plan de las casas. Continuación del anterior La rebelión de los cielos. —
En la escuela de los encajes
Recibimos al día siguiente la orden de reunirnos en la sede de nuestra escuela. Acudieron todas las secciones con sus grupos. Todos formados de manera impecable. Pero algo fallaba, había muchos huecos, no todos acudieron y podía verse la consternación de muchos líderes de grupos y jefes de secciones al comprobar cómo aquella doctrina extraña había agujereado lo siempre fue la imagen compacta y perfecta de la escuela de los encajes. Pensar que las escuelas eran la élite de Kólob nos hacía temer lo peor al trasladar la situación a la población en general. Un murmullo de fondo acompañaba a toda esta escena. Hasta que Halim–Bean, el director, tomó la palabra y pidió silencio.
—Estimados oficiales de la escuela de los encajes, nos reunimos hoy aquí por una cuestión delicada y de consecuencias graves para todos nosotros. Imagino que sabréis los últimos acontecimientos en Middiani, la rebelión del movimiento de salvación y la consiguiente alteración del orden en Kólob. Sé que todos estáis confusos sobre qué derrotero tomarán las cosas a partir de ahora.
Bien, os diré algo: no nos instalaremos en la polémica ni pasaremos este tiempo en la elucubración. A partir de éste momento se completaran los huecos que haya en los equipos y secciones. Cada sección formará escuadrones de cincuenta equipos a su vez organizados en diez grupos de cinco equipos. A partir de este momento la situación es de alerta. Se suspenden todos los trabajos de alteración y las salas de creación permanecerán cerradas. Las instrucciones se comunicaran a través de la línea de costumbre.
La dirección de las prácticas de las secciones y equipos correrán directamente a cargo de los densos asignados a nuestra escuela. Tendremos información más adelante, por ahora esto es todo.
Los seres densos
Los seres densos fueron implacables con nosotros. Nos decían que iban a ser tiempos duros, donde íbamos a tener que templar nuestras almas. Ellos sabían que la batalla sería sin piedad. Nos acostumbramos a usar unas plataformas en las que cinco equipos podían situarse a cualquier altura. No eran necesarias, pues nuestra naturaleza liviana podía trasladarse en cualquier dirección, pero daban referencia exacta de nuestra posición y por lo tanto mostraban la ubicación exacta de los grupos y escuadrones.
Una vez que los movimientos fueron coordinados y adoptamos las nuevas formaciones como las rutinarías, empezamos a entender cuál era el objetivo de todo esto.
Empecé a darme cuenta que el ejemplo de Daryzade–Thur se acercaba cada vez más a nuestra situación y eso me atenazaba. Templar mi alma con la idea de expulsar a mis hermanos de Kólob a un lugar oscuro y hostil, me hacía temblar como una hoja de álamo al viento. No sólo se trataba de expulsarlos sino que perderían el primer estado y no accederían jamás al segundo, es decir no adquirir un cuerpo denso. Me fallaban las rodillas y se debilitaban mis coyunturas, cuando pensaba en eso. Me parecía cruel y extremado. Hasta tal punto me acongojaba esta situación, que solicité hablar con Zhia–Couji, el ser denso asignado a nuestro escuadrón.
No sabía si su conversación iba a ser cálida y agradable como en la ocasión en que hable con Toban. Las circunstancias no propiciaban las delicadezas y se esperaba de nosotros la máxima disciplina y determinación.
Zhia–Couji
Me citó en los jardines de la escuela de los encajes, en una glorieta dedicada a la verdad. Rodeada de majestuosos cipreses, alfombrada del césped más verde que pudiera imaginar. Una fuente en forma de llama ascendente y realizada en piedra roja, elevaba el agua a semejanza de fuegos danzantes. Todo ello elaborado con un esmero asombroso.
Para mi sorpresa, no estaba sólo, había un grupo de unos quince o veinte oficiales alteradores. Al parecer no era el único con escrúpulos ante la tarea que se vislumbraba.
La apariencia de Zhia-Couji era en extremo intimidatoria, su expresión disuadía de hacerle perder el tiempo y si hacía alguna pregunta, cosa que empezaba a descartar, debería ser muy meditada.
— Oficiales de Silam, he aceptado resolver las dudas que podáis formular antes de que las circunstancias os hagan desmayar. Pero habéis de saber que cuanto más conocimiento más se os requerirá. Saber no es gratuito.
El silencio se formó a su alrededor, nadie se atrevía a formular la pregunta que, supongo, todos teníamos. Y en tal escena, siempre surge lo mejor de mí, no podía evitarlo. Corina me censuraba a menudo, decía que si me colaba en cualquier conversación, por grande que fuera, yo iría instintivamente al centro.
— Estimado maestro Zhia-Couji, soy Kozam de la casa Jana, gracias a la hospitalidad de la madre Silam tengo el honor de oficiar como alterador en la escuela de los encajes, grupo de Misón. Hablo en mi nombre solo, aunque quizás alguno de mis hermanos compartan mi pregunta. ¿Por qué expulsar al movimiento de salvación de Kólob? Podemos vencerlos simplemente y desposeerlos del derecho a ir al segundo estado ¿Por qué llegar al extremo tan doloroso para todos de expulsarlos a Shadoom? Ellos han hecho grandes cosas por nuestro arco ¿no tendremos memoria de ello?
Una pregunta para Zhia-Couji
Zhia-Couji, meditó durante un momento y se dispuso a contestar. Hablar con uno de los densos siempre era una experiencia impactante. Casi podía considerarse la aparición de un fenómeno inexplicable, pues veíamos a la materia densa adoptar la apariencia real y perfecta de un alma, en una unidad enigmática. Es difícil de explicar nuestra admiración al ver al alguien dominar dos estados al mismo tiempo sin esfuerzo, como una extensión de su naturaleza.
— Tu pregunta, Kozam de la casa Jana, es correcta. Excepto en un punto: no sé si me estimaras próximamente. Os haré descubrir y dominar, espero, una faceta vuestra, que no conocéis y que está latente en vuestro interior.
Nos dio la espalda y miro a la copa de los cipreses que murmuraban en lo alto movidos por el viento. Al cabo de unos segundos se volvió con rapidez hacia nosotros y preguntó.
— ¿Qué es la verdad?
La pregunta no era para contestar, era para que pensáramos. Después de unos instantes siguió hablando con las manos a la espalda dando cortos pasos de izquierda a derecha.
— La verdad engloba cuatro cosas distintas entre sí. Es conocimiento pasado, presente y futuro. La verdad es luz, porque ilumina. También es el entendimiento de las cosas. La verdad es su comprensión, es decir el orden en nuestra mente. Pero, entre sus propiedades, hemos de distinguir entre el conocimiento y la luz. Si como he dicho antes la verdad es conocimiento y la verdad es luz ¿Qué es la luz?
De nuevo nos dio la espalda y dejos transcurrir un corto tiempo al cabo del cual se volvió con energía
Qué es la luz
— Aunque el conocimiento está emparentado con la luz, y pertenecen ambos a la familia de la verdad, no son lo mismo. La luz es claridad en el conocimiento, por eso la luz vivifica nuestro entendimiento de las cosas, la luz es el medio por el que conocemos las cosas, de lo contrario, aunque estas cosas existieran verdaderamente, no podríamos conocerlas. La luz que brilla y alumbra, viene por medio del que ilumina vuestros ojos, es la misma luz que vivifica vuestro entendimiento. Esa luz procede la presencia del Gran Gnolaum para llenar la inmensidad del espacio (1)
La luz es el poder del Padre, por ella, organiza las inteligencias y la materia por eso la gloria de nuestro linaje es la inteligencia o luz y verdad. Su luz ilumina al oscuro océano y este acude presuroso porque lo alumbra.
Así ocurre con nosotros, En cierta forma, somos como un pequeño oscuro océano, que se acerca al más grande para recibir verdad y luz. Pero el primer paso es la obediencia. Si, incluso el oscuro, se sujeta a los pactos y no los traspasa en las playas ¿no deberíamos hacerlo nosotros también?
Zhia-Couji se estaba tomando muchas molestias para contestar a mi pregunta, pero estaba claro que respondiendo en ese lugar se multiplicaría su efecto en poco tiempo.
— Recordad la primera enseñanza que recibisteis en vuestra primera terraza, la de la posición “El que guarda sus mandamientos, recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas (2) una cosa lleva a la otra. Esa palabra, hasta, prolonga el proceso y hace necesario ir a los lugares densos. Así que vemos que partiendo de la obediencia se recibe verdad y luz y tened en cuenta que son cosas distintas.
Nuestra naturaleza
Zhia-Couji, se detuvo y miró a los altos cipreses que parecían comunicar con el cielo de Kólob sus impresiones de lo que se hablaba. Sus manos a la espalda, le hacían parecer concentrado en lo que decía. Mucho de lo cual no entendí hasta mucho después. Quizás algo tarde.
— …pero hay algo que no comprendéis todavía plenamente. Pero habéis de creerlo porque así se os ha enseñado. La verdad y la luz son independientes para obrar por sí mismas, así como la inteligencia. De lo contrario no habría existencia (3). Nosotros, la descendencia del Gran Gnolaum, salimos del oscuro con vocación de poder y gloria. Nuestra naturaleza es la de organizar, crear y gobernar. Pero antes hay que obedecer, recibir y crecer en la luz y verdad. Pero amigos míos, ellas dos son independientes, no pueden ser obligadas. Tienen su particular libre albedrío. El cual es anterior a todos los linajes y no puede ser creada ni hecha, al igual que la inteligencia.
Cuando pasasteis por la ventana de la inteligencia, hace ya de eso mucho. Fuisteis dotados de una porción de esa luz y verdad, pues obedecisteis el convenio de las premisas, pero si desecháis la luz a causa de vuestra desobediencia, esta os abandonará y la verdad será oscuridad a vuestros ojos, decidme entonces ¿obligareis a la luz y la verdad a conduciros hasta la gloria y el poder?
Zhia-Couji adquirió un semblante grave y pensativo. Tenía bajo su influencia a muchos que ahora estaban en Middiani. Todos habíamos sufrido pérdidas de amigos a los que admirábamos y queríamos.
— …¿por qué expulsar al movimiento de salvación de Kólob?
Se volvió de nuevo hacia los cipreses de su espalda, dando la impresión de recibir instrucciones de ellos. Sin embargo yo presentía de un dolor sólido residente en su interior.
El atajo de Aribel
— … Aribel quiere un atajo para llegar al poder y la gloria, pero sin pasar por la obediencia, esa de la que él hace tanta gala al darle categoría de eje rector. Quiere que el Padre le dé su poder y gloria, pero olvida que ese poder y gloria se sustenta en la luz y la verdad y ellas no pueden ser gobernadas sino por persuasión, longanimidad y amor sincero, nunca por compulsión. Por lo tanto él y todos los que lo acompañan en ese movimiento de caída al abismo, corren el peligro de perder esa luz que ilumina a todo ser que viene a Kólob y entrar en rebelión manifiesta.
Una vez que eso ocurre no hay salida, no hay vuelta atrás. Si Aribel y sus seguidores permanecieran aquí en abierta oposición a todo convenio y pacto, en contra de la luz y la verdad, serían reclamados por el oscuro para su disolución y la ruptura de los pactos con nuestro linaje sería inmediata. La única salida es proporcionarles un lugar donde no hay luz ni verdad. Donde los pactos no pueden alcanzarlos. De lo contrario ellos y nosotros estaríamos en contra del orden y la armonía conseguida por nuestro linaje.
La pregunta de Ailam
Una mujer tomó la palabra para preguntar
— Maestro Zhia-Couji, soy Ailam de la escuela Perenne Polar oficio como batidora de grumos. No comprendo cómo Aribel no se da cuenta de esto que tan claramente has explicado. ¿cómo es posible que continúe en esa dirección?
Nuestro jefe de escuadrón, alzó su mano y señaló arriba y nos dijo
— Si Kokaubean se negara a dar su luz, si las estrellas cayeran ¿podrías encontrar el camino de vuelta en el caso que lo desearas? Cuando alguien desecha la luz a causa de la desobediencia, paulatinamente la sustituye por una fuente que lo ciega a la anterior. Esa fuente halaga su orgullo y lo ensoberbece, haciéndose una luz a sí mismo. Y este Aribel, viene y despoja a los hijos del linaje de la luz y la verdad, por medio de la desobediencia (4)
Los cielos llorarán
Zhia-Couji se tornó pensativo y por unos momentos habló para sí mismo.
— Ciertamente, como en otros lugares, los cielos lloraran la pérdida…
Volviendo en sí y antes de dar tiempo a la pregunta que brotaba en mis labios se envaró y adquirió el tono y aspecto que al principio.
— Bien, nuestra misión ahora es crear una ventana de una sola dirección, hacia fuera de Kólob. Como ya sabéis, el espacio es una sustancia que podemos horadar. Esa es nuestra misión o en otras palabras hay que expulsarlos de Kólob o su movimiento de salvación os empujara a todos a las negras aguas.
Por qué no sentía sostén en mis piernas. A pesar de todas esas razones mis coyunturas no se afirmaban con determinación. Por qué sentía un peso en mi pecho como si tuviese piedras en su interior. Imaginaba a Vienzian y detrás esa ventana fratricida por la que yo debía precipitarlo, ¿soportaría su rostro al ver cómo se transformaba en una máscara de espanto? Vienzian y yo pertenecíamos a mi antiguo grupo de Varanto en la escuela de los accesos, en la casa Jana. El era callado y reservado por naturaleza, aunque en privado, caminando por las colinas de los alrededores de la casa de mi madre, mostraba un mundo interior rico y reflexivo. Le gustaba la poesía y a menudo me recitaba algunas de ellas. En una ocasión me confesó su deseo de salir de la escuela y del grupo e ingresar en la sociedad de coleccionistas.
Los coleccionistas
Éstos eran viajeros cuya misión consistía en visitar linajes exteriores y sus escuelas, para intercambiar ideas y experiencias, catalogarlas y ponerlas a disposición de las casas. Su trabajo aportaba un punto de reflexión y nos ayudaba a tener otra perspectiva de las cosas. Tenían que salir en condiciones de mucha seguridad, ciñéndose exclusivamente al objetivo de su misión. Siempre acompañados de un denso. Vienzian deseaba conocer nuevos horizontes, se hubiese agarrado a un tronco espinoso si éste lo hubiese llevado más allá del cinturón cardesiano, un grupo de estrellas cercano a Kólob.
Los coleccionistas no disfrutaban de la libertad de los perceptivos sin forma, pero si tenían una idea de la riqueza inmensa de los linajes exteriores. En cambio podían optar a pasar al segundo estado algo, a lo que los perceptivos, tenían que renunciar.
A través de su poesía Vienzian se recreaba en horizontes imaginados. Yo le apreciaba por compartir sus más íntimos pensamientos conmigo y a menudo me preguntaba por qué me eligió a mí. Ahora me doy cuenta que él y yo éramos parecidos en una inquietud extraña a la corriente general. La afinidad entre nosotros fue creciendo con el tiempo. En otra tesitura, es probable que no rememorase estos momentos de mi vida en Jana. Sin embargo ahora se presentaban ante mí, con toda su crueldad, una escena en la que me acercaba a Vienzian y lo lanzaba a través de esa sima abierta por nosotros. ¿Cómo podría hacerlo? ¿Qué le diría?
La herida abierta en la población se reproducía en el interior de cada uno de nosotros, pues nadie estaba exento de pérdidas dolorosas más allá de la simple amistad.
Mi disyuntiva
Después De las últimas palabras de Zhia-Couji, supe que no contaba con la constitución necesaria para ello. Los motivos para apoyar a Yahavhe no me daban las fuerzas suficientes para oponerme hasta el final contra Aribel. No era una cuestión de razones sino de mi naturaleza. Entendía que si la mía, me provocaba tan grande parálisis en el asunto que se planeaba, quizás a los de Middiani, les pasara lo mismo pero en una dirección diferente u opuesta. De esa forma sin darme, cuenta me veía razonando con los mismos argumentos de los rebeldes. Esto me dejaba tan perplejo que temía que aquella broma de Varanto, sobre un golpe con la ventana en mi cabeza al entrar en Kólob, fuese cierta.
Por todo esto sufría lo indecible. No me sentía con fuerzas de mirar a Corina y soportar cómo sus ojos penetraban en mi interior desvelando mis secretos. Rehuía la posibilidad de defraudarla. Me atormentaba abandonar de nuevo, por segunda vez a los amigos con los que tan gratas experiencias había tenido. Ya una vez dañé a Abiola, allí en Jana y ahora presentía que seguiría con una afilada trayectoria en el universo de Kólob. Mi ruta no era estable como la de los planetas, más bien era la trayectoria de las estrellas fugaces que, no de acorde al movimiento armonioso de los astros, siegan a su paso la luz de sus hermanas. Entendí que era mejor la soledad cuando se viaja en caminos poco transitados.
La vanguardia de Kólob
Me apliqué esos días a la nueva tarea de enfocar nuestro esfuerzo en un solo punto. Fuimos llamados para la vanguardia, aquellos que debían formar un frente espeso e impenetrable. Inmune a la fractura, sin flancos que cedieran. Pero ante nosotros no estaría el oscuro océano sino un inmenso mar de habitantes. Pero desposeídos de esa luz de la que se nos habló. Sin embargo, dotados de los rasgos amistosos del pasado reciente, de voces familiares. Podía sentir la voz de Vienzian, su cara siempre vuelta hacia mí mientras caminábamos por el valle de Deneng, sintiendo cómo orbitaba su confianza a mi alrededor.
El poder de los densos
La táctica era sencilla de entender, pues no había otra posible. Se trataba primeramente de forma un embudo que los rodease y una vez hecho esto, horadarlo en su final hacia Shadoom. Teníamos tres ventajas principales.
Una. La parte más experimentada de las escuelas estaba con nosotros y por lo tanto la eficacia del segundo paso estaba asegurada. Por otra parte los densos nos dirigían y asesoraban. Una garantía a nuestro favor.
Dos. Los densos procedían de ciclos anteriores. Por ciclos entendíamos humanidades cuyo tiempo había terminado, en su caso, en la exaltación de su naturaleza humana. La adquisición de un cuerpo denso por la eternidad. Aún así tenían un límite, no podían tener progenie, por eso, su misión consistía en oficiar para el linaje al que sirvieron en su primer y segundo estado. Y aún así ¡Cuántos de nosotros hubiésemos aceptado eso con los ojos cerrados! Hubiésemos llorado de gozo, yo hubiese corrido a los pies de mi madre a guardar su jardín, no imaginaba nada más grande.
Y sin embargo ellos ministraban en mundos sin fin como potentados del más grande. Los mirábamos como seres afortunados, tremendamente dichosos, a salvo de todo y con total conocimiento. Ellos tenían infinitamente más saber que un perceptivo y el poder y majestad de un cuerpo denso. Gozaban de todo privilegio y tenían potestades y mandatos que desconocíamos. Tan sólo entreveíamos, en la ocasión en que nos dirigían, sólo percibíamos algo del dominio que tenían asignado. Sencillos como palomas, guardaban en su interior una grandeza fuera de nuestro alcance. Con su jefatura al frente de nuestros escuadrones, nadie dudaba de la victoria.
La tercera ventaja
La tercera es la que me hacía más daño y la que debilitaba mi espíritu. Aribel y los suyos no lo esperaban. No esperaban que las casas estuviesen dispuestas a perder la mitad de los habitantes, si era necesario. Tampoco nosotros esperábamos llegar al final de todo esto. Pero veíamos que día a día nuestro entrenamiento se endurecía y se afinaba más la preparación. Veíamos una determinación clara y resuelta por parte de las casas. Eso realmente empezó a asustarnos, pues nos dimos cuenta que todo iba en serio y no con ánimo de disuadir.
A medida que los de Middiani, Ald’nali, Endelia, Biarskel y otros lugares donde el movimiento se concentró observaban nuestros movimientos y determinación. Empezaron a reconsiderar sus posturas. Entonces hubo algunas deserciones hacia nosotros, pero antes de que fuese en aumento, cercaron sus lugares de escuadrones afectos a sus líderes. Una labor de adoctrinamiento se empezó a clavarse en sus filas como pivotes de un inmenso edificio.
En esta situación favorable ocurrió lo inesperado. Una mañana en Middiani sucedió algo, que todos los que estuvimos en el auditorio y escuchamos a Aribel, entendimos.
Una montaña llamada Cami-Olea
Un fuerte estruendo, persistente y parecido a la salida de nuestro arco, hizo temblar la tierra en Kólob. Acudimos a la región de Stomoren, en la llanura de Ackque, en las cercanías de Middiani. Una colosal montaña cuya altura rivalizaba con los palacios, había surgido de la nada. Aquella mole espontánea, sin vegetación, yerma de vida, dejaba sin habla a todo el que la miraba. Luego nos enteramos que la hazaña realizada por Aribel tenía un nombre, Camí–Olea, su madre. Entonces recordé la mención que hizo Aribel en la conferencia de Bisnan, de un colgante que su madre le regaló, con una inscripción. “Aribel el que levanta montañas” Este episodio de su infancia se propagó desde ese día como el viento entre todos los habitantes. Ese detalle de su vida, era algo de gran valor, era acceder a la memoria primera.
Esa montaña elevó la moral de los suyos a la misma altura que la cima. Nunca se supo de nadie que hubiese sido capaz de dominar los elementos de esa forma, a excepción de la familia cercana al Gran Gnolaum. Incluso muchos pudieron observar la expresión perpleja de algunos densos.
En la mente de todos se plasmaba esa prominencia en el horizonte. Era la ofrenda de un hijo amoroso a su madre, con un mensaje. Ya soy mayor, he aprendido. Conmovió a muchos hasta hacerles derramar lágrimas, cómo podíamos expulsar de Kólob a alguien así. Alguien que recuerda un episodio de su infancia y rinde tributo a quien lo vio nacer. Otros se conmovían de forma diferente al dudar de la propia capacidad. Incluso de los densos, en echar a alguien que era diestro en dominar la materia de forma semejante. Se extendían las frases como proyectiles lanzados, ¿Quién podrá con Aribel, si el mismo Kólob le obedece?
Un pendón en Kólob
Dos días después, se alzó un pendón en lo alto de aquella montaña. Una estrella roja de veinticuatro puntas sobre fondo blanco. Y a partir ese día supimos que todo llegaría hasta el final y que no había marcha atrás. Esa iniciativa, decidida, de Aribel hizo frente a las casas dando a entender que no renunciarían.
[su_box title=»Proyecto Los palacios de Kólob» style=»bubbles» box_color=»#2955ca»]
(1) Mi madre Jana |
(2) El día que partimos de Kólob |
(3) Entrevista con Carolo (1). Un perceptivo sin forma |
(4) El cierre del arco. Entrevista con Carolo (2) |
(5) El concilio de los cielos, propuesta de Aribel |
(6) El Salvador en el concilio de los cielos |
(7) La rebelión en los cielos |
(8) Kólob, el inicio de la contienda de los cielos |
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Gracias jesus, en la sección Los Palacios de Kolob tienes extractos de la novela
Es muy emotivo el artículo.